—¿No las has visto antes?—Nunca.Claire pregunta y Maylene responde. Siguen en la habitación, y la pequeña Hayley sigue durmiendo. Sus pestañas rubias es lo único que Maylene observa, sentada a su lado y con los codos en las rodillas, fija en su hija. Mantiene una expresión consternada, pero intent
—Esto no puede ser cierto —es lo que suelta Sam y no sabe si le está creyendo—, ¿Una mujer con tu mismo rostro?—Es difícil de creer pero yo le creo a Maylene —Claire se cruza de brazos—, es escalofriante, pero —Claire la observa—, dile.Maylene carraspea.—La mujer que estaba con Carl ese día que a
—¿No quieres dormir un rato? —Maylene le pregunta a Claire—, tampoco has dormido nada.—Parece que no me conoces —Claire se levanta cuando su teléfono suena—, duermo en dónde sea. Pero el café funciona muy bien —le sonríe—, saldré a contestar. De seguro es Jeannette porque le conté todo. O quizás es
El sonido de la tormenta silba sin compasión en sus oídos. Cada parte de su cuerpo se congela, muere, no reacciona, y cuando sus ojos se encuentran con los de Declan, el infierno estalla. Las manos comienzan a temblarles y no se ha percatado qué un baño de lágrimas comienza a acoplarse en sus ojos
La desilusión atrapa el dolor de Declan. Escupe las palabras mientras poco a poco todas sus fuerzas se desmoralizan con cada segundo. La respiración de los dos es entrecortada. —Son mías, Maylene —Declan baja la cabeza, destrozado. Lo puede ver en su voz, en sus manos que tiemblan, en el dolor de s
—¿Declan…? —Perdóname...—y es la primera vez que escucha a Declan sollozar. Maylene abre tantos los ojos que ya no sabe qué hacer. —Declan —lo llama, sufriendo junto a él. —Todo fue mi culpa —éste calvario parece no terminar, porque Declan se aferra a su cuerpo para abrazarla. Abrazar su vientre
Maylene alza la vista hacia Declan. Las lágrimas de él salen en silencio cuando parpadea. —Hubiésemos sido la familia más feliz del mundo porque sabes cuantas veces te pedí una familia, te pedí hijos, y cuando me enteré de mis hijas mi vida cambio por completo. Íbamos a ser felices con nuestro hijo
—Tenía miedo. Mucho miedo. Miedo que me dejarás sola otra vez. No es algo de lo que le gusta hablar, pero lo que siente en estos momentos en los brazos de Declan es algo que no puede describir. Hace mucho tiempo que esa esperanza se había marchado. —No voy a dejarte sola. Vuelven a mirarse a l