C171-UNA TREGUA.El día era un lienzo luminoso salpicado de nubes perezosas que flotaban en el cielo azul. Enzo estaba agazapado detrás de la fuente de mármol, que apenas lograba amortiguar el sonido de su respiración entrecortada. Su brazo izquierdo sangraba profusamente por la bala alojada en su carne y con una mueca de dolor, cambió rápidamente el peine de su arma, sus dedos temblando ligeramente bajo la brillante luz del sol.—Siempre supe que iba a morir así —murmuró para sí mismo, apretando los dientes mientras ajustaba el cargador—. Pero el que quiera meterme una bala en la cabeza primero tendrá que ganárselo.Se giró con determinación y disparó hacia Adriano, quien, con un movimiento rápido y fluido, esquivó las balas y se ocultó detrás de un seto cercano.—¿Eso es todo lo que tienes, Bianchi? —respondió Adriano fríamente ―. Pensé que eras más que un perro herido.Enzo no respondió, pero su mirada se endureció. Se puso de pie, con el dolor punzante en su brazo ignorándolo por
C172-APUESTAS DEMASIADO ALTAS.Adriano abrió la puerta de la habitación con un movimiento lento, casi temeroso. El aire estaba impregnado de un silencio pesado, roto solo por el suave pitido de las máquinas que mantenían a Alessandro con vida. Allí estaba su hermano, inmóvil, atrapado en un sueño profundo del que nadie sabía si despertaría. Adriano sintió cómo la culpa se le enroscaba en el pecho, apretándolo como un puño invisible.Se acercó a la cama y se sentó en la silla junto a su hermano. Y por un momento, solo lo observó. Alessandro parecía tan frágil, tan distinto al hombre lleno de vida que recordaba, apretó los puños, y su mandíbula se tensó mientras las palabras comenzaban a salir de su boca, llenas de culpa y dolor.—Hermano... lo siento. —Su voz se quebró, y cerró los ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas—. No supe protegerte. No supe proteger a nadie. Y solo fui un egoísta que… que pensé en mi felicidad. ―abrió los ojos y sus ojos estaban rojos por las lágrima
C173- DESTINO.La mansión del duque brillaba bajo la luz del sol, transformada en un escenario digno de un cuento de hadas. Los jardines, decorados con flores de temporada y delicados ornamentos, parecían sacados de un sueño. Todo estaba cuidadosamente planeado, incluso el gran danés, Duque, permanecía sujeto con una correa, bajo la vigilancia de uno de los sirvientes.Nadie quería repetir el incidente del pastel volador.Y Esta vez, Alexander había tomado todas las precauciones, asegurándose de que incluso Scotland Yard estuviera presente, garantizando que nada ni nadie interrumpiera el gran día.En las habitaciones de arriba, el aire estaba cargado de emoción y risas infantiles. Grace estaba frente a un espejo, usando un nuevo vestido de novia, mientras sus hijas, Emma y Olivia, revoloteaban a su alrededor. Emma, con sus rizos dorados y su expresión curiosa, se detuvo un momento para observar a su madre con seriedad.—Mami, ¿el hombre malo no volverá nunca más? —preguntó con una inoc
C174- YA SOMOS UNA FAMILIA.La ceremonia había sido perfecta.El sol se estaba poniendo, tiñendo el cielo de tonos rosados y dorados. Y el jardín, que antes estaba lleno de nervios y expectativas, se transformaba en un espacio mágico, iluminado con luces colgantes que danzaban con la brisa nocturna. Las mesas elegantes estaban decoradas con flores frescas, y una pista de baile, ubicada justo debajo de las estrellas, esperaba a los recién casados.El sacerdote levantó la voz, con una sonrisa cálida, y proclamó las palabras que todos esperaban.—Y ahora los declaro marido y mujer. —Le sonrió a Lucien y asintio—. Puede besar a la novia.Lucien, con la mirada fija en Grace, no necesitó más palabras. Se acercó a ella; sus manos temblaban ligeramente de emoción, pero su voz, cuando habló, era suave, casi un susurro.—Te amo.Grace no pudo evitar que una lágrima rodara por su mejilla, y con una sonrisa llena de amor, se acercó a él. El beso que compartieron fue dulce, pero cargado de años de
