Los amigos de su hermano apenas vieron irse a los otros, lo atendieron, sin embargo, la preocupación de Anaís no estaba en Miguel, sino en Diego, no pudo evitar esa sensación de dolor al verlo herido por defenderla a ella, «No seas tonta Anaís, él solo defendió a su hermano, no a ti ¿Por qué te habría de defender, si no le interesas? ¿Acaso no recuerdas que todo lo sucedido este día fue fingido? Te lo dijo el mismo», se dijo en su interior con dolor.
Cuando Miguel reaccionó la miró con odio y para su mala suerte, se recuperó de manera satisfactoria, no pudo evitar lamentarse en su interior «Debiste resultar con el cerebro afectado, ¡Maldit@ patán! Así no seguirías mintiéndote conmigo». No podía evitar ese resentimiento en contra de su hermano, pero no era cuestionable, porque después de todo solo recibí
Marco se recostó de la pared, pasando sus manos por el cabello un poco angustiado, siempre le gustaba hacer todo por sus hermanos, los amaba profundamente, para él eran lo más importante de su vida, sin embargo, no estaba seguro de ser capaz de renunciar a Anaís, no quería alejarse de ella, porque era muy especial para él, nunca sintió la necesidad de proteger o estar con una mujer distinta a las de su familia y es que la chica era diferente, frágil, delicada, inocente y a pesar de estar viviendo con una familia tan detestable mantenía su esencia pura, le gustaría tanto protegerla, quisiera poder arrancársela de la familia y traerla con la suya.—No puedo renunciar a Anaís, aunque tampoco voy a impedir que mi hermano la corteje… deberá ser ella quien decida entre los dos. —Sintiéndose contento con esa decisión entró de nuevo a la habitación
Marcos se quedó sorprendido al ver el rostro de angustia de su hijo menor, sus ojos estaban enrojecidos y anegados en lágrimas, en su mirada se notaba su desesperación, lo observó de forma silenciosa, analizando cada una no solo de sus palabras, sino también de sus expresiones, mientras el chico volvía a suplicarle.—Necesito que me envíes lejos… Habla con mi tío Hefesto para que me reciba en su casa o también puedes alquilarme un apartamento… —sus palabras fueron interrumpidas por su padre.—Diego, te recuerdo que aún eres un adolescente —refutó el hombre ante su propuesta.—A pesar de que soy físicamente un chico de quince, mi cerebro es de uno de más de veinte, puedo valerme por mi mismo… entiende que necesito irme o ¿Prefieres que termine involucrado con la novia de mi hermano y se cree disputas entre nosotros?
Marcos no pudo evitar esa sensación de intraqnuilidad, al observar la molestia en el rostro de su esposa, giró la vista hacia sus hijos como pidiendo auxilio, mas estos lo miraban con una expresión similar a la de su madre o en el mejor de los casos con indiferencia, es que si las miradas fueran misiles de seguro en ese momento él habría caído fulminado.—Amor no te enojes, todo tiene una explicación lógica, coherente y sencilla —declaró tratando de ocultar los nervios provocados por ver a Lía en versión arpía.La miró esbozando una seductora sonrisa con la cual siempre lograba seducirla, sin embargo, al parecer su esposa se inmunizó a ella, porque ni por un breve segundo desvió la vista de sus ojos, eso le hizo darse cuenta de que en verdad estaba muy molesta, como se quedó en silencio, ella lo incitó a hablar.—Marcos Daniel
Lía cuando lo sintió levantarse se puso nerviosa.«¡Ay bebé! Se me pasó la mano con tu papá, le debí dejar algunas prendas buenas, vamos a buscarles unos calcetines míos y se los prestamos», se dijo mentalmente sin siquiera atreverse a respirar, para que no se diera cuenta de que ya había despertado.Después de verlo salir, buscó en su ropa y luego bajó las escaleras poco a poco, rogando en su interior que no se molestara, pero eso sería un milagro demasiado grande y eso quedó comprobado al escuchar llamándola por su nombre y apellido completo, su grito retumbó por toda la casa, se iba a regresar corriendo por las escaleras, mas él fue más rápido y la encontró, la detuvo con un fuerte tono de voz.—¡Detente allí cobarde! ¿Cómo pudiste arruinarme todos mis calcetines
Aunque Marcos estaba molesto y había tomado la determinación de no ir a buscarla, existía una diferencia abismal entre decirlo y hacerlo, uno porque esa cama parecía un desierto sin su esposa, y no precisamente por lo caliente, sino por lo solitario, además, a medida que el tiempo iba pasando no le parecía tan grave que le hubiese destruido la ropa, si esa era su manera de liberar su enojo, que importaba, de todas maneras eso era algo que podía reponerse, pensó, se levantó de la cama, se volvió a vestir tomó las llaves del auto y salió con premura a buscar a su mujer.No se dio cuenta de que sus tres hijos observaban y Bianca extendía una mano a cada lado de sus hermanos.—¡Vamos! Echen aquí sus quinientos dólares cada uno, lástima que se me ha salvado Diego, si no serían 1.500 dólares, ganados fáciles —mencionó l
A Lía se le humedecieron los ojos, se quedó viendo a su hermana en un silencioso ruego, como pidiendo su intervención; entretanto, Bianca no podía creer lo que estaba haciendo su padre, en un principio creyó que se trataba de una simple broma, mas su seriedad le mostró que no estaba jugando.—Papá, no te atrevas… si haces eso más, nunca te volveré a hablar, no querrás eso —amenazó, no obstante, él ni siquiera se atrevió de mirarla a la cara, pues temía que con su expresión terminara convenciéndolo, estaba claro, si la veía estaría perdido y su intención era darle una lección.—Lo siento Bianca, te amo… sin embargo, no voy a desistir de esta decisión. Se lo advertí a Evan, conmigo no se puede jugar. Acepté el noviazgo de ustedes dos, de cierta manera para no ser tan estricto y a p
En ese momento Bianca se sintió muy nerviosa, casi cae desmayada al ver a sus padres detrás de ellas, no los escucharon venir, fueron tan silenciosos como un felino, ninguno tenía una expresión amigable y eso la puso nerviosa, comenzó a hiperventilar, sintió una fuerte opresión en el pecho, le faltaba el aire en los pulmones, empezó a toser, su pecho subía y bajaba repetidamente,—¡Busca el inhalador! —exclamó Marcos sintiéndose aterrado ante la reacción de su hija, para su buena suerte, lo encontraron allí mismo en la cartera, por eso no debieron esperar mucho.Marcos la levantó y caminó con ella a la casa, mientras Lía, hija y madre recogían los bolsos y los seguían.Después de un poco más de media hora, Bianca se veía mejor.—¿Pensaban escaparse? Si no llegamos su madre y
Marcos llegó al restaurante Jürgens, donde se había citado para una reunión con la representante de Trust Oil, mientras caminaba a la entrada tuvo una extraña sensación y en ese mismo momento se arrepintió de no haberse llevado a Ernesto con él, quizás así habría estado más tranquilo.—Señor Estebans, su esposa lo está esperando en el apartado tres del segundo piso, si quiere lo acompañó —señaló el anfitrión.—¿Mi esposa? ¿Ella está aquí? —preguntó sorprendido Marcos.—Sí, tiene más de hora y media que llegó —respondió el hombre y Marcos frunció el ceño.«¿Por qué Lía está aquí? Si teníamos cita para cenar, no para almorzar. Bueno paso rápido, le explico y luego m