El rostro de Diana palideció, sabía que esa escena se daría tarde o temprano, se la imaginó miles de veces, en varias oportunidades la soñó, incluso hasta quiso regresar a San José a contarle, mas temía su reacción, no quería su desprecio, que negará al niño, considerando que cuando la fue a buscar a Atenas, ella le hizo creer que ahora estaba con otro; se lamentó ciento de veces por haber sido tan impulsiva, sin embargo, el mal estaba hecho y no podía regresar el tiempo para enmendar sus errores.—Miguel —. Apenas pudo pronunciar casi sin aliento. Él se carcajeó sin ganas, tratando de controlar su furia, vio de nuevo al pequeño, en sus brazos, quien lo miraba con una sonrisa radiante, ajeno al cataclismo que se estaba dando entre sus padres. Miguel no podía creerlo, sintió su corazón sangrar, no entendía como Diana pudo hacerle eso, tenía un hijo, al cual nunca vio hasta ese momento, eso era demasiado cruel.—¿Y después de cuánto? Cuatro años con ocho, nueve meses, ¿Solo tienes para
Por un momento, Miguel pensó que estaba soñando, por eso se permitió abandonarse al beso y fundirse con los labios de Diana, bebió de ellos como un sediento, hasta que sintió la pequeña mano acariciando su pecho, salió de la ensoñación, abrió los ojos de par en par y se las sostuvo por la muñeca para evitar que lo siguiera tocando.—¿Qué estás haciendo? —inquirió—. ¡No seas atrevida! Tú y yo no somos nada. Lo único que nos une es nuestro hijo, más nada, así que no te tomes esa confianza conmigo… entre nosotros nuestro único tema de conversación es Ángel, más nada —se levantó y salió a la sala ignorándola.—Miguel, por favor, no me ignores… yo me equivoqué… perdóname… —. Miguel la interrumpió.—Mejor hablemos de lo importante, mi hijo… no regresará a Grecia, mañana lo presento como mi hijo, para darle mi apellido y tenga derecho a la nacionalidad, no vas a poder sacarlo de aquí sin mi autorización y no voy a dártela —expuso con firmeza.Los ojos de Diana se humedecieron y lo tomó por e
Los presentes vieron marcharse a Miguel y a Diana con el niño, mas la expresión de Hefesto era de preocupación. —Voy a buscar el auto y a seguirlos, no puedo dejar a mi hija ir con Miguel, está muy alterado, me da miedo que pueda causarle daño —. Apenas terminó de pronunciar sus palabras Anaís, lo interrumpió.—Ese es el problema, ustedes han predispuesto a Diana en contra de Miguel y de cierta manera han sido responsable de este desenlace. No sé por qué razón les cuesta creer que mi hermano no es un hombre malo, cometió errores, pero eso es parte del pasado… no pueden seguir señalándolo cuando ha demostrado ser una persona ejemplar, que ahora lucha por proteger a los demás. Miguel sería capaz de arrancarse primero los brazos, antes de usarlo para dañar a la mujer que ama, porque a pesar de los años que pasaron separados, la sigue amando y nunca más se involucró con otra mujer, solo esperando que ella algún día volviera a su lado… por favor —declaró en un susurro—. ¡Ya basta! No sig
Marco estaba anonadado de la actitud de la chiquilla, no podía creer cómo podía ser tan maquiavélica esa criatura tan pequeña, inofensiva con aspecto de ángel, pero le estaba quedando claro que las apariencias engañan, porque era el demonio personificado. —¡Pequeña demonio! Te voy a agarrar y te voy a nalguear para que aprendas a comportarte y no meter en problemas a los demás —espetó furioso, aunque su rabia se acrecentó cuando la chica con absoluto descaro hizo un gesto haciendo una seña a su trasero, en modo de reto— ¡¿La voy a matar?! Su madre se paró en medio de los dos, miró de uno a otro. —¿Hebe qué sucedió? —inquirió ella preocupada. —Su hijo me bañó de agua helada y luego pretendía quitarme el vestido ¿Puede creer eso? Y yo luchando para que no me lo quitara, él es demasiado persistente —expuso con una expresión de sentirse ofendida. —Mamá ¿Le vas a creer a este demonio? ¿Sabes lo que hizo? Colocó un medicamento para inhibirme el deseo y no conforme con eso me grabó, y ex
