—Hannah —expresa aliviada, agachándose para recibirla—, cuánto te extrañé, mi amor. Mi vida. ¡Gracias, gracias! —el mal presentimiento se marcha cuando abraza a su otra mitad con fuerza—, estás tan hermosa, mi vida. Tan sólo mírate —y sonríe al besar sus mejillas.—Mami —pronuncia la pequeña de vuel
Maylene le muestra una sonrisa.Deja a Hannah en el suelo, sonriéndole para que de unos cuántos pasos. Tiene ya su chupete y se sienta en el suelo.—¿Quieres jugar, bebé? ¿Quieres jugar con mami? —se pone de tras de ella para besar su mejilla regordeta—, y vas a jugar también con papi —sonríe, hacié
—No quiero que pasen otra noche aquí en Londres. Esa mujer ni Carl. Es Kieran quien me preocupa y si yo lo veo cerca de mis hijas o de ti va a terminar todo en sangre —Declan arregla el vestido de Hannah, y a pesar que está diciendo palabras fuertes, lo que se es una sonrisa—, qué hermosa eres. ¿Por
—Una larga historia. ¿Puedes sostener a mi bebé un momento? —Maylene se la entrega y Lindsay, mirando otra vez a Declan, concentrado en las directrices de los enfermeros, carraspea—, te lo diré después. —¿Se irán de aquí? ¿La niña se irá de aquí? —Lindsay pregunta. Pero Maylene se acerca hacia los
No tiene respuesta de nadie. Y el departamento de Carl le da una sensación extraña. Todavía recuerda cuando lo vio aquí. Un escalofrío la recorre, pero es por ese recuerdo. —¿Claire? Ya estoy aquí, vámonos. Me cuentas en el carro —Maylene llega a la sala de estar y nada. Está vacío—, ¿Claire? Ni u
—Yo jamás tuve una gemela. Mientes —Maylene trata de zafarse. Por más que lo intente ésta mujer no parece tener las ganas de hacerlo—, ¡Mientes!Escucha una risa por su parte. Vuelven a verse en el espejo y Maylene sabe que ya no puede ocultarlo. Pero le cuesta creer. ¿En qué momento? ¿Cómo sucedió?
—Madeleine —una voz brama de repente—, ¿En dónde estás…? ¡¿Qué demonios?!Tampoco siente su peso, sin embargo, cuando su mente sé da cuenta que ya no están solas, Maylene vuelve a repetir lo único que su conciencia captó.“Madeleine.”Los ojos de Maylene paran hacia el dueño de la voz.Maylene recon
Carl se queda en la puerta y junto al miedo, ya sin salida, Maylene lo divisa horrorizada.—No, no. ¿A dónde me llevan? —Maylene desquita la rabia moviéndose como un animal furioso para que nadie la toque—, ¡No me toquen! ¡Fred! Fred —divisa a Fred con precisión en la puerta y la ilusión se hace rea