Luciana hacía muchos años que no dormía también, pudo sentir como un fuerte brazo la tenía abrazada desde su espalda, suspiró sintiéndose segura, pero cuando ya empezó a despertar de ese sueño tan maravilloso se dio cuenta que no era nada producto de su imaginación, que todo era real, abrió los ojos de golpe y algo en su pecho se oprimió —¿De verdad se había acostado con Santiago? — cerró los ojos con fuerza, a su mente llegó Diego, todas esas veces que había amanecido a su lado, lo feliz que se sentía, y luego el día en que todo acabó y el dolor la invadió, la desgarró por completo, los días tan horribles que llegaron después de esa noticia, no, no, definitivamente ella no podía volver a pasar algo así, simplemente no iba a poder soportar ese dolor tan grande de perder a la persona que amas, se levantó de la cama, se vistió y antes de salir le dio una última mirada a Santiago, él era perfecto, pero ella sencillamente no podía volver arriesgar su corazón. Se dio una ducha rápida, quer
Cuando Luciana llegó a su casa su padre la estaba esperando en la sala, ella trató de evitarlo, no sería la primera vez que está mal y huye a su habitación, él la comprendía. —Luciana— dijo con voz firme haciendo que ella se detuviera, al pie de las escaleras, sabía que su papá estaba molesto. —Papá, ahora no por favor — dijo aún dando la espalda a su padre. —Sí, ahora sí, así que te vas a dar vuelta y vas a venir a sentarte, inmediatamente — Luciana cerró los ojos, odiaba ese tono en el que le hablaba, lo odiaba desde que era niña, su padre siempre la había tratado con amor y cariño, pero cuando se enojaba era mejor estar muy lejos. Con un suspiró se giró y fue hasta él, dónde se sentó en un sillón, largo de su padre, él la analizaba de pies a cabeza, con el ceño fruncido y los brazos cruzados— ¿Quieres dejar de verme así? — preguntó irritada. —¿Y cómo querés que te vea? Cuando se que te estás perdiendo en un lugar sin retorno. —¿Qué te dijo Santiago? — su padre hizo un ruido c
Había pasado un mes y medio desde que Luciana había huido de lo que Santiago le hacía sentir, él había querido verla, hablar con ella, pero los planes de Ronald eran otros y tenía que aguantarse a fingir que no le importaba, la había visto muy pocas veces, y esas veces había sido frío y cortante. Emily también estaba sufriendo porque no había visto a Luciana como quería, pero también lo hacía porque estaba feliz con las ideas que le metía Ronald en la cabeza, así que a él solo le quedaba esperar a que todo saliera bien y pudieran estar juntos. En ese momento se abrió la puerta de forma brusca, al levantar la mirada molesto por la forma tan brusca vio que entraba su Luciana quién cerraba la puerta muy molesta. —Fíjate a ver si no la has roto — dijo mientras se cruzaba de brazos y la miraba. Luciana contuvo el aliento al verlo, se había negado a decir que lo extrañaba, pero lo cierto es que lo había extrañado como una loca, por las noches deseaba poder sentirlo de nuevo, porque senci
Luciana se sentó en el sillón que había en la oficina de Santiago no podía creer lo que había pasado, no sólo se había lanzado a besarlo, no, sino que también lo vio irse con una mujer hermosa, mientras él volvía a tratarla con esa frialdad que odiaba, porque había conocido al hombre tierno, amoroso y apasionado que vivía en él, quería llorar, correr y esconderse, pero no lo hizo, no era lugar. La puerta se abrió y ella levantó la cabeza emocionada, pensando que Santiago se había devuelto para estar con ella, pero no fue así. —Por tu expresión, veo que te decepcioné — dijo Ronald divertido. —Papá, no estoy para tus comentarios — dijo molesta, cuando se levantó para irse su padre la detuvo. —¿Qué pasa Luciana Brown? — dijo serio. —Nada — dijo molesta y dispuesta a irse, pero al final se volvió y lo enfrentó — No, sabes que sí — dijo molesta —¿Por qué has tenido que ir de chismoso y decirle a Santiago que yo no quería nada que tuviera que ver con él?.—Porque él quería hablar contig
