— Te ves realmente preciosa — dijo Santiago aún encima de sus labios — Cuando creo que ya no te puedes ver más perfecta y hermosa me sorprendes — ¿Cómo lo haces? — dijo sonriendo, ella simplemente sonrió y volvió a besarlo. Santiago respondió con ganas de hacerla suya ahí mismo, pero no podía, debía continuar con la cena que le había preparado a ella. Se soltó de ella sin ánimos de hacerlo y con una gran sonrisa le tomó la mano. —Ven — le dijo con ternura, Santiago le guió hasta la playa, dónde había una mesa para dos, había un camino de pétalos de flores desde la casa hasta dónde estaba la mesa, incluso, en la silla, y en la mesa habían pétalos esparcidos, también habían pequeñas candelas formando un corazón alrededor de la mesa. Luciana no podía creer lo que veía en frente de sus ojos. —Esto está hermoso — dijo con un nudo en la garganta. —¿En serio? — Santiago se sentía nervioso, porque hacía años no hacía algo romántico por una mujer, y no sabía si estaban bien las cosas, ademá
El beso cada vez se iba haciendo más profundo, más intenso, Santiago la deseaba como un loco y ella no era indiferente a lo que en ese momento sentía y quería, sus manos pasaban del cabello de Santiago a sus brazos y luego a su pecho, y eso lo estaba poniendo fuera de sí. Santiago usó toda su fuerza de voluntad y se separó de ella, tenía sus manos en los hombros femeninos, ambos se miraban a los ojos y respiraban con dificultad. —Sí sigues besándome de esa manera no voy a poder detenerme Luciana, es demasiado poderoso lo que siento y el deseo que tengo por ti. — Luciana tenía años de no estar con alguien, después de la muerte de Diego solo había estado con un hombre y fue estando borracha y por culpa de Irina que la había llevado ahí y la había dejado sola, por eso simplemente ya no salía, prefiera estar en su casa o en su trabajo, pero ahora era diferente, porque no estaba ebria, porque realmente deseaba a Santiago, porque su toque la hacía olvidar y eso quería ella. —No quiero que
Luciana hacía muchos años que no dormía también, pudo sentir como un fuerte brazo la tenía abrazada desde su espalda, suspiró sintiéndose segura, pero cuando ya empezó a despertar de ese sueño tan maravilloso se dio cuenta que no era nada producto de su imaginación, que todo era real, abrió los ojos de golpe y algo en su pecho se oprimió —¿De verdad se había acostado con Santiago? — cerró los ojos con fuerza, a su mente llegó Diego, todas esas veces que había amanecido a su lado, lo feliz que se sentía, y luego el día en que todo acabó y el dolor la invadió, la desgarró por completo, los días tan horribles que llegaron después de esa noticia, no, no, definitivamente ella no podía volver a pasar algo así, simplemente no iba a poder soportar ese dolor tan grande de perder a la persona que amas, se levantó de la cama, se vistió y antes de salir le dio una última mirada a Santiago, él era perfecto, pero ella sencillamente no podía volver arriesgar su corazón. Se dio una ducha rápida, quer
Cuando Luciana llegó a su casa su padre la estaba esperando en la sala, ella trató de evitarlo, no sería la primera vez que está mal y huye a su habitación, él la comprendía. —Luciana— dijo con voz firme haciendo que ella se detuviera, al pie de las escaleras, sabía que su papá estaba molesto. —Papá, ahora no por favor — dijo aún dando la espalda a su padre. —Sí, ahora sí, así que te vas a dar vuelta y vas a venir a sentarte, inmediatamente — Luciana cerró los ojos, odiaba ese tono en el que le hablaba, lo odiaba desde que era niña, su padre siempre la había tratado con amor y cariño, pero cuando se enojaba era mejor estar muy lejos. Con un suspiró se giró y fue hasta él, dónde se sentó en un sillón, largo de su padre, él la analizaba de pies a cabeza, con el ceño fruncido y los brazos cruzados— ¿Quieres dejar de verme así? — preguntó irritada. —¿Y cómo querés que te vea? Cuando se que te estás perdiendo en un lugar sin retorno. —¿Qué te dijo Santiago? — su padre hizo un ruido c
