La ceremonia fue muy hermosa y una vez terminó Irina y Saúl pudieron respirar en paz y disfrutar de la fiesta como era debido. —Muchas felicidades, ahora eres una mujer casada — le dijo Luciana a su amiga mientras la abrazaba, realmente se sentía muy feliz por ella. Y por ese amor que había nacido hacía seis años atrás. Irina estaba realmente feliz, luego de que todos saludaran a los recién casados pasaron por fin a la celebración. Luciana y Camille habían ido por unos cócteles cuando se toparon con Andrés. —Hola — saludó Luciana con simpatía, aún no se acostumbrada a el extraordinario color de ojos de ese hombre, era un azul precioso, en realidad Andrés era un hombre muy apuesto, pero ella ya tenía dueño, uno que la tenía completamente enamorada y para ella no había nadie tan guapo como su Santiago. —Luciana, estás realmente hermosa — dijo mirándola de pies a cabeza. —Gracias, tú también te ves muy bien. — Emily llegó corriendo hacía ellas. —Mami, necesito ir al baño — dijo la
— Te portas bien cariño, no le des mucha guerra a Camille, ¿Estamos? — Luciana se despedía de Emily mientras la abrazaba con mucho cariño. —Eso haré, te lo prometo. — contestó la pequeña mientras llena de besos a Luciana, ya Santiago se había despedido de ella, pero al parecer sus dos hermosas mujeres necesitan despedirse más de una vez, y eso que mañana en la noche volverían, sonrió como un tonto enamorado. —No te preocupes, yo voy a cuidarla muy bien y nos vamos a divertir, ya pueden irse — les dijo Camille divertida, Luciana le sonrió y soltando a Emily abrazó a Camille. —Gracias, cualquier cosa nos avisas — Camille asintió.—Sí mamá gallina, eso haré. — Santiago también se despidió de su prima. —Enana, recuerda llamar a mi tío, que dijo que necesitaba hablar contigo — Camille puso los ojos en blanco, su padre últimamente estaba muy intenso. —Sí, no te preocupes tu tampoco, ya hablaré con él — Santiago negó con la cabeza, definitivamente su prima no tenía remedio. Volvieron a
Santiago esperaba a Luciana al pie de las escaleras, caminaba de un lado para otro, ansioso y con ganas de ir él mismo por ella, respiró profundo, porque realmente se sentía nervioso, aunque no era la primera vez que iba hacer algo como eso, si era la primera vez que tenía esos sentimientos tan fuertes, ¿sería verdad que las segundas oportunidades eran mejores que las primeras? ¿Y no sólo eso, sino que todo era aún más intenso? ¿O será que simplemente esos sentimientos tan fuertes eran cuando realmente se conocía al amor de tu vida? Fuera, lo que fuera no importaba, porque Luciana iba a ser su mujer y una de las mejores que había tenido en su vida. Salió de sus pensamientos cuando oyó unos tacones acercándose a las escaleras, cuando levantó la vista, estaba seguro que lo que estaba viendo era un ángel, su ángel. Luciana llevaba puesto un vestido de playa color palo rosa, su espalda estaba totalmente descubierta, y el vestido tenía un abertura en ambos lados de sus piernas. Definitiva
Poco a poco los besos fueron elevado la temperatura en ambos, la mirada de Santiago era de un hombre y enamorado que deseaba a su mujer, esa que pronto sería su esposa, él la miraba hambriento de ella, con sus manos empezó a recorrer el cuerpo perfecto de su mujer que estaba encima de él, sus caricias eran lentas y suaves que hicieron cerrar los ojos a Luciana mientras empezó a jadear al sentir como empezaba a excitarse aún más, estaba segura que eran las hormonas del embarazo, porque su deseo sexual estaba por las nubes. Santiago se sentó y quedó frente a ella, quién inmediatamente extendió sus piernas, sentados y en esa posición los sexos de ambos se rozaban. Él llevó sus manos detrás del cuello de ella y la acercó hasta que sus labios fueron uno, los devoraba con una pasión desmedida y al mismo tiempo la veneraba con sus besos y caricias. Luciana quería sentirlo aún más, por lo que llevó sus manos a la camisa de Santiago y empezó a quitársela por encima de su cabeza. A ninguno le
