CAPÍTULO 6

Alec

—La he dejado en casa —me informa mi empleado—. En efecto, quería irse.

—Vigila que siga siendo así —le respondo, sin apartar la mirada de Natasha, que está comprando joyas. Ella voltea un momento y me saluda antes de volver a conversar con el joyero—. No quiero fallas.

—¿Debo quedarme en la casa? —pregunta con nerviosismo—. Es que…

—¿Te largaste de ahí? —pregunto sin elevar la voz a pesar de lo alterado que me siento.

Le doy la espalda a Natasha y salgo de la joyería. Estoy harto de estar aquí, pero mucho más de no poder ir a casa y…

—Regresa ahora mismo —ordeno, antes de que mis pensamientos avancen en esa dirección—. Verifica que no haya salido.

—No puedo, su hermano recibió una visita —dice él con voz temblorosa—. No puedo tocar a la puerta así como así.

—¿Qué visita?

—Su novia.

—Eso no impide que vayas. Ve ahora y más vale que me tengas noticias.

Cuelgo la llamada y al darme la vuelta me encuentro con Natasha, que luce muy contenta por su compra.

—Listo, mi amor —me dice—. ¿Con quién hablabas que estás tan molesto?

—Con nadie de importancia —le aseguro—. ¿Nos vamos?

—Sí, estoy ansiosa por llegar al departamento.

—Está bien.

Le ofrezco el brazo y ella me lo toma, riéndose como idiota. Más tarde tendré que acostarme con ella o complacerla como quiera. Sin embargo, no sé si esta vez voy a poder hacerlo. No me saco de la cabeza la idea de que Aria se largó, que no está segura como se supone que debe estarlo. Se ve distinta, aunque no sé explicar qué le pasa.

—Cuidado —me dice Natasha, jalando mi brazo para que me detenga. A nuestro lado pasa un hombre con el que he estado a punto de chocar—. ¿No estás feliz?

«No, eres insoportable», pienso irritado.

No sé cuando fue que superé mi amor por Natasha, pero ahora no la soporto, y si la tolero es porque debo casarme con ella, porque nuestro matrimonio será demasiado ventajoso. Lo único que quiero saber es que mi m*****a asistente está en casa.

—Ahora vengo —le digo a Natasha cuando estamos subidos en el auto.

—Pero, mi amor…

—Debo atender esta llamada. De esto dependen muchas cosas.

Ella asiente, comprensiva. Cuando se trata de negocios o dinero, ella siempre lo es.

—De acuerdo, ve a contestar.

Me bajo del auto y arrugo la nariz al sentir el viento helado en el rostro. Con este frío ella no debe estar afuera, no puede estar tan loca para salir así.

—¿Qué noticias me tienes, Johnson?

—Su hermano no sabe dónde está ella y acaba de golpearme por arruinar su cita —me cuenta llorando—. Señor, ya no puedo más con esta farsa, yo…

—¡Encuéntrala! —le grito furioso—. ¿Sabes qué? Estás despedido, eres un inútil.

Cuelgo la llamada y de inmediato contacto a mis guardias de seguridad, a los cuales les pido que la busquen hasta por debajo de las piedras. Ella es solo mi amante y no debería importarme, pero no tolero que esté desaparecida, fuera de mi control.

M*****a sea la hora en que comencé a sentir algo más. Gracias a eso estoy cometiendo locuras que no debería y que pueden poner en riesgo mi matrimonio.

No debería desear tener un hijo con ella para retenerla, pero lo deseo y lo voy a conseguir. Por eso le he cambiado las pastillas anticonceptivas por simples píldoras placebo.

—Vas a aparecer muy pronto —murmuro de regreso al auto.

—Hace frío, ¿cierto? —Natasha se frota las manos—. Abrázame.

Ella se recarga en mí y la dejo hacerlo. A Natasha no puedo negarle nada, será mi compañera de vida, la mujer que pondrá mi nombre aún más en alto.

Sin embargo, ¿por qué no puedo estar feliz?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo