Danko un hombre alto fornido atractivo millonario tenía un gusto por los fetiches, eran a veces tan extraños, pero la encargada de conseguirlos era su hija Kiara y todo por una promesa hecha por ella en un momento doloroso para su padre, una promesa que la hacía rabiar de coraje, puesto que tuvo que conseguirle el fetiche que jamás imagino que su corazón pudiera ceder en dárselo y todo por abrir su bocota Kiara tenía que conseguirle a su padre fetiches tan escandalosos, que a veces le daba verguenza conseguírselos, pero hizo una promesa y la va a cumplir con tal de ver a su padre sonreír La pobre debe viajar hasta lo más recóndito con tal de traerle sus fetiches solicitados por Danko su padre, su moto es el instrumento de movilización, pero su escultural cuerpo atrae las miradas de los machos que babean por ella y más cuando ven lo que esta comprando en tiendas de juguetes sexuales Tuvo que aprender artes marciales para poder defenderse de loa ataques masculinos por poseerla creyendo que era otra clase de persona Cuando llegaba con lo solicitado su padre la recibía muy alegre y eso es lo que a ella le encantaba su sonrisa de lado a lado
Leer másNARRADORAlessandro y Kiara vieron a Alexander ingresar furtivamente a la habitación de Danko. Se acercaron muy despacio parea no alertar de su presencia. Atisbaron hacia adentro, siendo testigos de los movimientos del intruso, verlo cavilar, murmurar, acercarse a Danko y observarlo, pero, esta vez sin su semblante hosco, como lo había hecho desde el principio en que despertó del coma.De a poco los demás al ver que los esposos no se movían de la puerta, la curiosidad les pudo y también se sumaron para ver lo que estaba sucediendo en la habitación. El médico al ver el tumulto se acercó y estaba a punto de reclamar, cuando sus ojos vieron algo que lo dejo estático. Alexander estaba besando al paciente que estaba ahí dentro.Eso lo descontrolo, pues, si estaba enterado de lo sucedido anteriormente. Optó por no decir nada, pasaron los minutos y Alexander se dio vuelta dándose cuenta de todas las personas que estaban paradas en el umbral de la puerta. Todos, absolutamente todos, estaban c
NARRA ALEXANDEREstaba asomado en el ventanal de la clínica cuando de repente escuché una conmoción afuera, me pareció que era en la sala de espera. Me parece raro, ya que no escuche la sirena de la ambulancia, me fui hasta la puerta para mirar por pura curiosidad y vi a las mismas personas que entraron en esta misma habitación, sin embargo, se les notaba con mucha preocupación.Una camilla asomó girando hacia donde yo estaba, pero se detuvo dos puertas antes e ingreso a toda prisa llevada por dos enfermeros. No alcance a ver al ocupante de esa camilla, solamente me imagine que quizá esa misma persona era el causante de la conmoción en las personas que estaban afuera.Me quedé con la intriga de saber lo que pasó, pero, nadie venia a mi habitación para poder preguntarle. Opté por regresar a la cama cuando escuché una voz que me pareció conocida. Volví a asomarme y distinguí a un hombre de aspecto recio que hablaba con la esposa del hombre que me dice ser mi hijo. Ella lo abrazaba con m
NARRADORYa estaban al filo de la carretera y al doctor se le ocurrió sacarle el suero, para que no levantara sospechas. A lo lejos se escuchaba la sirena de la ambulancia. Robert estaba muy nervioso, no se alejaba de la camilla donde se encontraba Danko. Sebastián dijo que mejor se alejaría para darles espacio, sin embargo, Alessandro le pidió que se quedara para que informara de la situación de su suegroEl ginecólogo accedió a su pedido, quedándose en ese lugar. Al cabo de varios minutos la ambulancia llego, se bajo un paramédico y reconoció a Sebastián saludándolo. Este le explico lo que sucedió con el paciente diciendo que estuvo ahí por casualidad debido a que su casa está muy cerca y ayudo al accidentado. El paramédico asintió con su cabeza y procedió a subir la camilla con el pacienteAlessandro y Robert subieron en la ambulancia y se despidieron del ginecólogo. Ya adentro saco el celular para llamar a su esposa Kiara anunciándole que ya regresaban a la clínica en la ambulanci
NARRA SEBASTIÁN El ginecólogoSalía de una consulta y escuché un alboroto, al levantar mi cabeza, vi al esposo de Serena que hablaba con una de mis pacientes, cuando me fije que estaba pasando algo raro y creí observar que ¿estaba llorando? No podía creerlo, sin embargo, simplemente corrió a toda prisa hasta el ascensor y lo abordo, los demás gritaban tratando de detenerlo. Cuando la mujer que hablaba con Él regresaba, la reconocí, era la señora Alessa. La curiosidad me ganó y me acerqué para saludarla y preguntar—Buenas tardes, señora Alessa, disculpe, pero, vi que algo sucedía con el esposo de Serena, ¿podría saber que pasó? ¿Tiene que ver con ella?La señora Alessa me miró y me habló pausadamente—Buenas tardes, doctor. No... esto, no tiene nada que ver con ella. Por el contrario. Danko... (sollozo un poco antes de seguir hablando) Alexander salió del coma, pero... no lo reconoció y lo insultó, lo echó de su lado, le dijo que lo odia.Alzo su mirada triste para decir con preocupac
