Marco miraba de uno a otro, sin embargo, ninguno de los dos se atrevió a pronunciar palabra, parecía como si hubiesen quedado mudos, fue Anaís quien terminó rompiendo el silencio.
—Marco, yo te diré la verdad, mira… —antes de poder terminar su frase, Miguel la interrumpió.
—Tranquila Anaís, seré yo quien le diga lo sucedido a Marco, Diego estaba discutiendo conmigo por lo que le pasó a Diana… me estaba reclamando por haberla acusado y obligándome a qué me fuera de la clínica, Anaís nos siguió y me recriminó, ambos terminamos gritándole diciendo que no se metiera y después golpeándonos entre nosotros —terminó de decir Miguel con aparente tranquilidad.
Marco no dijo nada, su expresión era inescrutable, no revelaba ninguno de sus pensamientos, por lo cual no se podía determinar si les había creído o no, aunque ambos dieron por sentado que les creyó. Por unos segundos, Marco se quedó pensativo, hasta dirigir su mirada a Diego.
—Miguel, Anaís, por favor, d
—¡No protestes! Si hubieses ido a tu casa supieras lo que está sucediendo —explicó Marco con tranquilidad—. Mamá y papá están pasando por el peor momento de su matrimonio.—¡No te creo! Esos viven peleando y al final se reconcilian, esa es la parte que más les gusta. Ya verás como en unas horas parecen siameses.—Esta vez es real Diego, tienen más de doce horas sin tratarse —explicó Marco y una expresión de preocupación se dibujó en Diego.—¿No se estarán viendo a escondidas? Para asustarlos a ustedes —alegó Diego sin poder creer en las palabras de su hermano, porque ese hecho le parecía imposible.—Esta vez, no creo hermano, las cosas no están fáciles, papá durmió en el despacho porque mamá le pasó el seguro a la puerta y no lo dejó entrar
Lía suspiró ante la pregunta de Diego, vio la preocupación en sus ojos y notó algo más, aunque lo observó fijamente por unos segundos, no logró dilucidar la razón.—Diego, yo te contaré sobre lo que pienso y siento respectó a la situación de tu papá y yo, si tú me cuentas las tuyas.Sus palabras sorprendieron a Diego, quien esta vez rodeó la habitación con los ojos como si estuviera buscando algo, Lía no sabía si se debía a una forma de evadir la conversación con ella, o si efectivamente estaba buscando algo en su dormitorio. Después de unos segundos, no supo cuánto, él la miró a los ojos con una expresión de angustia.—¿Qué quieres saber de mi mamá? —interrogó mientras llevaba una mano hasta su nuca y se acariciaba con un gesto de desesperación.—Nunca hemos podido hablar bien por diferentes circunstancias, yo soy tu madre y te amo, quiero lo mejor para ti. No entiendo por qué no confías en mí para contarme tus cosas —lo recriminó su madre.—Mamá, ¿Cómo vas a decir q
Lía salió del baño sonriéndole a su pequeño, abriendo los brazos de par en par para apretujarlo.—¡Qué bueno bebé! Diego, ¿Verdad, que es adorable tu hermano? Es todo un angelito, nada que ver con lo tremendo que eran ustedes, cuando tenían cuatro años, ustedes eran terribles, en cambio, Alonzo es un sol. Considero que no le hubieses dado tanto dinero, no quiero que cuando crezca sea un ambicioso.Diego hizo una mueca «Lucifer también era un ángel y se convirtió en Satanás, y el ángel tuyo va por el mismo camino», se dijo mentalmente fingiendo una sonrisa, entretanto el pequeño demonio ponía un rostro tan adorable, que era imposible acusarlo de algo malo.—Si es adorable, tu ángel mamá —pronunció con sarcasmo, pese a ello su madre no se dio cuenta de su tono, mientras el pequeño tra