Luciana y Santiago salieron de la casa de la playa con una gran sonrisa y la felicidad plena corriendo por sus venas, Emily ni siquiera había molestado en una llamada, lo que le hacía sospechar a Luciana que la pequeña sabía de la hermosa sorpresa que su padre le había preparado preparado. No podía creer que estuviera comprometida, cuando meses atrás ella no estaba dispuesta abrir su corazón, no quería volver a perder a alguien que amaba, recordarlo hizo que su corazón latiera muy deprisa, y Santiago lo notó, no había dejado de verla, desde que el chófer había arrancado, por su rostro habían pasado muchas emociones. —¿Qué pasa cariño? — ella se giró a mirarlo. —No podría soportar que algo te pase, quiero que me prometas que siempre estarás bien Santiago, a ti no puedo perderte — él supo de qué hablaba ella y entendió el dolor y el miedo que en ese momento reflejó sus ojos. —Amor, deja de pensar en eso, no puedo asegúrate que voy a ser inmortal, Luci, en algún momento dejamos este m
—¿Vas a invitar a tu familia? — preguntó Luciana cuando iban entrando a la casa, Emily seguía en sus brazos y miró a su su papá. —Bueno, ellos ya saben de ti, y han querido conocerte, pero yo no he querido que lo hagan. —Luciana frunció el ceño al oído y la niña hizo exactamente lo mismo, Santiago tuvo que mirar para el otro lado, para no reírse. —¿Por qué no quieres que los conozcas? — cuestionó al ver que él no decía nada. —¿Qué tal si vamos a celebrar a algún lado nuestro compromiso y así invitamos a tu padre y abuelo? — Santiago miró de reojo a su hija y Luciana entendió que no quería hablar de eso delante de ella, lo que la preocupó. —De acuerdo, iré a llamarlos. — miró a Emily y besó su mejilla — Cariño, ¿quieres ir con tu padre o con Camille? — la niña miró a su prima y sonrió. —Con Camille, necesito que me ayude a verme hermosa — todos sonrieron al oírla. Camille la tomó en brazos. —Siendo así, debemos ponernos hermosas. — Luciana sonrió. —No se olviden de mí, hablaré c
Andrés al verla no pudo evitar sentir su estómago hecho un lío, esa mujer sólo le había dado una mirada y luego simplemente lo esquivó, eso lo molestaba de sobremanera, echó una rápida mirada en la mesa y vio a O'Brien juntos a los Brown, él notó rápidamente que Luciana y la hija de Santiago andaba vestidas iguales, aún no podía creer lo rápido que ellas se habían acoplado, el día anterior que se había topado a Camille y a la niña en el centro comercial le había extrañado tanto que se dirigiera a Luciana como mamá, aunque no era la primera vez que lo escuchaba, si le seguía sorprendiendo, tal vez era un hombre que no sabía mucho de esas cosas, pero recordaba que cuando conoció a la novia de su padre él siendo sólo un niño no la quiso, con el tiempo fue diferente y esa mujer se convirtió en su madre. Se acercó a la mesa solo por el placer de ver el rostro de Camille molesto, además de verdad quería acercarse a ella. Cuando llegó a la mesa el semblante de Santiago se endureció al igual
Luciana observó como Camille venía algo agitada y algo atrás de ella Andrés, sonrió al ver que Camille notó su mirada y se sonrojó. En ese instante una figura masculina, alta y musculosa entró en el lugar, Camille suspiró aliviada de que Tristan llegara rápido, ese hombre era divino, pero no era el que estaba en su corazón. —Buenas noches — dijo cuando llegó a la mesa. Camille sonrió y lo besó cuando llegó a él. — Hola — dijo el hombre cautivado por la pelinegra, que a pesar de que era muy liberal y despreocupada para unas cosas aún no había podido llevarla a la cama, pero no le molestaba, porque lo bueno siempre se hacía esperar. —Hola — contestó ella. — ¿Nos vamos? — él solamente asintió. —Familia, los veo mañana — dijo muy risueña, su mirada se encontró con la de Andrés, que estaba apunto de sufrir un ataque de ira. —Cuídala Tristán — le dijo Santiago, él hombre asintió. —Así será — dijo antes de inclinar su cabeza y salir del restaurante con Camille agarrados de la mano. Andr