Marco nunca vio tan enojada a Hebe, y mucho menos la escuchó decir que no quería nada con él, eso hizo que las alarmas en su cabeza se encendieran, se levantó, sacudiéndose la ropa para quitar todo lo que le lanzó encima y para ir corriendo tras de su chica.—Lo siento, debo ir tras de mi novia, discúlpame esa —le dijo a la muchacha que lo acompañó, sacando un dinero y colocándolo en su regazo—. Son para que pagues el taxi de vuelta a tu casa. Dicho eso, corrió como si su vida dependiera de ello, lamentablemente, cuando estaba llegando a la altura de dónde ella se encontraba, esta subió a un taxi sin siquiera dar una mirada atrás, se fue. Se quedó en el estacionamiento, sintiéndose frustrado.—¡Maldición! —exclamó molesto consigo mismo, por llevar a Hebe al límite, solo quería que ella viera la diferencia del trato ofrecido por él, y aquel que le estaba dando su cita.Sin embargo, le salió como dicen, el tiro por la culata, porque ella se enojó tanto, al punto de terminar su relació
Hebe se llevó su auto, un regalo reciente por su cumpleaños de su padre, al llegar a la discoteca, su amiga justo estaba llegando.—Estoy sorprendida de que decidieras venir, de verdad que no me lo esperé… siempre has rechazado las invitaciones porque solo ves por los ojos de Marco —pronunció la muchacha blanqueando los ojos en un gesto de fastidio.—Pues no será así, he terminado con él, no quiero volver a verlo ¡Es un idiota! ¿Puedes creer que saboteó mi salida de anoche? Puso a mi hermanito a darle consejos al chico, diciéndole que no me gustaba que me atendieran, que me gustaba pagar las cuentas, al mismo tiempo se apareció con una chica, dándole todas las atenciones que hizo que me cita no me diera… por eso me molesté y no deseo volverlo a ver, quedamos que dejaríamos al otro estar por un mes con otras compañías, y él se atrevió a sabotear la mía y mientras él si disfrutaba la suya tranquilamente. —No entiendo por qué si se aman hicieron ese trato tan absurdo —replicó la chica
Marco no podía contener la risa, estaba a punto de carcajearse al ver el rostro teñido de carmesí de Hebe y los puños apretados a un lado de su cuerpo, como si estuviera a escasos segundos de atacarlo.—¡Eso es mentira! Yo no tengo hijos trillizos contigo, solo eres un loco que me está acosando y si sigues así voy a llamar a la policía para que te detengan —protestó ella alzando la cabeza en un gesto desafiante, sin embargo, esa actitud poco le importó a Marco, se limitó a hacer un gesto dramático al mismo tiempo que negaba con la cabeza.—Ahora nos estás negando —se puso la mano en el pecho, como si en cualquier momento fuera sufrir un infarto—. Eso en verdad hiere mi corazón ¿Cómo se van a sentir nuestros trillizos siendo despreciados por su propia madre? No miento y voy a demostrárselos —respondió porque la gente empezó a dudar de su palabra y enseguida él dejó roda la voz de Hebe hablando de sus trillizos y la protesta en la gente no se hizo esperar.—¡Eres un patán! ¿Qué estás tr
Marco condujo a la mayor velocidad que le permitía las leyes de tránsito, estaba ansioso por estar con Hebe, desde que prácticamente cumplió los diecisiete, comenzó a marcar en un calendario los días que iban pasando, esperó con ansiedad ese momento. Debió dejar ir a sus padres y demás familiares a Atenas antes, para que no supieran de sus planes y así pudieran poder presentarse ante Hebe sin mentiras y no ser descubiertos, porque ella era muy perceptiva.Los únicos que conocían la verdad eran su hermano y cuñada, fueron sus cómplices porque después de todo se trataba de su gemelo y su futura esposa, no tenía ningún secreto para con ellos, eran las personas que más lo conocían, incluso más de lo que se conocía él mismo.Llegó al estacionamiento del apartamento de su hermano Diego, en el cual vivió mientras estuvo en Atenas, abrió la guantera del auto y sacó una venda que había guardado allí, por asesoría de Anaís.—Hebe, tengo una sorpresa para ti… luego de subir en el ascensor cuando
