Diego no podía creer en la maldad de ese siniestro demonio, no podía llamarse niña a un ser tan maquiavélico como ese, pensó mientras su sangre bullía por dentro producto del enojo.
—Hebe, no puede ser una niña, seguramente es una criatura infernal que se instaló en ese cuerpo infantil para dar la apariencia de un ángel y engañarlos a todos —pronunció en voz alta mientras salía de la ducha y se paraba frente al espejo a mirarse, casi le da un ataque al ver su hermoso cabello destruido, se le veían espacios sin un solo pelo.
» ¡No puede ser! Me destruyó el cabello por completo, la condenada mocosa, ¡¿Cómo me voy a ir así a la universidad?!
Se dijo en voz alta con una expresión de mortificación, se vistió con rapidez, mientras pensaba en que iba a hacer, no quería molestar a Diana, mas no t
Tres meses despuésLos meses fueron pasando, la pequeña Hebe no volvió a hacerle ninguna broma a Diego porque consideraba que le había ganado, además, llegó a la conclusión que el chico no era rival para ella en las bromas, definitivamente, nadie temía su capacidad. Por otro lado, lo encontraba hermoso, no dejaba de observarlo con admiración y suspirar cuando lo veía y nadie la observaba, sin dejar de decirse en su interior «Un día cuando ya sea grande me casaré con Diego, seguro al crecer seré muy hermosa y se enamorará de mí».Aunque eso no impedía que terminara burlándose cada vez que lo veía frustrado porque su cabello, a pesar de haber transcurrido tres meses, no le crecía, le estaba costando crecer.El chico vio a Diana y no pudo evitar contarle sus planes.—Hoy es el gran día
Cuando Miguel vio a su hermana, no pudo evitar sentir un profundo miedo instalarse en su corazón, y los recuerdos con ella desde que tenía uso de razón, fluyeron como si un dique se hubiese roto y enseguida su remordimiento por su comportamiento en el pasado, lo golpeó como si una mano gigante le hubiese propinado un puño y sacado todo el aire.—¡Lo siento hermanita! No puedes morirte, por favor… te prometo que te cuidaré, nunca más estarás sola… yo pelearé tus batallas contigo —decía mientras gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.Agarró su propia camisa y la desgarró cortándola en tiras y apretándolas en sus muñecas de donde salían constantes chorritos de sangr3, para evitar que siguiera fluyendo, no obstante, la prenda se empapó más y rompió otras tiras y se las puso.La levantó
Los chicos esperaban fuera de la sala de partos, noticias del nacimiento del nuevo integrante de la familia, junto con Diego, quien permanecía conectado con ellos por video llamadas. —¡Yo quiero que sea niña! Así tendrá a sus dos hermanos para que la cuiden, además, así Bianca deja de ser la consentida de don Marcos Estebans Véliz Zuloaga —mencionó con burla Diego. A pesar de la distancia, observó la mirada pendenciera que le dio su hermana. —No me simpatizas Diego Estebans, además, espero que sea varón para que dejes de ser el consentido de mi mamá —protestó la chica. —¡Eso no es cierto! Diego no es el preferido de mamá, soy yo por ser el mayor —protestó Marco con una sonrisa de suficiencia. —¿Estás seguro de ser el mayor hermano? ¿Quién llegó a esa conclusión? Mamá no sabe ni siquiera quién de los dos nació primero ¿Les creeremos a unos delincuentes que ni siquiera le habrán prestado atención a eso? Quizás después de tanto tiempo resulte que soy el
