A Lía se le humedecieron los ojos, se quedó viendo a su hermana en un silencioso ruego, como pidiendo su intervención; entretanto, Bianca no podía creer lo que estaba haciendo su padre, en un principio creyó que se trataba de una simple broma, mas su seriedad le mostró que no estaba jugando.
—Papá, no te atrevas… si haces eso más, nunca te volveré a hablar, no querrás eso —amenazó, no obstante, él ni siquiera se atrevió de mirarla a la cara, pues temía que con su expresión terminara convenciéndolo, estaba claro, si la veía estaría perdido y su intención era darle una lección.
—Lo siento Bianca, te amo… sin embargo, no voy a desistir de esta decisión. Se lo advertí a Evan, conmigo no se puede jugar. Acepté el noviazgo de ustedes dos, de cierta manera para no ser tan estricto y a p
En ese momento Bianca se sintió muy nerviosa, casi cae desmayada al ver a sus padres detrás de ellas, no los escucharon venir, fueron tan silenciosos como un felino, ninguno tenía una expresión amigable y eso la puso nerviosa, comenzó a hiperventilar, sintió una fuerte opresión en el pecho, le faltaba el aire en los pulmones, empezó a toser, su pecho subía y bajaba repetidamente,—¡Busca el inhalador! —exclamó Marcos sintiéndose aterrado ante la reacción de su hija, para su buena suerte, lo encontraron allí mismo en la cartera, por eso no debieron esperar mucho.Marcos la levantó y caminó con ella a la casa, mientras Lía, hija y madre recogían los bolsos y los seguían.Después de un poco más de media hora, Bianca se veía mejor.—¿Pensaban escaparse? Si no llegamos su madre y
Marcos llegó al restaurante Jürgens, donde se había citado para una reunión con la representante de Trust Oil, mientras caminaba a la entrada tuvo una extraña sensación y en ese mismo momento se arrepintió de no haberse llevado a Ernesto con él, quizás así habría estado más tranquilo.—Señor Estebans, su esposa lo está esperando en el apartado tres del segundo piso, si quiere lo acompañó —señaló el anfitrión.—¿Mi esposa? ¿Ella está aquí? —preguntó sorprendido Marcos.—Sí, tiene más de hora y media que llegó —respondió el hombre y Marcos frunció el ceño.«¿Por qué Lía está aquí? Si teníamos cita para cenar, no para almorzar. Bueno paso rápido, le explico y luego m
Marcos brincó apartándose del lugar donde impactaron los disparos, eso le mostró que definitivamente su esposa estaba loca de atar y era literalmente de armas tomar, pensó, sin embargo, que no iba a demostrarle ningún miedo, porque si lo hacía ella terminaría montándole el pie en la cabeza; aunque por otra parte, también tenía claro que si la dejaba ir sin hablar lo sucedido, ese problema terminaría intensificándose, con grandes consecuencias y no estaba dispuesto a perder su felicidad.—Lía Ontiveros ¿Acaso le tiras piedras a los aviones? ¡¿Estás loca?!—¡Loca tu abuela! —. Al ver el rostro de sorpresa de su suegra, en medio de la pelea aclaró para tranquilizarla—. No se preocupe, señora Eugenia, no me estoy refiriendo a la mamá suya, sino a la cacatúa madre del papá de su hijo.La señora Eugenia, movió negativamente la cabeza, tratando de contener su risa, mientras pensaba que su nuera era única, tenía la capacidad de hacer reír a la gente en los momentos más dramáticos.<
Marcos tomó la toalla y caminó hacia la puerta lateral de manera casual, simulando que no sabían que ellas estaban allí, mientras caminaba las miradas de las tres mujeres se posaron en sus pectorales los cuales estaban descubiertos porque no llevaba camisa, las dos chicas de servicio con la quijada casi dando del piso y la boca abierta a punto de babearse.—Hola, ¿Qué hacen aquí? ¿Vinieron por algo? —preguntó con una expresión de inocencia.—¡Ellas no vienen a nada! Porque si siguen viéndote de esa manera, me aseguraré que sus ojos no vean nunca más. —Mencionó Lía con una expresión molesta, mientras Marcos, esbozaba una leve sonrisa que lo hacía ver más sexy y ella sentía como su estómago se encogía en su interior.Las mujeres al escuchar a Lía salieron corriendo asustadas, porque con lo
