C169- REENCUENTRO EN EL CAOS.Enzo no respondió de inmediato. Su mirada se endureció, pero no bajó el arma. A su lado, Lucien permanecía alerta, sus ojos moviéndose entre Adriano y los alrededores, anticipando cualquier movimiento.Enzo, sin embargo, no mostró ni un rastro de preocupación.—Alessandro fue un daño colateral —dijo, con una frialdad que hizo que incluso Lucien lo mirara de reojo—. Quien empezó esa guerra fue tu padre. No yo.Las palabras golpearon a Adriano como un puñetazo. Sus manos temblaron por un momento, pero rápidamente apretó los puños, su rostro transformándose en una máscara de furia.—¡Era solo un joven! —gritó Adriano, dando un paso hacia ellos—. ¡Alessandro no tenía nada que ver con los negocios de mi padre! ¡Era inocente, maldita sea!Pero Enzo no se inmutó. Su mirada permaneció fija en Adriano, fría como el hielo.—Entonces debería haber entendido cómo funciona este mundo —respondió, su tono cortante como una hoja—. O comes, o te comen. Esa es la regla. Y
C170- NO PODIA DEJAR QUE LASTIMARA A MAS PERSONAS.Lucien apretó los dientes, su dedo tensándose sobre el gatillo. Doménico estaba detrás de Grace, usándola como escudo humano, su sonrisa cruel iluminada por la tenue luz del pasillo.—Suéltala, Doménico. Esto es entre tú y yo —gruñó Lucien, firme, aunque por dentro sentía que el suelo se desmoronaba bajo sus pies.Doménico soltó una carcajada seca.—¿Entre tú y yo? —repitió, fingiendo sorpresa—. No, Lucien. Grace fue mía antes que tuya. Yo pagué por ella. Es justo que reclame lo que me pertenece.Los labios de Lucien se apretaron, y su mente se llenó de pensamientos oscuros. Quería vaciarle el peine de su pistola a Doménico, pero no podía hacerlo sin arriesgar la vida de Grace.—Además, aprovecharé para enseñarte que nadie, nadie, desafía a Doménico y vive para contarlo.Grace jadeó cuando Doménico apretó más su agarre, pero no lloró. En lugar de eso, levantó la barbilla con valentía, enfrentando a Lucien con una mezcla de miedo y det
C171-UNA TREGUA.El día era un lienzo luminoso salpicado de nubes perezosas que flotaban en el cielo azul. Enzo estaba agazapado detrás de la fuente de mármol, que apenas lograba amortiguar el sonido de su respiración entrecortada. Su brazo izquierdo sangraba profusamente por la bala alojada en su carne y con una mueca de dolor, cambió rápidamente el peine de su arma, sus dedos temblando ligeramente bajo la brillante luz del sol.—Siempre supe que iba a morir así —murmuró para sí mismo, apretando los dientes mientras ajustaba el cargador—. Pero el que quiera meterme una bala en la cabeza primero tendrá que ganárselo.Se giró con determinación y disparó hacia Adriano, quien, con un movimiento rápido y fluido, esquivó las balas y se ocultó detrás de un seto cercano.—¿Eso es todo lo que tienes, Bianchi? —respondió Adriano fríamente ―. Pensé que eras más que un perro herido.Enzo no respondió, pero su mirada se endureció. Se puso de pie, con el dolor punzante en su brazo ignorándolo por
C172-APUESTAS DEMASIADO ALTAS.Adriano abrió la puerta de la habitación con un movimiento lento, casi temeroso. El aire estaba impregnado de un silencio pesado, roto solo por el suave pitido de las máquinas que mantenían a Alessandro con vida. Allí estaba su hermano, inmóvil, atrapado en un sueño profundo del que nadie sabía si despertaría. Adriano sintió cómo la culpa se le enroscaba en el pecho, apretándolo como un puño invisible.Se acercó a la cama y se sentó en la silla junto a su hermano. Y por un momento, solo lo observó. Alessandro parecía tan frágil, tan distinto al hombre lleno de vida que recordaba, apretó los puños, y su mandíbula se tensó mientras las palabras comenzaban a salir de su boca, llenas de culpa y dolor.—Hermano... lo siento. —Su voz se quebró, y cerró los ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas—. No supe protegerte. No supe proteger a nadie. Y solo fui un egoísta que… que pensé en mi felicidad. ―abrió los ojos y sus ojos estaban rojos por las lágrima
