22. Intruso

Detuvo el todoterreno junto a la casa.

—Y llegamos— y efectivamente estábamos en la casa donde yo vivía. No dejaba de preguntarme cómo había logrado saber tan rápido dónde vivía. No le miré a la cara.

—¿Algo que decirme antes de irte? —preguntó y sabía que se refería a mis disculpas por haberlo acosado. No dije nada, estaba enfadada por lo que me había hecho pasar—Bien.

Se inclinó hacia mí para quitarme el cinturón de seguridad, estaba tan cerca de mí que sentí escalofríos recorrer todo mi cuerpo.

—Puedes irte, ya volveremos a vernos—dijo en mi oído y luego se apartó de mí.

Tuve que recomponerme para poder levantar mi mano y abrir la puerta. Me bajé del auto y cerré la puerta, me quedé mirando el coche hasta que se alejó.

Había dicho que volveríamos a vernos, él no pensaba dejarme en paz si no me disculpaba; ahora tenía en cuenta la gravedad del asunto, tenía que pensar en una forma de disculparme y acabar de una vez con esto.

Caminé dos pasos hacia la puert
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