Diana lo escuchó disculparse, pero no giró su vista para verlo, entretanto no podía controlar las lágrimas que rodaron por su rostro como si fueran cascadas de aguas desbordándose en plena temporada de lluvias.
Miguel se sentía miserable, por su culpa la habían lastimado de esa manera, le dolía como le dejaron su hermoso rostro, solo resaltaban los grandes moretones y lo hinchado de sus mejillas. No podía aplacar el remordimiento en su interior, después de todo, resultó tan cobarde como su padre aunque no haya sido él directamente quien la hirió, propició todo eso.
—Diana, por favor… lo siento.
Volvió a disculparse y caminó hacia donde ella tenía el rostro, la chica hizo intento de girarse, pero él la tomó con suavidad, ella lo miró de manera acusatoria; por varios segundos sus ojos se encontraron, Miguel acarició su rostro con suma delicadeza, fue como sentir el contacto de un leve aleteo de mariposa.
—De verdad lo siento… yo estaba… —no pudo continu
—¡Anaís! —fueron las primeras palabras que pronunció Diego, apenas logró recuperar el aliento después de haberse atragantado.Ella lo miró con una expresión indiferente, al mismo tiempo que apartaba su rostro a un lado, dando la impresión que no lo quería ver, aunque la verdad era todo lo contrario, no le importaría pasar todo el día viéndolo, no obstante, escucharlo decir que era el novio de Diana, causó un profundo pesar en su corazón.—Anaís, respóndeme… te estoy saludando —repitió el chico en tono suplicante, sin dejar de verla.Al final a ella no le quedó otra opción, sino girar su vista hacia él y esa fue su perdición, porque todo de ese hombre le atraía y su cuerpo reaccionaba como el hierro ante un imán, observar sus ojos brillando de la emoción, le producía un vuelco en el estómago.Él se acercó lentamente, le provocaba abrazarla y no soltarla nunca más, su corazón palpitaba enloquecido en su pecho como una locomotora descarrilada, la habitación se llenó como un
Evan apenas vio salir a Anaís, entró a la habitación de su hermana junto con Bianca, sus semblantes eran de preocupación.—¿Qué pasó Diana? ¿Por qué Anaís salió de esa manera? ¿Qué le dijiste? Te conozco y sé que no tienes llagas en la lengua para decirles las cosas a las personas en la cara. —expuso su hermano preocupado.—Ah, bueno, ya sabes cómo soy… tú me conoces hermanito, opino que a la gente debe decírsele la verdad por muy dura que sea, y dársele unas sacudidas de vez en cuando si se niegan a reaccionar por las buenas. Diego es mi amigo y me consta todo lo que ha sufrido separado de sus hermanos. Fueron numerosas las veces que lo encontré tirado en su habitación, llorando por no estar con su gemelo y sus mellizas, con sus padres. El día de su cumpleaños, siempre se encerraba y se acostab
Marco miraba de uno a otro, sin embargo, ninguno de los dos se atrevió a pronunciar palabra, parecía como si hubiesen quedado mudos, fue Anaís quien terminó rompiendo el silencio. —Marco, yo te diré la verdad, mira… —antes de poder terminar su frase, Miguel la interrumpió. —Tranquila Anaís, seré yo quien le diga lo sucedido a Marco, Diego estaba discutiendo conmigo por lo que le pasó a Diana… me estaba reclamando por haberla acusado y obligándome a qué me fuera de la clínica, Anaís nos siguió y me recriminó, ambos terminamos gritándole diciendo que no se metiera y después golpeándonos entre nosotros —terminó de decir Miguel con aparente tranquilidad. Marco no dijo nada, su expresión era inescrutable, no revelaba ninguno de sus pensamientos, por lo cual no se podía determinar si les había creído o no, aunque ambos dieron por sentado que les creyó. Por unos segundos, Marco se quedó pensativo, hasta dirigir su mirada a Diego. —Miguel, Anaís, por favor, d
