C129- YO PUEDO EXPLICARLO.La pequeña cafetería estaba tranquila, Lucien y Adeline estaban sentados frente a frente, cada uno con una taza humeante entre las manos. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que se habían visto, pero, sorprendentemente, la conversación fluía con naturalidad, como si los años no hubieran erosionado la conexión que alguna vez compartieron.—¿Y cómo está Zoe? Siempre me acuerdo de ella. —preguntó Lucien dándole un sorbo al café.Adeline sonrió cálidamente, sus dedos acariciando la taza.—Zoe está bien, creciendo demasiado rápido. Y aunque no lo creas, siempre habla de ti. Para ella, sigues siendo "su papi Lucien".Él levantó una ceja, sorprendido y conmovido.—¿De verdad? —Su voz sonó más suave—. No sabía que aún me recordaba así.Adeline asintió, con una sonrisa nostálgica.—¿Cómo no iba a hacerlo? Tú fuiste como un padre para ella, Lucien. Todavía guarda algunos de los cuentos que inventabas para dormirla. A veces, cuando tiene miedo, me dice: "Luci
C130-NO VOLVERÉ A PERDERTE.—Grace… puedo explicarlo… Solo… por favor, escucha lo que tengo que decir antes de sacar conclusiones.Grace cruzó los brazos, intentando mantener la calma mientras su corazón latía con fuerza.—Estoy escuchando, Lucien —respondió, su voz más fría de lo que había planeado—. ¿Con quién estabas?Él respiró hondo, como quien se prepara para saltar al vacío. Sabía que no había forma de suavizar lo que estaba a punto de decir, así que optó por la verdad.—Estaba con Adeline.El nombre cayó como una piedra entre ellos.Grace sintió que el aire abandonaba sus pulmones por un instante, y su rostro se tensó. Sus manos, relajadas hasta entonces, se cerraron en puños a los costados.Adeline.No necesitaba preguntar quién era; sabía perfectamente que era la mujer con la que Lucien había estado comprometido antes de que ella apareciera en su vida. La mujer que él había amado tanto como para criar a su hija como si fuera suya.Un torbellino de emociones la atravesó: sorp
C131- TÁMESIS.Los trillizos estaban en la sala, sentados en el enorme sofá con sus piernas balanceándose sobre el borde. —Mamá, ¿podemos ir contigo a comprar el regalo del abuelo? —preguntó Emma, juntando las manos como si estuviera suplicando.—Sí, por favor, mamá. ¡Prometemos portarnos bien! —añadió Olivia.James, más directo, cruzó los brazos y agregó con su voz decidida: —Yo puedo cargar las bolsas. Ya soy fuerte.Grace sonrió y caminó hacia ellos, agachándose para quedar a su altura. Les dio un beso en la frente a cada uno, deteniéndose un poco más en James, quien fingió estar molesto pero terminó sonriendo de lado.—Mis pequeños ayudantes, saben que me encantaría llevarlos, pero tienen sus lecciones. Y si no las hacen, el abuelo se va a enterar… y ustedes saben cómo se pone.Los tres hicieron un puchero sincronizado que habría derretido a cualquiera, pero Grace sabía mantenerse firme cuando era necesario. Justo en ese momento, la nana apareció en la puerta, con su característic
C132-VIVOS.El auto seguía ganando velocidad, deslizándose sin control por la pendiente que conducía directamente al río Támesis.—¡Lucien, no podemos pararlo! —gritó Grace, con los nudillos blancos por la fuerza con la que aferraba el volante. Las lágrimas nublaban su vista, pero no se atrevía a soltar el control del auto, aunque fuera inútil.Él, con los músculos tensos y la mente trabajando a toda velocidad, miró hacia adelante. El puente que cruzaba el Támesis estaba a solo unos cientos de metros, y el auto se dirigía directamente hacia la barandilla. Sabía que si no actuaban rápido, el impacto los lanzaría al río.—Grace, escúchame —dijo con calma, aunque su voz temblaba ligeramente—. Cuando te lo diga, gira el volante hacia la izquierda con toda tu fuerza. ¿Entendido?—¿Qué? ¡No vamos a poder girar! ¡Es demasiado tarde! —gritó ella, desesperada.—¡Confía en mí! —insistió, colocando una mano sobre la de ella en el volante—. ¡Ahora, gira!Grace, con un último aliento de esperanza,