Diego no podía creer en la maldad de ese siniestro demonio, no podía llamarse niña a un ser tan maquiavélico como ese, pensó mientras su sangre bullía por dentro producto del enojo.—Hebe, no puede ser una niña, seguramente es una criatura infernal que se instaló en ese cuerpo infantil para dar la apariencia de un ángel y engañarlos a todos —pronunció en voz alta mientras salía de la ducha y se paraba frente al espejo a mirarse, casi le da un ataque al ver su hermoso cabello destruido, se le veían espacios sin un solo pelo.» ¡No puede ser! Me destruyó el cabello por completo, la condenada mocosa, ¡¿Cómo me voy a ir así a la universidad?!Se dijo en voz alta con una expresión de mortificación, se vistió con rapidez, mientras pensaba en que iba a hacer, no quería molestar a Diana, mas no t
Tres meses despuésLos meses fueron pasando, la pequeña Hebe no volvió a hacerle ninguna broma a Diego porque consideraba que le había ganado, además, llegó a la conclusión que el chico no era rival para ella en las bromas, definitivamente, nadie temía su capacidad. Por otro lado, lo encontraba hermoso, no dejaba de observarlo con admiración y suspirar cuando lo veía y nadie la observaba, sin dejar de decirse en su interior «Un día cuando ya sea grande me casaré con Diego, seguro al crecer seré muy hermosa y se enamorará de mí».Aunque eso no impedía que terminara burlándose cada vez que lo veía frustrado porque su cabello, a pesar de haber transcurrido tres meses, no le crecía, le estaba costando crecer.El chico vio a Diana y no pudo evitar contarle sus planes.—Hoy es el gran día
Cuando Miguel vio a su hermana, no pudo evitar sentir un profundo miedo instalarse en su corazón, y los recuerdos con ella desde que tenía uso de razón, fluyeron como si un dique se hubiese roto y enseguida su remordimiento por su comportamiento en el pasado, lo golpeó como si una mano gigante le hubiese propinado un puño y sacado todo el aire.—¡Lo siento hermanita! No puedes morirte, por favor… te prometo que te cuidaré, nunca más estarás sola… yo pelearé tus batallas contigo —decía mientras gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.Agarró su propia camisa y la desgarró cortándola en tiras y apretándolas en sus muñecas de donde salían constantes chorritos de sangr3, para evitar que siguiera fluyendo, no obstante, la prenda se empapó más y rompió otras tiras y se las puso.La levantó
Los chicos esperaban fuera de la sala de partos, noticias del nacimiento del nuevo integrante de la familia, junto con Diego, quien permanecía conectado con ellos por video llamadas. —¡Yo quiero que sea niña! Así tendrá a sus dos hermanos para que la cuiden, además, así Bianca deja de ser la consentida de don Marcos Estebans Véliz Zuloaga —mencionó con burla Diego. A pesar de la distancia, observó la mirada pendenciera que le dio su hermana. —No me simpatizas Diego Estebans, además, espero que sea varón para que dejes de ser el consentido de mi mamá —protestó la chica. —¡Eso no es cierto! Diego no es el preferido de mamá, soy yo por ser el mayor —protestó Marco con una sonrisa de suficiencia. —¿Estás seguro de ser el mayor hermano? ¿Quién llegó a esa conclusión? Mamá no sabe ni siquiera quién de los dos nació primero ¿Les creeremos a unos delincuentes que ni siquiera le habrán prestado atención a eso? Quizás después de tanto tiempo resulte que soy el