—¡No protestes! Si hubieses ido a tu casa supieras lo que está sucediendo —explicó Marco con tranquilidad—. Mamá y papá están pasando por el peor momento de su matrimonio.—¡No te creo! Esos viven peleando y al final se reconcilian, esa es la parte que más les gusta. Ya verás como en unas horas parecen siameses.—Esta vez es real Diego, tienen más de doce horas sin tratarse —explicó Marco y una expresión de preocupación se dibujó en Diego.—¿No se estarán viendo a escondidas? Para asustarlos a ustedes —alegó Diego sin poder creer en las palabras de su hermano, porque ese hecho le parecía imposible.—Esta vez, no creo hermano, las cosas no están fáciles, papá durmió en el despacho porque mamá le pasó el seguro a la puerta y no lo dejó entrar
Lía suspiró ante la pregunta de Diego, vio la preocupación en sus ojos y notó algo más, aunque lo observó fijamente por unos segundos, no logró dilucidar la razón.—Diego, yo te contaré sobre lo que pienso y siento respectó a la situación de tu papá y yo, si tú me cuentas las tuyas.Sus palabras sorprendieron a Diego, quien esta vez rodeó la habitación con los ojos como si estuviera buscando algo, Lía no sabía si se debía a una forma de evadir la conversación con ella, o si efectivamente estaba buscando algo en su dormitorio. Después de unos segundos, no supo cuánto, él la miró a los ojos con una expresión de angustia.—¿Qué quieres saber de mi mamá? —interrogó mientras llevaba una mano hasta su nuca y se acariciaba con un gesto de desesperación.—Nunca hemos podido hablar bien por diferentes circunstancias, yo soy tu madre y te amo, quiero lo mejor para ti. No entiendo por qué no confías en mí para contarme tus cosas —lo recriminó su madre.—Mamá, ¿Cómo vas a decir q
Lía salió del baño sonriéndole a su pequeño, abriendo los brazos de par en par para apretujarlo.—¡Qué bueno bebé! Diego, ¿Verdad, que es adorable tu hermano? Es todo un angelito, nada que ver con lo tremendo que eran ustedes, cuando tenían cuatro años, ustedes eran terribles, en cambio, Alonzo es un sol. Considero que no le hubieses dado tanto dinero, no quiero que cuando crezca sea un ambicioso.Diego hizo una mueca «Lucifer también era un ángel y se convirtió en Satanás, y el ángel tuyo va por el mismo camino», se dijo mentalmente fingiendo una sonrisa, entretanto el pequeño demonio ponía un rostro tan adorable, que era imposible acusarlo de algo malo.—Si es adorable, tu ángel mamá —pronunció con sarcasmo, pese a ello su madre no se dio cuenta de su tono, mientras el pequeño tra
Marco vio a su hermano muy bien vestido, buscando algo que comer en las gavetas de la cocina.—¿Y eso? ¿Acaso amaneciste muy hambriento? En una hora sirven el desayuno.—¡No voy a desayunar! Iré al aeropuerto a recibir a mi tío Hefesto y a su familia, aunque Evan también va al aeropuerto, al parecer también vienen Zeus y su padre —respondió con tranquilidad Diego, no se dio cuenta de que Lía, su hermana, lo escuchó, sino hasta oírla hablar.—¿Zeus? ¿Él viene? —preguntó sin contener la expresión de emoción en su rostro.— Si Zeus viene —respondió Diego mirando a Marco sin entender muy bien—. ¿Por qué te alegras? Ya ustedes no tienen nada en absoluto ¿O me perdí de algo?El rostro de la muchacha se tiñó de un tenue color carmesí y no fue nece
La pequeña tomó a Marco del brazo mientras esté palidecía, tragó grueso, sobre todo al ver la fiereza en el rostro de su tío Hefesto.«¿Qué diablos le pasó a esta niña? ¿Acaso se le corrió una teja?» se dijo, más antes de poder hablar, la pequeña volvió a tomar la palabra.—No me mires como si fuese loca, tampoco lo pienses. Sé que soy una niña, aunque igual voy a crecer algún día ¿Acaso piensas que me quedaré de este tamaño? Mientras tanto, tendrás que esperarme. Puedes ir a fiestas, no solo. Siempre debes salir con Diego o mi hermano Evan.La niña se aferró con fuerza de la mano de Marco, a la par que este intentaba liberarse, parecía como si ella se hubiese adherido a su brazo, vio a Diego con una expresión de auxilio, y su hermano solo estaba divirti&eacu