Había pasado un mes y medio desde que Luciana había huido de lo que Santiago le hacía sentir, él había querido verla, hablar con ella, pero los planes de Ronald eran otros y tenía que aguantarse a fingir que no le importaba, la había visto muy pocas veces, y esas veces había sido frío y cortante. Emily también estaba sufriendo porque no había visto a Luciana como quería, pero también lo hacía porque estaba feliz con las ideas que le metía Ronald en la cabeza, así que a él solo le quedaba esperar a que todo saliera bien y pudieran estar juntos. En ese momento se abrió la puerta de forma brusca, al levantar la mirada molesto por la forma tan brusca vio que entraba su Luciana quién cerraba la puerta muy molesta. —Fíjate a ver si no la has roto — dijo mientras se cruzaba de brazos y la miraba. Luciana contuvo el aliento al verlo, se había negado a decir que lo extrañaba, pero lo cierto es que lo había extrañado como una loca, por las noches deseaba poder sentirlo de nuevo, porque senci
Luciana se sentó en el sillón que había en la oficina de Santiago no podía creer lo que había pasado, no sólo se había lanzado a besarlo, no, sino que también lo vio irse con una mujer hermosa, mientras él volvía a tratarla con esa frialdad que odiaba, porque había conocido al hombre tierno, amoroso y apasionado que vivía en él, quería llorar, correr y esconderse, pero no lo hizo, no era lugar. La puerta se abrió y ella levantó la cabeza emocionada, pensando que Santiago se había devuelto para estar con ella, pero no fue así. —Por tu expresión, veo que te decepcioné — dijo Ronald divertido. —Papá, no estoy para tus comentarios — dijo molesta, cuando se levantó para irse su padre la detuvo. —¿Qué pasa Luciana Brown? — dijo serio. —Nada — dijo molesta y dispuesta a irse, pero al final se volvió y lo enfrentó — No, sabes que sí — dijo molesta —¿Por qué has tenido que ir de chismoso y decirle a Santiago que yo no quería nada que tuviera que ver con él?.—Porque él quería hablar contig
Luciana había decido hacer que Santiago y Emily volvieran con ella, claro seguía aterrada, tenía miedo, pero debía luchar por lo que quería y eso era esa hermosa niña con su padre. Prefería al Santi tierno, cariñoso, atento y apasionado que al frío, y arrogante que había visto estos últimos días. Decidió ir a comprarse un hermoso vestido, luego iría almorzar algo para terminar en el salón de belleza, aunque ella no estaba seguro sí debía luchar. Cuando llegó al centro comercial estaba decidida en que quería impresionar a su hombre, aunque esa tal Camille era hermosa no iba a dejarse amedrentar, Luciana sabía que era hermosa y las armas que tenía para poder seducir a un hombre. Escogió un vestido con el que se sintió, sexy, hermosa y cómoda, lo combinó con unos zapatos y un bolso de mano, con una enorme sonrisa una que borró cuando se topó de frente a Guiselle, la madre de Diego, quién también se sorprendió al verla, no esperaba encontrarla ahí, menos un día entre semana y que ademá
—¿A dónde me llevas? — quería hacerse la sorprendida, pero realmente estaba feliz y deseosa que la llevara a un lugar lejos de todo. —Ya lo verás — Santiago ya había estado ahí, conocía el lugar, había hecho varias reuniones y fiestas en ese mismo lugar. Cuando llegó a una de la sala de reuniones más larga y alejada de la fiesta, abrió la puerta para entrar y hacer que ella entrara. Luciana pensaba volver a decir algo pero cuando se giró ya tenía a Santiago encima de ella, comiéndole la boca, no le dio tiempo ni tan siquiera a tomar aire, pero poco le importaba. Santiago estaba robándole el alma con ese beso pero lo estaba disfrutando. Lo tomó por el cuello y lo acercó más a ella, sentirlo así tan cerca le encantaba. Santiago estaba tan putamente excitado que no podía esperar, no, él quería sentirla, quería revivir las sensaciones que había sentido hacía un mes y medio. Metió sus manos debajo de las aberturas del vestido y con sensuales movimientos llegó a la zona sur de Luciana, a