Evan la llevó de luna de miel a Liberia, provincia de Guanacaste, una ciudad situada el norte de Costa Rica, cerca de la Península de Nicoya, en un recorrido en el avión privado de cuarenta y dos minutos, se hospedaron en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, el cual a su vez formaba parte de la red de hoteles que habían desarrollado en los últimos años los Estebans Ontiveros. Se hospedaron en una de las villas de dos habitaciones cercana al mar, la más alejada, donde el ruido de las olas, se escuchaban romper suavemente, dándole al lugar dando una sensación de absoluta paz.Luego de dejar su equipaje y cambiarse de ropa por una más cómoda, Evan la invitó a recorrer la playa.—Amada esposa, tengo una sorpresa para ti —expresó con una sonrisa.La tomó de la mano y juntos comenzaron a caminar por playa, en esa silenciosa tarde, sus pies se hundían en la blanca arena, cálida, producto de los rayos del sol que ya cansado, agonizaba en lo profundo del horizonte, un rojo casi naranja
Dos años y dos semanas después Lía terminaba de arreglar las maletas, para el viaje que realizarían al día siguiente en horas de la mañana a Atenas, cuando apareció Marco. —¿Se van todos? —inquirió mientras su madre lo veía con una expresión de molestia. —¿En verdad no piensas ir? ¿Vas a romperle el corazón a esa niña? —No tengo la culpa que se haya enamorado sola de mí, además, si era irritante cuando tenía diez años, y de quince me hizo una travesura que jamás podré olvidar y que me ha costado superar, no quiero ver lo que sea capaz ahora cuando tiene dieciocho años —expuso abriendo los ojos de par en par como si la sola idea lo asustara. —Ella te mandó una invitación especialmente para ti Marco, no deberías hacerle un desplante, anda a Atenas, le presentas tus saludos y te regresas… eso es educación, cordialidad —articuló Lía un poco irritada. —¡No voy a ir mamá! No insistas. Salúdala de mi parte. Le enviaré una caja de chocolates, ya que tanto le gusta —pronunció en un tono
Hebe no podía contener su emoción, el corazón parecía que lanzaba brinco en su pecho. Además, no podía creer la petición de Marco, durante casi toda su vida, soñó y esperó ese momento y en verdad, la realidad estaba superando la imaginación, porque ese encuentro entre ella y Marco, estaba saliendo mucho más hermoso de cómo lo imaginó, el gesto de los chocolates y pedirle matrimonio a través de la nota, le parecía una acción original y romántica, sin embargo, estaba muy nerviosa, se preguntaba si aceptarlo ahora sería lo correcto, o si podía ponerlo a esperar un poco.Entretanto, Marco vio cuando en el rostro de la chica se dibujaban decenas de expresiones, y se acercó con pasos lentos a ella. —Sé que durante este tiempo me he mantenido en apariencia lejos de ti, aunque la realidad es que conozco cada uno de tus pasos, pero no podía estar cerca, necesitaba que crecieras y estuvieras listo para mí —Marco le acarició el rostro con suavidad, mientras el cuerpo de Hebe se estremecía—, ca
Hebe se miraba al espejo, terminándose de colocar un maquillaje suave, no muy profundo, porque no quería llamar la atención; planchó con la mano su vestido de tirantes, coqueto y sexy, consejo de su mejor amiga. No obstante, al ver el reflejo en el espejo, se dio cuenta de que era demasiado descubierto, pero no creía que le diera tiempo para cambiarlo, por esa razón decidió dejarlo.Hoy sería su primera salida después de haber hecho el trato con Marco, sería un mes en el cual ambos podían salir con otras personas, y el otro no pondría ninguna objeción, sin embargo, ella pensaba mucho en cómo reaccionaría si lo viera con otra, a decir verdad esa idea no era de su agrado, mas estaba dispuesta a tolerarlo, no sabía que esa creencia sería probada dentro de muy poco tiempo.Escuchó los toques en la puerta y dio la voz de pase.—Hola hermanita, ya tu cita te está esperando en la sala, ¡Adivina! Mi papá lo sentó y le está leyendo la cartilla, le contó que andas detrás de un hombre que te du