La pequeña tomó a Marco del brazo mientras esté palidecía, tragó grueso, sobre todo al ver la fiereza en el rostro de su tío Hefesto.
«¿Qué diablos le pasó a esta niña? ¿Acaso se le corrió una teja?» se dijo, más antes de poder hablar, la pequeña volvió a tomar la palabra.—No me mires como si fuese loca, tampoco lo pienses. Sé que soy una niña, aunque igual voy a crecer algún día ¿Acaso piensas que me quedaré de este tamaño? Mientras tanto, tendrás que esperarme. Puedes ir a fiestas, no solo. Siempre debes salir con Diego o mi hermano Evan.La niña se aferró con fuerza de la mano de Marco, a la par que este intentaba liberarse, parecía como si ella se hubiese adherido a su brazo, vio a Diego con una expresión de auxilio, y su hermano solo estaba divirti&eacuEl rostro de fiereza de la pequeña Hebe, cohibió a Anaís, al punto de hacerla retroceder un poco. Marco se acercó a la chica de manera protectora y reprendió a la chiquilla. —No debes tratar a Anaís de esa manera, además, yo no soy tu marido, eres una niña y los maridos son para las mujeres adultas. Ahora ya deja tus locuras, porque si sigues de esa manera ni siquiera voy a quererte tratar —mencionó Marco en tono severo. —¡Ya vas a ver qué sí eres mi marido! Y ella —expresó mirando molesta a Anaís—, debe mantenerse alejada de ti, porque ninguno de los dos me conoce y no saben de lo que soy capaz, hasta calva te puedo dejar. Apretó la boca con una expresión de desagrado y salió protestando, Diego la siguió y la detuvo. —Hebe, ¿Por qué estás tan molesta? Te prohíbo que le causes daño a Anaís —pronunció el chico en tono severo. —¡Ella me quiere quitar mi marido! Debo pensar en un fuerte castigo para ella, yo no soy juego. —¡No Hebe! Númer
Ante las palabras de Marco, Evan se quedó estático, meditando en que respuesta darle, no quería exponer a Diego y crear un abismo entre ambos.Hebe, como estaba cerca de su hermano, se acercó con una sonrisa.—¿Buscas a Diego? —interrogó con inocencia.—Sí, ¿Lo has visto? —preguntó Marco y ella se sonrió con una expresión de picardía.—Sí, andaba con Anaís y… ¿Estás segura de que ella es tu novia y te es fiel? —Marco la vio con un gesto de desconcierto, si bien sabía que esa pequeña no era tan simple, mas prefirió no responderle—. Porque los vi besándose en el lateral izquierdo del jardín.Marco no hizo ningún gesto, caminó hacia donde le indicó la niña, seguido de cerca por un preocupado Evan.—Marco, no vayas a cometer
La rabia se agitaba en el interior de Diego como si fuesen las olas de un tormentoso mar, no pensó en más nada, sino en hacerle pagar a Miguel por todo el mal que le hizo a Anaís, se subió al auto y arrancó como alma que lleva al diablo, sus ojos se nublaban, por momentos dejaba de ver la carretera, sin embargo, eso no le impedía seguir acelerando. No supo cuánto tiempo tardó, ni cuantos semáforos pasó en rojo, las palabras de la chica le martillaban en la cabeza, causando un profundo tormento en él.—No debí huir de esa manera, así mi hermano la amara, debí quedarme y ayudar a cuidarla ¡Soy un imb3cil! —exclamó golpeando el volante con fuerza.Llegó al frente de la residencia de los Araya, entró corriendo, abrió la puerta de la verja con una fuerte patada, la ira no había menguado lo mínimo en él.—
