—Madeleine Dodson presenta cargo de secuestro, intento de homicidio y suplantación de identidad —son las primeras palabras del fiscal.El tribunal continúa silencioso, y no se ha visto nada más tenso qué éstos últimos minutos decisivos en el caso de su hermana. Una vez escucha su propio nombre, Mayl
Kieran Morgan, esposado de manos y tobillos, con el uniforme de prisión, es guiado hacia el estrado.Maylene se paraliza de pies a cabeza. Es la primera vez que lo ve luego de aquel horrible momento. Observa el parche negro en su ojo, y el escalofrío la recorre de pies a cabeza.Aún más cuando sus m
—No, no. Madeleine, ella…¡Ella tiene qué estar en prisión! —desesperada, Maylene expresa al fiscal—, debió haber manipulado todo esto. ¡Créame!—Es la decisión del juez, señora Morgan —el fiscal guarda los papeles—, confíe que estará vigilada las 24 horas, y lo qué necesita esperar son los exámenes
—Vaya, ¿Lo qué quieres hacer aquí?—Bésame, Declan. Deja de hablar —y se sienta en sus piernas. Un beso, otro beso deja Maylene en los labios de su esposo—, no tenemos mucho tiempo.Declan sube las manos por su cintura.—¿Sucede algo? —pregunta Declan.—Sucede qué te deseo. ¿Es malo eso? —Maylene bu
—Estoy dudando seriamente qué tu hermana no es la única con una condición mental —Lindsay se mueve, intentando zafarse del agarre de Maylene—, ¿Estás loca? ¿Qué relación tendría con ella? ¿Siquiera te escuchas?—Lo qué hace Madeleine es manipular, y todos lo qué han estado con ella también han hecho
—Ya hablé con Amy. En la mañana irás con ella a hacerte los exámenes —Declan se dirige hacia ella tomando sus manos—, no pasarás ni un día sin hacerte los exámenes. ¿Me oyes?—Estoy bien —acaricia su pecho—, y con lo qué sucedió hoy, tengo razones para sentirme mal. Pero ya mañana se me pasará.—May
—Las muestras ya están en el laboratorio. Es cuestión de horas para saber qué es lo que tienes.—Haz lo necesario. Declan sigue preocupado, aunque le diga que estoy bien —Maylene acaricia el cabello rojizo de Claire—, ¿Cómo pudieron hacerle esto, Amy? ¿Cómo?Amy comparte la misma mirada desconsolada
—¡Es inaudito! ¡Todo esto es inaudito! ¡Tú, Declan Morgan! —en medio de una de las oficinas principales de Horizon Damián Morgan señala con un dedo contundente a su hijo, quien yace de pie y con las manos dentro de sus bolsillos, mirando la vista nebulosa de Londres. El vivo rostro de Damián Morgan,