Marco vio a su hermano muy bien vestido, buscando algo que comer en las gavetas de la cocina.—¿Y eso? ¿Acaso amaneciste muy hambriento? En una hora sirven el desayuno.—¡No voy a desayunar! Iré al aeropuerto a recibir a mi tío Hefesto y a su familia, aunque Evan también va al aeropuerto, al parecer también vienen Zeus y su padre —respondió con tranquilidad Diego, no se dio cuenta de que Lía, su hermana, lo escuchó, sino hasta oírla hablar.—¿Zeus? ¿Él viene? —preguntó sin contener la expresión de emoción en su rostro.— Si Zeus viene —respondió Diego mirando a Marco sin entender muy bien—. ¿Por qué te alegras? Ya ustedes no tienen nada en absoluto ¿O me perdí de algo?El rostro de la muchacha se tiñó de un tenue color carmesí y no fue nece
La pequeña tomó a Marco del brazo mientras esté palidecía, tragó grueso, sobre todo al ver la fiereza en el rostro de su tío Hefesto.«¿Qué diablos le pasó a esta niña? ¿Acaso se le corrió una teja?» se dijo, más antes de poder hablar, la pequeña volvió a tomar la palabra.—No me mires como si fuese loca, tampoco lo pienses. Sé que soy una niña, aunque igual voy a crecer algún día ¿Acaso piensas que me quedaré de este tamaño? Mientras tanto, tendrás que esperarme. Puedes ir a fiestas, no solo. Siempre debes salir con Diego o mi hermano Evan.La niña se aferró con fuerza de la mano de Marco, a la par que este intentaba liberarse, parecía como si ella se hubiese adherido a su brazo, vio a Diego con una expresión de auxilio, y su hermano solo estaba divirti&eacu
El rostro de fiereza de la pequeña Hebe, cohibió a Anaís, al punto de hacerla retroceder un poco. Marco se acercó a la chica de manera protectora y reprendió a la chiquilla. —No debes tratar a Anaís de esa manera, además, yo no soy tu marido, eres una niña y los maridos son para las mujeres adultas. Ahora ya deja tus locuras, porque si sigues de esa manera ni siquiera voy a quererte tratar —mencionó Marco en tono severo. —¡Ya vas a ver qué sí eres mi marido! Y ella —expresó mirando molesta a Anaís—, debe mantenerse alejada de ti, porque ninguno de los dos me conoce y no saben de lo que soy capaz, hasta calva te puedo dejar. Apretó la boca con una expresión de desagrado y salió protestando, Diego la siguió y la detuvo. —Hebe, ¿Por qué estás tan molesta? Te prohíbo que le causes daño a Anaís —pronunció el chico en tono severo. —¡Ella me quiere quitar mi marido! Debo pensar en un fuerte castigo para ella, yo no soy juego. —¡No Hebe! Númer
Ante las palabras de Marco, Evan se quedó estático, meditando en que respuesta darle, no quería exponer a Diego y crear un abismo entre ambos.Hebe, como estaba cerca de su hermano, se acercó con una sonrisa.—¿Buscas a Diego? —interrogó con inocencia.—Sí, ¿Lo has visto? —preguntó Marco y ella se sonrió con una expresión de picardía.—Sí, andaba con Anaís y… ¿Estás segura de que ella es tu novia y te es fiel? —Marco la vio con un gesto de desconcierto, si bien sabía que esa pequeña no era tan simple, mas prefirió no responderle—. Porque los vi besándose en el lateral izquierdo del jardín.Marco no hizo ningún gesto, caminó hacia donde le indicó la niña, seguido de cerca por un preocupado Evan.—Marco, no vayas a cometer
La rabia se agitaba en el interior de Diego como si fuesen las olas de un tormentoso mar, no pensó en más nada, sino en hacerle pagar a Miguel por todo el mal que le hizo a Anaís, se subió al auto y arrancó como alma que lleva al diablo, sus ojos se nublaban, por momentos dejaba de ver la carretera, sin embargo, eso no le impedía seguir acelerando. No supo cuánto tiempo tardó, ni cuantos semáforos pasó en rojo, las palabras de la chica le martillaban en la cabeza, causando un profundo tormento en él.—No debí huir de esa manera, así mi hermano la amara, debí quedarme y ayudar a cuidarla ¡Soy un imb3cil! —exclamó golpeando el volante con fuerza.Llegó al frente de la residencia de los Araya, entró corriendo, abrió la puerta de la verja con una fuerte patada, la ira no había menguado lo mínimo en él.—