Miguel observó a Anaís sintiéndose un poco avergonzado, sabía que tenía bien merecido su desprecio, por no haber sido una buena persona en el pasado, mas desde el momento en que la vio pálida, desangrándose, algo cambió en su interior, quería ser una persona diferente.—No he sido un buen hermano, muchas veces también te golpeé y te traté mal y no creas que me estoy justificando, pero no soy solo yo el responsable de todo. En la casa únicamente he visto eso, papá golpeando a mi mamá, a ti, insultándolas, llegó un momento que eso tan desagradable se normalizó ante mis ojos, lo vi natural, parte de mi mismo.» Pero el ver como intentaba llevarte para venderte, mirarte inconsciente, pálida, a punto de morir porque preferías acabar con tu vida en vez de permitir un acto de abuso en tu contra, me hizo sacudir y replantearme mi vida. Yo quiero cambiar, no quiero convertirme en otro hombre como mi papá, ¡No quiero ser así! Cuando tenga mis hijos quiero protegerlos, ser un buen papá,
Diego tenía una lucha en su interior, no sabía qué había esperado de la relación entre su hermano Marco y Anaís, cuando se marchó su intención de apartarse, fue para dejarlos ser felices y no intervenir en sus vidas, sin embargo, en ese momento se daba cuenta que no fue sincero consigo mismo, pues esperó fue la noticia del fin de su relación. Por otra parte, a pesar de que en Grecia tuvo uno que otro encuentro casual con alguna chica, sin ningún tipo de compromiso, siempre se imaginaba en el lugar de ellas a Anaís, él hizo muchos intentos de olvidarla, mas no pudo hacerlo, nunca durante todo ese tiempo dejó de pensar en ella, ni siquiera un solo día. Una hora después de haber leído la invitación, había comprado los boletos aéreos, saldría en cuatro horas, su vuelo haría escala en Roma, Madrid y de allí a San José. Se duchó, preparó su maleta, revisó cada habitación para dejar todo en orden en el departamento y se sentó en el sofá a esperar ansioso por Diana, rogando en su interior
Anaís al escuchar su nombre alzó la mirada, poco le faltó para caer desmayada por la impresión de ver a Diego, porque no tenía dudas de que esa era la identidad del joven parado frente a ella. Cualquiera podía apostar que no podía diferenciarlos, después de todo solo compartió con él una sola vez, pero la realidad es que su cuerpo vibraba como las cuerdas de un violín ante la sola presencia del hombre, además, Diego tenía los músculos más esculpidos que los de Marco.—Die… go —. Apenas pudo pronunciar las palabras— ¿Estás aquí? ¿Cuándo llegaste?Sabía que parecía una idiota haciendo esas preguntas, sin embargo, verlo allí causó una fuerte conmoción en su interior, no podía contener esa creciente emoción que se agitaba descontroladamente en su pech
La chica sintió un corrientazo recorrerla de pies a cabeza, estaba hipnotizada por esos ojos que la miraban con intensidad, igual le pasaba al chico que por un momento se quedó sin palabras.—¡Lo siento! —dijeron ambos al mismo tiempo y sonrieron.—¿Me puedes permitir levantarme, por favor? —pidió el joven, sin poder ocultar el nerviosismo que le producía estar cerca de la chica. Ante su pregunta, el rostro de la jovencita se tiñó de carmesí, sintiéndose avergonzada.—¡Perdón! —exclamó con rapidez, intentando levantarse, aunque al parecer le había dado por convertirse en una torpe, porque justo cuando lo hizo perdió de nuevo el equilibrio y el muchacho debió sostenerla.—¡Te tengo de nuevo! —. Los dos se quedaron uno cerca del otro, mirándose sin ejercer ningún movimiento, se sent
Diana apartó su boca de la de Diego, y le dio un empujón haciéndolo caer de bruces a un lado del sofá y empezó a darle golpes muy indignada, sin parar de llorar.—¡¿Qué diablos te pasa?! ¿Te volviste loco? ¿De cuándo acá me ves como una mujer? —lo tomó por las mejillas y se las apretó con fuerza mientras las lágrimas rodaban por su rostro.» ¡No se vale Diego, eso no se vale…!—dijo con un profundo sentimiento de tristeza—. Los hermanos no se besan en la boca y yo te veo como mi hermano... Esto solo significa que no me respetas, ni me ves como hermana, te quieres acostar conmigo por despecho, sin importarte yo, mis sentimientos, mis pensamientos. ¡Eso no de vale!Diego vio el rostro desencajado de Diana y una bruma de cordura llegó a su mente, se sintió tan culpable «¿En qué diab