NARRA ROBERTPara mí fue impresionante ver tanta sangre regada en el suelo y manchando la chaqueta de Danko. La voz de Alessandro me sacó de mis cavilaciones—Robert, mira, creo que son pisadas y parece que además hay huellas de pequeñas ruedas (lo dijo señalando hacia el suelo) Mira aquí se ve esas ruedas no tan profundas y más acá se las ve mucho más profundas, como si… como si llevaran un gran peso encimaAl ver bien esas huellas reconocí lo que era, ya que por mi profesión había visto muchas veces esas huellas de ruedas y exclamé—Son huellas de una camilla, por eso se ven que hay unas poco profundas y otras más profundasFije mi vista en Alessandro para hablar dubitativo mientras observa a los alrededores—Pero, ¿cómo llegaron esas huellas aquí? Que yo sepa por este lugar no vive nadieLas sirenas de las patrullas se escuchaban cada vez más cerca. Nos movimos de ahí para recibir a los demás. Mi tío salió de una patrulla y habló—Ya llegamos, comenzaremos con la búsquedaExclame r
NARRADORLa persona que llamaba a Danko en el estacionamiento era Robert, que había llegado en su propio auto. Le pareció muy raro verlo con su semblante descompuesto, como si algo le atormentara. Se quedó ahí parado mirándolo hasta que desapareció de su vista. Estaba ansioso de saber sobre la situación de Alexander, así que se subió al ascensor, de ahí dentro tomo el celular y llamó a Danko, sin embargo, no contestaba, lo intento tres veces más y nada. Las puertas se abrieron y salió para ver si alguien estaba cerca y preguntar si sucedió algo.Miró hacia la sala de espera y vio a algunas personas conocidas. Aceleró el paso y estaba por preguntar algo, cuando Kiara le indagó—Robert, ¿viste a mi papá?Su rostro compungido y asustado hizo que se preocupara y contestó—Estaba estacionando mi auto, cuando lo vi salir del estacionamiento, lo llamé, pero parece que no me escuchó, lo noté muy raro, como si algo le molestaraAlessandro habló en forma nerviosa—Lo que pasó es que mi papá ya
NARRA DANKOEl doctor me llamó para anunciarme que Alexander ya despertó, y yo, grité con júbilo—¡Por fin!, Dios mío, graciasSalí de casa a toda prisa, tomé mi motocicleta para ir a la clínica, no cabía de la alegría de volverlo a ver, ya imaginaba su sonrisa, su mirada de amor que tanto me gusta. El viento pegaba en mi rostro, el tiempo pasaba y los edificios se hacían más conocidos en mi ruta, me anunciaban que estaba ya muy cerca de mi encuentro con Alexander. En un semáforo en rojo escuché que me llamaron. Al voltear mi cabeza noté un rostro conocido, era Robert en su patrullaMe saludó sonriente y yo le grité con gran alegría—Voy a la clínica, ya despertó AlexanderRobert me contestó—¡Wow! Qué bien, más tarde voy para allá. Tengo que entregar la patrulla, después me cuentas cómo te fueLe hice el gesto del pulgar arriba, al cambiar la luz a verde. Robert siguió de largo, mientras yo, viraba a la derecha para seguir mi camino hacia la clínica. Al llegar al estacionamiento me b
NARRA ALEXANDERCuando me fijé en ese joven, no lo reconocí, aunque sentía un aura de tranquilidad, de confianza. Me dice que es mi hijo, yo, trato de reconocerlo y nada, mi mente no siente nada por ese joven. Después ingresó una chica, pero tampoco la reconozco. A pesar de que ella dice que es mi nuera, es una bella mujer y también me inspira confianza. Sin embargo, después de varios minutos de compartir palabras con ellos, entró un hombre muy fornido, alto, y los jóvenes se hicieron a un lado para darle pasoSe acercó a mí, hablando con suma familiaridad, como si me conociera, como si yo le hubiese hecho falta. Eso me extraño, dijo que era mi esposo, eso me pareció ridículo, porque yo soy hombre, tomo mis manos para apretarlas con las suyas, lo miré y lo que me causo fue rabia de que se comporte tan atrevido, le grité furioso que no me tocara, le pedí que se fuera, que no quería verlo, la verdad es que ese hombre me causaba repulsión, un poco de temor, como si me hubiese hecho algo
NARRADORLa puerta de la habitación ocupada por el paciente en coma se abrió, dejando ver al médico que ingresaba con su semblante frío. Llegó hasta la cama y habló—Bien, ha despertado, quería pedirle que me diga: ¿cuántos dedos ve? (dijo esto mientras tenía levantados dos dedos)El paciente respondió: —Veo dos dedosEl médico asintió con su cabeza, después le pidió que siguiera el movimiento de su mano, después con una pequeña linterna iluminó su rostro para después fijarse en los ojos. Al terminar, exclamó mientras lo observaba fijamente—Parece que todo está bien, mmmm, ¿recuerda su nombre?La voz del paciente se oyó decir preocupada—Yo... N... no recuerdo nadaEl médico volvió a hablar—El nombre de Alexander, ¿le parece conocido?Él, sin quitar la mirada del doctor, contestó ya con voz temblorosa—No, no sé quién es y... y tampoco sé quién soy yo, ¡maldición! No recuerdo nada, ¡nada!El médico le pidió que se calmara, pidió disculpas de que se iba a ausentar por un momento, ya