C173- DESTINO.La mansión del duque brillaba bajo la luz del sol, transformada en un escenario digno de un cuento de hadas. Los jardines, decorados con flores de temporada y delicados ornamentos, parecían sacados de un sueño. Todo estaba cuidadosamente planeado, incluso el gran danés, Duque, permanecía sujeto con una correa, bajo la vigilancia de uno de los sirvientes.Nadie quería repetir el incidente del pastel volador.Y Esta vez, Alexander había tomado todas las precauciones, asegurándose de que incluso Scotland Yard estuviera presente, garantizando que nada ni nadie interrumpiera el gran día.En las habitaciones de arriba, el aire estaba cargado de emoción y risas infantiles. Grace estaba frente a un espejo, usando un nuevo vestido de novia, mientras sus hijas, Emma y Olivia, revoloteaban a su alrededor. Emma, con sus rizos dorados y su expresión curiosa, se detuvo un momento para observar a su madre con seriedad.—Mami, ¿el hombre malo no volverá nunca más? —preguntó con una inoc
C174- YA SOMOS UNA FAMILIA.La ceremonia había sido perfecta.El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de tonos rosados y dorados. Y el jardín, que antes estaba lleno de nervios y expectativas, se transformaba en un espacio mágico, iluminado con luces colgantes que danzaban con la brisa nocturna. Las mesas elegantes estaban decoradas con flores frescas, y una pista de baile, ubicada justo debajo de las estrellas, esperaba a los recién casados.El sacerdote levantó la voz, con una sonrisa cálida, y proclamó las palabras que todos esperaban.—Y ahora los declaro marido y mujer. —Le sonrió a Lucien y asintio—. Puede besar a la novia.Lucien, con la mirada fija en Grace, no necesitó más palabras. Se acercó a ella; sus manos temblaban ligeramente de emoción, pero su voz, cuando habló, era suave, casi un susurro.—Te amo.Grace no pudo evitar que una lágrima rodara por su mejilla, y con una sonrisa llena de amor, se acercó a él. El beso que compartieron fue dulce, pero cargado de años de
C175- TE DARÉ MÁS BEBES.El suave zumbido de la ciudad que se escuchaba debajo apenas atravesaba el grueso cristal de la suite donde Lucien y Grace se sumieron en un capullo de silencio, interrumpido únicamente por el sonido de sus respiraciones, aceleradas, superficiales y cargadas de anticipación.Lucien se acercó, sus manos temblaban ligeramente mientras la alcanzaban.Esta noche era su noche.La noche que ambos habían esperado, soñado, desde el momento en que se habían dicho "Sí, quiero".Sus dedos rozaron la delicada tela de su vestido, el satén fresco contra su piel. Encontró el primer botón en la nuca y, lenta y meticulosamente, comenzó a desabrocharlo. Su respiración se entrecortó a medida que cada botón cedía, revelando más de su suave e impecable piel. Inclinó, sus labios rozando la curva de su hombro, dejando un rastro de suaves besos que la hicieron estremecer.―Lucien... ―susurró Grace e inclinó la cabeza hacia un lado, permitiéndole más acceso, y él la tomó con entusiasm
C176- CONFRONTACIÓN PELIGROSA.Kate salió de la tienda de comestibles con una bolsa en una mano, mientras la otra descansaba instintivamente sobre su vientre. Las luces amarillas de las farolas pintaban sombras alargadas en la calle desierta. A lo lejos, un auto estacionado llamó su atención, pero decidió ignorarlo. Tenía cosas más importantes en mente.Avanzó hacia su coche, pero el sonido de una puerta abriéndose la hizo detenerse. De aquel auto salió Cristine, su silueta recortada contra la luz. Caminaba rápido, con una mirada que ardía de odio.—¡Hola perra! —la voz de Cristine era fría como el filo de un cuchillo—. Ahora tu y yo tenemos que hablar.Kate giró lentamente y la sorpresa era evidente en su rostro.—¿Cristine? —preguntó, tratando de entender la situación—. ¿Qué haces aquí? ¿Me estás siguiendo?Cristine soltó una risa amarga que resonó en la calle vacía.—No voy a darte explicaciones, estoy aquí para poner las cosas en claro. Se muy bien cuál es tu juego.Kate cruzó los