Luciana se encontraba bailando con Santiago, y a ninguno se le podía quitar la sonrisa en sus rostros y la felicidad que reflejaban sus ojos, era como sí definitivamente ambos hubieran nacido para estar juntos. Luciana cuando supo que Camille era prima de Santiago su manera de mirarla cambió, en especial al ver lo simpática y amable que era, aún no podía creer lo que su padre le había hecho, y aunque en su momento se había enojado, luego se dio cuenta que si su padre no hubiera hecho las cosas así, ella no estaría en ese momento tan feliz bailando con el amor de su vida, celebrando un mes de novios, y la verdad no lo cambiaría por nada. Hacían el amor muy seguido, por no decir que todos los días y cada que no estaban con Emily, esa niña que estaba más que feliz de que fuera la novia de su papá, salían mucho juntas, incluso habían ido de compras con Camille. Ahora era una mujer que trabajaba lo necesario, porque dedicaba también su tiempo a las personas que realmente amaba, cosa que
Santiago iba preocupado por su mujer, quién realmente se había puesto pálida, la miraba cada ciertos segundos mientras conducía—Amor, yo creo que lo mejor será llevarte al hospital. — Luciana negó con la cabeza. — No mi amor, no fue nada. Mejor vamos a casa. — Santiago asintió no muy convencido.—¿Por qué ese hombre te dijo eso? — Luciana suspiró mientras seguía viendo por la ventana.—Eran los padres de Diego — dijo muy suave pero Santiago le escuchó.—Eso ya lo sé Lu, lo que quiero saber es ¿por qué te dijo lo que te dijo? — Luciana sospechaba el porqué lo había pero era algo que hasta la fecha le dolía.—No quiero hablar de eso Santi, por favor, al menos no hoy. — Santiago suspiró frustrado, pero asintió.—De acuerdo — el resto del camino lo hicieron en silencio. Pero cuando pasaron por un lugar dónde vendían postres, Luciana se giró a Santiago.— Detente — él la miró extrañado pero se orilló para detener el auto, pensó que se había sentido peor y quería vomitar.—¿Qué pasa cariñ
Cuando llegaron al viñedo todo estaba como si fuera un cuento de hadas tal y como lo quería Irina, ellos habían llegado un poco tarde a la hora que debían estar, ya que Santiago al ver a Luciana con ese vestido y tan hermosa no pudo evitar hacerla suya, cosa que los retraso y eso estaba volviendo loca a Irina. —Ya era hora que llegarán, Irina está fuera de sí — comentó Camille, que a último minuto había decidido ir por su cuenta, incluso se había llevado a Emily con ella, porque sabía muy bien que estaba haciendo su amado primo. Santiago le sonrió despreocupado. —Ya iré yo a verla, no te preocupes y gracias por todo — le dijo Luciana abrazando a Camille, luego le dio un beso a Santiago en los labios para ir en busca de su amiga. Santiago la siguió con la mirada hasta que la perdió de vista, en ese momento miró a su prima quién lo miraba con una sonrisa maliciosa. —¿Qué? — preguntó entrecerrando los ojos. —Estás hasta las bolas, ¿no es cierto?—Ya te lo había dicho, realmente estoy
La ceremonia fue muy hermosa y una vez terminó Irina y Saúl pudieron respirar en paz y disfrutar de la fiesta como era debido. —Muchas felicidades, ahora eres una mujer casada — le dijo Luciana a su amiga mientras la abrazaba, realmente se sentía muy feliz por ella. Y por ese amor que había nacido hacía seis años atrás. Irina estaba realmente feliz, luego de que todos saludaran a los recién casados pasaron por fin a la celebración. Luciana y Camille habían ido por unos cócteles cuando se toparon con Andrés. —Hola — saludó Luciana con simpatía, aún no se acostumbrada a el extraordinario color de ojos de ese hombre, era un azul precioso, en realidad Andrés era un hombre muy apuesto, pero ella ya tenía dueño, uno que la tenía completamente enamorada y para ella no había nadie tan guapo como su Santiago. —Luciana, estás realmente hermosa — dijo mirándola de pies a cabeza. —Gracias, tú también te ves muy bien. — Emily llegó corriendo hacía ellas. —Mami, necesito ir al baño — dijo la