Luciana había decido hacer que Santiago y Emily volvieran con ella, claro seguía aterrada, tenía miedo, pero debía luchar por lo que quería y eso era esa hermosa niña con su padre. Prefería al Santi tierno, cariñoso, atento y apasionado que al frío, y arrogante que había visto estos últimos días. Decidió ir a comprarse un hermoso vestido, luego iría almorzar algo para terminar en el salón de belleza, aunque ella no estaba seguro sí debía luchar. Cuando llegó al centro comercial estaba decidida en que quería impresionar a su hombre, aunque esa tal Camille era hermosa no iba a dejarse amedrentar, Luciana sabía que era hermosa y las armas que tenía para poder seducir a un hombre. Escogió un vestido con el que se sintió, sexy, hermosa y cómoda, lo combinó con unos zapatos y un bolso de mano, con una enorme sonrisa una que borró cuando se topó de frente a Guiselle, la madre de Diego, quién también se sorprendió al verla, no esperaba encontrarla ahí, menos un día entre semana y que ademá
—¿A dónde me llevas? — quería hacerse la sorprendida, pero realmente estaba feliz y deseosa que la llevara a un lugar lejos de todo. —Ya lo verás — Santiago ya había estado ahí, conocía el lugar, había hecho varias reuniones y fiestas en ese mismo lugar. Cuando llegó a una de la sala de reuniones más larga y alejada de la fiesta, abrió la puerta para entrar y hacer que ella entrara. Luciana pensaba volver a decir algo pero cuando se giró ya tenía a Santiago encima de ella, comiéndole la boca, no le dio tiempo ni tan siquiera a tomar aire, pero poco le importaba. Santiago estaba robándole el alma con ese beso pero lo estaba disfrutando. Lo tomó por el cuello y lo acercó más a ella, sentirlo así tan cerca le encantaba. Santiago estaba tan putamente excitado que no podía esperar, no, él quería sentirla, quería revivir las sensaciones que había sentido hacía un mes y medio. Metió sus manos debajo de las aberturas del vestido y con sensuales movimientos llegó a la zona sur de Luciana, a
Luciana se encontraba bailando con Santiago, y a ninguno se le podía quitar la sonrisa en sus rostros y la felicidad que reflejaban sus ojos, era como sí definitivamente ambos hubieran nacido para estar juntos. Luciana cuando supo que Camille era prima de Santiago su manera de mirarla cambió, en especial al ver lo simpática y amable que era, aún no podía creer lo que su padre le había hecho, y aunque en su momento se había enojado, luego se dio cuenta que si su padre no hubiera hecho las cosas así, ella no estaría en ese momento tan feliz bailando con el amor de su vida, celebrando un mes de novios, y la verdad no lo cambiaría por nada. Hacían el amor muy seguido, por no decir que todos los días y cada que no estaban con Emily, esa niña que estaba más que feliz de que fuera la novia de su papá, salían mucho juntas, incluso habían ido de compras con Camille. Ahora era una mujer que trabajaba lo necesario, porque dedicaba también su tiempo a las personas que realmente amaba, cosa que
Santiago iba preocupado por su mujer, quién realmente se había puesto pálida, la miraba cada ciertos segundos mientras conducía—Amor, yo creo que lo mejor será llevarte al hospital. — Luciana negó con la cabeza. — No mi amor, no fue nada. Mejor vamos a casa. — Santiago asintió no muy convencido.—¿Por qué ese hombre te dijo eso? — Luciana suspiró mientras seguía viendo por la ventana.—Eran los padres de Diego — dijo muy suave pero Santiago le escuchó.—Eso ya lo sé Lu, lo que quiero saber es ¿por qué te dijo lo que te dijo? — Luciana sospechaba el porqué lo había pero era algo que hasta la fecha le dolía.—No quiero hablar de eso Santi, por favor, al menos no hoy. — Santiago suspiró frustrado, pero asintió.—De acuerdo — el resto del camino lo hicieron en silencio. Pero cuando pasaron por un lugar dónde vendían postres, Luciana se giró a Santiago.— Detente — él la miró extrañado pero se orilló para detener el auto, pensó que se había sentido peor y quería vomitar.—¿Qué pasa cariñ