C133- ALGUIEN QUIERE QUE MUERA.El hospital. Lucien y Grace estaban en una habitación privada, él recostado en la cama con un vendaje en la sien y ella sentada a su lado, con moretones en los brazos y una mirada perdida. La tensión en el aire era palpable, pero se volvió aún más densa cuando la puerta se abrió de golpe. Alexander entró primero, su rostro, usualmente sereno, ahora estaba marcado por la preocupación. Detrás de él, Alaric avanzó con paso firme, con su habitual expresión fría y calculadora. Ambos hombres se detuvieron al ver a Grace y Lucien, pero sus reacciones no pudieron ser más diferentes. —Grace, hija mía —dijo Alexander, acercándose; su tono fue paternal y suave—. ¿Estás bien? ¿Qué pasó? —Le tomó la cara entre sus manos, revisándola con ojos ansiosos. Grace asintió, aunque su voz tembló al responder. —Estamos bien, papá. Fue… fue un accidente. Alaric, sin embargo, no perdió tiempo en dirigirse a Lucien. Se acercó a la cama y lo miró con una mezcla de preocupació
C134- ¿QUIÉN DEMONIOS ES ESTE?Grace estaba sentada en el salón, con las manos alrededor de una taza de té caliente. Alexander, su padre, estaba a su lado, observando con una mezcla de ternura y orgullo cómo los trillizos corrían por el jardín con su gran danés llamado “Duque”. El perro, enorme pero de mirada dulce, perseguía a los niños, que gritaban y reían, llamándolo con entusiasmo. El animal se movía con una energía que parecía contagiosa, y por un momento, todo parecía perfecto.—Papá, ¿crees que es realmente necesaria una fiesta? —preguntó Grace, mirando a su padre con curiosidad mientras dejaba su taza sobre la mesa.Alexander dejó su propia taza con elegancia, como siempre hacía, y la miró con esos ojos que parecían saberlo todo.—Querida, es algo que ya he planeado. Como mi hija, es mi deber presentarte ante la sociedad. Es importante.Grace contuvo una risita, tratando de no sonar irrespetuosa.—Pero... no estamos en 1800, papá. No creo que sea algo necesario.Alexander se
C135- RECLAMAR LO QUE ES MÍO.Alexander sonrió con cortesía y presentó al hombre.—Grace, quiero presentarte a Dominico Montclair —dijo, con ese tono solemne que usaba para los negocios—. Es un socio importante en nuestras empresas.Dominico inclinó la cabeza en una reverencia elegante, con una sonrisa encantadora que parecía hecha a medida para desarmar a cualquiera. Además, vestía un traje impecable, y su porte irradiaba confianza.—Es un placer conocerte, Lady Grace —dijo, tomando suavemente la mano de ella para besarla. Su tono era cálido, pero había un brillo en sus ojos que lo hacía parecer más que un simple saludo formal.Grace sonrió, aunque algo incómoda.—El placer es mío, señor Montclair.—Oh, no… no me llames Dominico. Además, ¿me concederías este baile, Lady Grace? —preguntó, extendiendo su mano.Grace dudó un momento. Miró a su padre, quien asintió con aprobación, y luego al hombre frente a ella. No quería parecer descortés, así que, a pesar de la incomodidad que sentía,
C136- LA MASCOTA PERDIDA.La fiesta en el salón transcurría con la elegancia de siempre. Los invitados conversaban animadamente mientras la música de cuerdas llenaba el aire. Entre canapés, copas de champán y risas educadas, todo parecía perfecto… al menos en apariencia.Porque en un rincón del enorme salón, los trillizos, aburridos como siempre en eventos de adultos, se habían refugiado detrás de una cortina. Emma, Olivia y James observaban todo con ojos traviesos, buscando algo con lo que entretenerse. Fue entonces cuando lo vieron: el enorme gran danés del abuelo, descansando junto a la chimenea.—¡Miren! ¡Es Duque! —susurró Emma, señalando al perro, que bostezaba perezosamente.—¿Por qué Duque está aquí si no puede divertirse? —preguntó Olivia, frunciendo el ceño.—¡Es injusto! ¡Él también debería disfrutar de la fiesta! —añadió James, cruzándose de brazos.La idea surgió casi al mismo tiempo en las tres pequeñas cabezas.¿Por qué no "invitar" a Duque a unirse a la diversión? Sin