— Te portas bien cariño, no le des mucha guerra a Camille, ¿Estamos? — Luciana se despedía de Emily mientras la abrazaba con mucho cariño. —Eso haré, te lo prometo. — contestó la pequeña mientras llena de besos a Luciana, ya Santiago se había despedido de ella, pero al parecer sus dos hermosas mujeres necesitan despedirse más de una vez, y eso que mañana en la noche volverían, sonrió como un tonto enamorado. —No te preocupes, yo voy a cuidarla muy bien y nos vamos a divertir, ya pueden irse — les dijo Camille divertida, Luciana le sonrió y soltando a Emily abrazó a Camille. —Gracias, cualquier cosa nos avisas — Camille asintió.—Sí mamá gallina, eso haré. — Santiago también se despidió de su prima. —Enana, recuerda llamar a mi tío, que dijo que necesitaba hablar contigo — Camille puso los ojos en blanco, su padre últimamente estaba muy intenso. —Sí, no te preocupes tu tampoco, ya hablaré con él — Santiago negó con la cabeza, definitivamente su prima no tenía remedio. Volvieron a
Santiago esperaba a Luciana al pie de las escaleras, caminaba de un lado para otro, ansioso y con ganas de ir él mismo por ella, respiró profundo, porque realmente se sentía nervioso, aunque no era la primera vez que iba hacer algo como eso, si era la primera vez que tenía esos sentimientos tan fuertes, ¿sería verdad que las segundas oportunidades eran mejores que las primeras? ¿Y no sólo eso, sino que todo era aún más intenso? ¿O será que simplemente esos sentimientos tan fuertes eran cuando realmente se conocía al amor de tu vida? Fuera, lo que fuera no importaba, porque Luciana iba a ser su mujer y una de las mejores que había tenido en su vida. Salió de sus pensamientos cuando oyó unos tacones acercándose a las escaleras, cuando levantó la vista, estaba seguro que lo que estaba viendo era un ángel, su ángel. Luciana llevaba puesto un vestido de playa color palo rosa, su espalda estaba totalmente descubierta, y el vestido tenía un abertura en ambos lados de sus piernas. Definitiva
Poco a poco los besos fueron elevado la temperatura en ambos, la mirada de Santiago era de un hombre y enamorado que deseaba a su mujer, esa que pronto sería su esposa, él la miraba hambriento de ella, con sus manos empezó a recorrer el cuerpo perfecto de su mujer que estaba encima de él, sus caricias eran lentas y suaves que hicieron cerrar los ojos a Luciana mientras empezó a jadear al sentir como empezaba a excitarse aún más, estaba segura que eran las hormonas del embarazo, porque su deseo sexual estaba por las nubes. Santiago se sentó y quedó frente a ella, quién inmediatamente extendió sus piernas, sentados y en esa posición los sexos de ambos se rozaban. Él llevó sus manos detrás del cuello de ella y la acercó hasta que sus labios fueron uno, los devoraba con una pasión desmedida y al mismo tiempo la veneraba con sus besos y caricias. Luciana quería sentirlo aún más, por lo que llevó sus manos a la camisa de Santiago y empezó a quitársela por encima de su cabeza. A ninguno le
Luciana y Santiago salieron de la casa de la playa con una gran sonrisa y la felicidad plena corriendo por sus venas, Emily ni siquiera había molestado en una llamada, lo que le hacía sospechar a Luciana que la pequeña sabía de la hermosa sorpresa que su padre le había preparado preparado. No podía creer que estuviera comprometida, cuando meses atrás ella no estaba dispuesta abrir su corazón, no quería volver a perder a alguien que amaba, recordarlo hizo que su corazón latiera muy deprisa, y Santiago lo notó, no había dejado de verla, desde que el chófer había arrancado, por su rostro habían pasado muchas emociones. —¿Qué pasa cariño? — ella se giró a mirarlo. —No podría soportar que algo te pase, quiero que me prometas que siempre estarás bien Santiago, a ti no puedo perderte — él supo de qué hablaba ella y entendió el dolor y el miedo que en ese momento reflejó sus ojos. —Amor, deja de pensar en eso, no puedo asegúrate que voy a ser inmortal, Luci, en algún momento dejamos este m