Miguel padre observó orgulloso a su hijo cuando se dio cuenta de que lo obedeció y terminó disparándole al segundo hijo de Marcos Estebans.—Dame el arma y le doy el tiro de gracia en la cabeza, le diste fue en la pierna, así puede quedar vivo —pidió el hombre extendiendo su mano para quitarle el arma a su hijo.—No te preocupes papá, me encargaré de eso, no creo que quede vivo, el disparo se lo di afectando su arteria y vena femoral, nadie lo salvará, morirá en tres minutos.—¿Cómo lo sabes? —preguntó el hombre sin entender.—Porque tengo muy buen conocimiento del cuerpo humano, sé dónde puede o no hacer daño. No te preocupes por este Esteban, déjame llevármelo y tirar su auto por algún desfiladero con él dentro. Así su familia no podrá encontrarlo con facilidad —respir
Treinta minutos antesMiguel, luego de haber realizado un largo recorrido, cuando se dio cuenta de que estaba fuera del alcance de las cámaras de tránsito, se estacionó a un lado de la calzada, se bajó y miró en el asiento trasero, vio que de la herida de Diego brotaba sangre. Rompió la manga de la camisa, hizo una especie de venda, apretó con fuerza el orificio de la bala, haciéndole presión para evitar que siguiera sangrando.—Lo que le sobra de inteligencia a tu hermano, te falta a ti ¡Eres un idiota Diego! ¿Cómo te pusiste al alcance de tus peores enemigos? No tienes idea del gusto que me di disparándote, no sabes cómo luché para no hacer el disparo un poco más arriba y cegarte la vida como era mi más ferviente deseo.—Complaciendo a papi… eres un hombre manipulable —lo mofó Diego.&mdas
Marcos tomó el teléfono y comenzó a hacer llamadas a varios amigos que trabajaban en cuerpos de seguridad, para pedirles que lo ayudaran a buscar a su hijo.—Marco, ¿Hace cuanto tiempo se extravió? —preguntó el hombre al otro lado de la línea.—En realidad, hace unas pocas horas, el problema es que se veía alterado cuando salió, presumimos que a enfrentar al padre de la chica de la cual está enamorado.—Envíame la dirección de donde supones estuvo por última vez, quizás revisando las cámaras de tránsito podemos verificar su paradero. No te preocupes, hermano, que vamos a encontrarlo —señaló el hombre al otro lado de la línea y Marcos sintió un poco de alivio.Antes de cortar la comunicación, aparecieron las gemelas, Marco y Evan.—¿Qué ha sucedido,
Miguel Araya tomó el carro de su hijo y se lo llevó a los hombres de Oswaldo, que estaban aproximadamente a tres cuadras de su casa, esas fueron las instrucciones que le dio Oswaldo, después de decirle que su hijo asesinó a Diego, por eso se vio obligado a regresar a pie a la casa, apenas entró, escuchó los pasos de alguien entrando, cuando salió se trataba de Marco, sus hermanas y su hija. Nunca pensó que ese momento terminaría en una disputa, que terminaría haciéndole romper toda relación con los Estebans Ontiveros, retuvo a su hija y esta aceptó quedarse. Eso lo emocionó, porque así podría llevársela a Oswaldo y este le daría una buena recompensa por ella.Después de marcharse Marco con sus hermanas, Anaís se enfrentó a su padre.—¿Lo tienes verdad? ¿Tienen a Diego?¿Qué le hicieron? &md
Miguel fue golpeado, recibía golpe tras golpes, si hubiesen sido dos hasta tres quizás habría podido defenderse, mas en esa desventaja numérica de más de seis hombres contra él, no podía hacer nada y su desespero fue mayor al ver al desgraciado de Oswaldo atrapando a su hermana.—¡Suéltala m4ldito! ¡No la toques! Anaís, hermana, mi princesa, ¡Resiste! No te dejes tocar con ese animó —pronunció desesperado, sintiendo como el miedo atenazaba en su interior, no podía soportar eso, no se creía capaz de vivir con esa culpa de que su hermana fue abusada frente a él y no pudo hacer nada.«¿Cómo mi padre se atrevió a entregársela a Oswaldo? ¿Qué clase de padre hace eso? ¿Qué tipo de ser humano es?» se preguntaba asqueado, sintiendo una profunda tristeza en su interior que lo taladraba cau