La primera reacción de Anaís fue de sorpresa, porque jamás espero que Marco la besaría, iba a apartarlo, más la sensación y cosquillas que produjo en su cuerpo, la dejaron por completo paralizada, sin saber qué hacer, por eso se abandonó al beso hasta sentir que el aire le faltaba, si no se apartaba terminaría ahogándose, un pequeño ruidito salió de su boca y en ese momento el chico se apartó y ella le reclamó.
—¿Por qué me besaste? No puedes hacer eso sin pedirme permiso… porque —se puso nerviosa, y sus mejillas se sonrojaron hasta la raíz de los cabellos.—Entonces, ¿Me das permiso? —pidió el chico y sin esperar respuesta unió de nuevo sus labios con los de ella. Anaís sentía su corazón golpeando con fuerza en su pecho, como si se tratara de algún instrumento de peMarco pasó todo el día marcándole a Anaís, nunca fue alguien intenso, pero sentía una gran necesidad de estar a su lado, de ayudarla, de hablar con ella, de protegerla, le escribió, la llamó y su celular no era atendido, eso acrecentaba más su preocupación.Enviado a los ojitos miel«Hola, minion ¿Dónde estás? Me tienes preocupado. No has respondido y temo que tu padre o tu hermano te hayan hecho daño. Solo respóndeme, si debo buscarte. Saben que los amigos hacen todo por los suyos». Y le agregó un emoticón de un abrazo.Enviado a los ojitos miel«Anaís, ¿Estás bien?, si no quieres hablarme, por lo menos respóndeme que está todo bien y yo estaré tranquilo».Durante todo el día no pudo concentrarse en nada, no quiso hablar con sus hermanas, solo se limitó a comer en
Anaís nunca se sintió tan decepcionada como en ese momento, ese día fue para ella uno de los mejores de su vida, se aventuró a hacer cosas que normalmente no se atrevía a hacer, disfruto como nunca, sintió que alguien se preocupaba por sus sentimientos, por sus miedos y la ayudaba a superarlos. Ese pase fue para ella una experiencia hermosa e inesperada, por eso descubrir que todo fue parte de un engaño, un plan bien orquestado por el gemelo de Marco para apartarla de su lado, fue como si alguien le hubiese enterrado cientos de puñales en su pecho.Ella se sintió emocionada, porque cada roce de sus manos en su piel le provocaron múltiples sensaciones distintas que hasta ahora habían sido desconocidas para ella, desde cosquilleos en todo su cuerpo, esa agitación en su estómago como si cientos de mariposas estuvieran revoloteando en el, una corriente eléctrica que la recorrió
Los amigos de su hermano apenas vieron irse a los otros, lo atendieron, sin embargo, la preocupación de Anaís no estaba en Miguel, sino en Diego, no pudo evitar esa sensación de dolor al verlo herido por defenderla a ella, «No seas tonta Anaís, él solo defendió a su hermano, no a ti ¿Por qué te habría de defender, si no le interesas? ¿Acaso no recuerdas que todo lo sucedido este día fue fingido? Te lo dijo el mismo», se dijo en su interior con dolor.Cuando Miguel reaccionó la miró con odio y para su mala suerte, se recuperó de manera satisfactoria, no pudo evitar lamentarse en su interior «Debiste resultar con el cerebro afectado, ¡Maldit@ patán! Así no seguirías mintiéndote conmigo». No podía evitar ese resentimiento en contra de su hermano, pero no era cuestionable, porque después de todo solo recibí
Marco se recostó de la pared, pasando sus manos por el cabello un poco angustiado, siempre le gustaba hacer todo por sus hermanos, los amaba profundamente, para él eran lo más importante de su vida, sin embargo, no estaba seguro de ser capaz de renunciar a Anaís, no quería alejarse de ella, porque era muy especial para él, nunca sintió la necesidad de proteger o estar con una mujer distinta a las de su familia y es que la chica era diferente, frágil, delicada, inocente y a pesar de estar viviendo con una familia tan detestable mantenía su esencia pura, le gustaría tanto protegerla, quisiera poder arrancársela de la familia y traerla con la suya.—No puedo renunciar a Anaís, aunque tampoco voy a impedir que mi hermano la corteje… deberá ser ella quien decida entre los dos. —Sintiéndose contento con esa decisión entró de nuevo a la habitación
Marcos se quedó sorprendido al ver el rostro de angustia de su hijo menor, sus ojos estaban enrojecidos y anegados en lágrimas, en su mirada se notaba su desesperación, lo observó de forma silenciosa, analizando cada una no solo de sus palabras, sino también de sus expresiones, mientras el chico volvía a suplicarle.—Necesito que me envíes lejos… Habla con mi tío Hefesto para que me reciba en su casa o también puedes alquilarme un apartamento… —sus palabras fueron interrumpidas por su padre.—Diego, te recuerdo que aún eres un adolescente —refutó el hombre ante su propuesta.—A pesar de que soy físicamente un chico de quince, mi cerebro es de uno de más de veinte, puedo valerme por mi mismo… entiende que necesito irme o ¿Prefieres que termine involucrado con la novia de mi hermano y se cree disputas entre nosotros?
Marcos no pudo evitar esa sensación de intraqnuilidad, al observar la molestia en el rostro de su esposa, giró la vista hacia sus hijos como pidiendo auxilio, mas estos lo miraban con una expresión similar a la de su madre o en el mejor de los casos con indiferencia, es que si las miradas fueran misiles de seguro en ese momento él habría caído fulminado.—Amor no te enojes, todo tiene una explicación lógica, coherente y sencilla —declaró tratando de ocultar los nervios provocados por ver a Lía en versión arpía.La miró esbozando una seductora sonrisa con la cual siempre lograba seducirla, sin embargo, al parecer su esposa se inmunizó a ella, porque ni por un breve segundo desvió la vista de sus ojos, eso le hizo darse cuenta de que en verdad estaba muy molesta, como se quedó en silencio, ella lo incitó a hablar.—Marcos Daniel
Lía cuando lo sintió levantarse se puso nerviosa.«¡Ay bebé! Se me pasó la mano con tu papá, le debí dejar algunas prendas buenas, vamos a buscarles unos calcetines míos y se los prestamos», se dijo mentalmente sin siquiera atreverse a respirar, para que no se diera cuenta de que ya había despertado.Después de verlo salir, buscó en su ropa y luego bajó las escaleras poco a poco, rogando en su interior que no se molestara, pero eso sería un milagro demasiado grande y eso quedó comprobado al escuchar llamándola por su nombre y apellido completo, su grito retumbó por toda la casa, se iba a regresar corriendo por las escaleras, mas él fue más rápido y la encontró, la detuvo con un fuerte tono de voz.—¡Detente allí cobarde! ¿Cómo pudiste arruinarme todos mis calcetines
Aunque Marcos estaba molesto y había tomado la determinación de no ir a buscarla, existía una diferencia abismal entre decirlo y hacerlo, uno porque esa cama parecía un desierto sin su esposa, y no precisamente por lo caliente, sino por lo solitario, además, a medida que el tiempo iba pasando no le parecía tan grave que le hubiese destruido la ropa, si esa era su manera de liberar su enojo, que importaba, de todas maneras eso era algo que podía reponerse, pensó, se levantó de la cama, se volvió a vestir tomó las llaves del auto y salió con premura a buscar a su mujer.No se dio cuenta de que sus tres hijos observaban y Bianca extendía una mano a cada lado de sus hermanos.—¡Vamos! Echen aquí sus quinientos dólares cada uno, lástima que se me ha salvado Diego, si no serían 1.500 dólares, ganados fáciles —mencionó l