C175- TE DARÉ MÁS BEBES.El suave zumbido de la ciudad que se escuchaba debajo apenas atravesaba el grueso cristal de la suite donde Lucien y Grace se sumieron en un capullo de silencio, interrumpido únicamente por el sonido de sus respiraciones, aceleradas, superficiales y cargadas de anticipación.Lucien se acercó, sus manos temblaban ligeramente mientras la alcanzaban.Esta noche era su noche.La noche que ambos habían esperado, soñado, desde el momento en que se habían dicho "Sí, quiero".Sus dedos rozaron la delicada tela de su vestido, el satén fresco contra su piel. Encontró el primer botón en la nuca y, lenta y meticulosamente, comenzó a desabrocharlo. Su respiración se entrecortó a medida que cada botón cedía, revelando más de su suave e impecable piel. Inclinó, sus labios rozando la curva de su hombro, dejando un rastro de suaves besos que la hicieron estremecer.―Lucien... ―susurró Grace e inclinó la cabeza hacia un lado, permitiéndole más acceso, y él la tomó con entusiasm
C176- CONFRONTACIÓN PELIGROSA.Kate salió de la tienda de comestibles con una bolsa en una mano, mientras la otra descansaba instintivamente sobre su vientre. Las luces amarillas de las farolas pintaban sombras alargadas en la calle desierta. A lo lejos, un auto estacionado llamó su atención, pero decidió ignorarlo. Tenía cosas más importantes en mente.Avanzó hacia su coche, pero el sonido de una puerta abriéndose la hizo detenerse. De aquel auto salió Cristine, su silueta recortada contra la luz. Caminaba rápido, con una mirada que ardía de odio.—¡Hola perra! —la voz de Cristine era fría como el filo de un cuchillo—. Ahora tu y yo tenemos que hablar.Kate giró lentamente y la sorpresa era evidente en su rostro.—¿Cristine? —preguntó, tratando de entender la situación—. ¿Qué haces aquí? ¿Me estás siguiendo?Cristine soltó una risa amarga que resonó en la calle vacía.—No voy a darte explicaciones, estoy aquí para poner las cosas en claro. Se muy bien cuál es tu juego.Kate cruzó los
C177- QUIERO IRME.Aaron irrumpió en la sala de emergencias, con la respiración entrecortada y la mirada frenética. —¡Mi esposa! Kate Anderson... ¿Dónde está? ¿Cómo está? —preguntó al mostrador, con urgencia en la voz.La enfermera levantó la vista, notando el estado alterado de Aaron. Con un gesto profesional pero empático, se levantó de su asiento.—Señor Anderson, por favor, sígame.Sin decir nada más, Aaron asintió rápidamente y la siguió. Finalmente, la enfermera se detuvo frente a una puerta y la abrió. Aaron entró, y el aire pareció escapársele del pecho. Allí estaba Kate, acostada en la cama. Pálida, débil, con su cabello desordenado y una vía conectada a su brazo. Los monitores emitían pitidos rítmicos, pero lo que más lo golpeó fue su fragilidad.Kate abrió los ojos lentamente, como si sintiera su presencia. Al verlo, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios antes de que sus párpados volvieran a caer pesadamente.—Kate... amor, estoy aquí —dijo Aaron, acercándose. Su voz
C177- NO ES TU FELICIDAD.Kate había sido clara. Su decisión de separarse había sido firme, y aunque al principio él había intentado convencerla de lo contrario, ella no vaciló. En sus ojos se reflejaba una certeza de hierro, algo que Aaron no pudo romper con sus palabras, por más que las pronunciara llenas de desesperación. Y ahora la casa que había comprado para los dos, ahora era solo de ella.Pero él no podía quitársela de la cabeza. No solo a Kate, sino al bebé que iban a tener. La preocupación y el miedo seguían intactos, a pesar de que Cristine ya estaba tras las rejas. El recuerdo de lo que había sucedido, del peligro que habían corrido, aún lo atormentaba. Sabía que su instinto le decía que debía proteger a Kate a toda costa, pero ella había querido espacio.Y él se obligó a dárselo.Se levantó de su silla, desordenándose el cabello con las manos, como si ese gesto pudiera ordenar los pensamientos que giraban como un torbellino en su cabeza. Aún la extrañaba, aún sentía que