La empresa

Esto fue una prueba de fuego para mí, no tienen idea de lo que me costó evitar tener una erección mientras mi mujer me tocaba, cada roce de sus malditas manos, en mi pecho, me estaban llevando el borde de la locura. Ella, por el contrario, estaba muy relajada, como si estuviese acostumbrada a hacer este tipo de cosas todos los días. A mí se me hizo eterno, solo le pedía a Dios que las horas pasaran rápido para que esta tortura terminara. Pero él parecía no escucharme porque cada minuto parecían horas, cuando dijeron que estábamos listos, respiré profundo y pasé mis manos por mi cabello, lo malo es que mientras hice eso mi mujer se escabulló.

Así que no me quedó más opción que ir a mi camerino, decidí darme una ducha para calmar un poco mi excitación y también para quitarme el maquillaje que me habían colocado, luego salí y encontré un traje nuevo, uno que yo no había traído. Pero decidí colocármelo sin el saco, no quería estar tan formal y tenía prisa, quería ir a buscarla, cuando sal
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