Dos meses después La emblemática Catedral Metropolitana Santuario Nacional de San José, caracterizada por estar diseñado con una arquitectura neoclásica y barroco, se engalanó para celebrar una boda doble, la de los hermanos Estebans Ontiveros, ambos nerviosos esperaban en el altar a las dos hermosas mujeres que había robado su corazón, Diego, por su parte sentía que el cuello de su camisa se apretaba más y a Marco, no le iba mejor, sus manos sudaban de forma copiosa, sin embargo, eso no impedía que cada uno se burlara del otro. —Marco, estoy recordando que tú y yo tenemos una apuesta, en esa oportunidad, te dije que si entre ocho a diez años te llegabas a casar con Hebe debes darme lo que te pida, si, por el contrario, pasaba ese tiempo y no te casabas con ella, yo te daría lo que me pidieras ¿Y qué crees? Te estás casando. Como has perdido debes cumplir tu apuesta. Mi petición no tiene límites, debes darme lo que sea, por ahora debes pagar el costo de la boda, el viaje de mi luna
La fiesta estaba en pleno apogeo en los jardines de la casa Estebans Ontiveros, cuando Diego decidió escaparse con su esposa, pero antes de poder llegar al autor sin ser visto, los interceptó su hermano Marco y Hebe.—Así que se piensan escapar, eres un pasado hermano, hicimos un trato de que nos casaríamos el mismo día y estaríamos la primera vez con nuestras esposas —pronunció Marcos, arrepintiéndose luego de que sus palabras escaparon de su boca, al darse cuenta de que su hermano lo veía acusadoramente.—¿En serio hermano estás diciéndome eso? Yo no pensaba decirte nada, porque bueno, comprendí que estuvieras ansioso porque esperaste a Hebe por mucho tiempo. Ya sé que estuvieron en Atenas, en mi apartamento, el vino que se sirvieron y hasta… —Anaís le puso la mano a su esposo en el brazo para que no siguiera hablando y este se quedó callado. Marco lo miró extrañado sin comprender, por un momento su rostro se tiñó de un leve carmesí.—¿Cómo sabes eso? —interrogó el joven, antes de
Anaís no pudo evitar el estremecimiento de su cuerpo ante el contacto de las manos de Diego sobre su piel, se sentía como en una especie de burbuja flotando, él delineó su rostro, acariciándolo muy cerca, aunque sin tocarlo, su leve contacto creaba como una especie de campo magnético, haciendo erizar su piel. —¡Eres hermosa! Eres lo que siempre esperé, eres mi otra mitad, mi luz en las noches oscuras, mi oasis en el desierto, mi abrigo en las noches frías, mi agua fresca cuando estoy sediento, el alimento que me sacias, mi rayito de sol, que me calienta en el invierno —susurraba con voz ronca. —Y tú lo eres todo para mí, eres mi aliento cuando las fuerzas se agotan, mi brújula cuando estoy perdida, eres mi equilibrio, mi cordura, mi amor —pronunció ella, cerrando los ojos, mientras las manos del hombre la acariciaban con ternura. Diego sacó la punta de la lengua y delineó sus labios, ella sintió su cuerpo en llamas, sobre todo en ese ardiente rincón de su cuerpo, lo sintió palpitar,
Un año despuésLos cuatro chicos observaban a sus padres sentados en el jardín, rodeados de los nietos, de su hijo menor y de sus abuelos, Eugenia y Marcos. Un par de meses antes murió su abuela Emilia, la madre de su abuelo, la cacatúa como la llamaba su madre, sin embargo, los últimos años de su vida fueron apacibles, después de todo tenía ciento cuatro años al momento de su muerte, estaba lucida, porque pese a que sus extremidades ya no le funcionaban del todo bien, la lengua, era un músculo que nunca dejó de hacerlo.—Es increíble como ha pasado el tiempo, como ha cambiado nuestras vidas —dijo una nostálgica Lía.Con su mirada, la chica fue recorriendo a cada uno de los presentes, el primero en ver, fue a su hijo mayor corriendo detrás de su hermano y de los mellizos de Bianca, una niña y un niño, atrás Zeus y Evan sonriendo con las travesuras de sus hijos. A un lado de sus padres, sus cuñadas Diana, Anaís y Hebe, conversaban animadas amamantando a sus pequeños de tan solo tres me