El cielo azul próximo a la mañana comienza a aparecer con las luces del sol en el horizonte. El carro no se detiene en la colina rumbo a la montaña, un condado fuera de Londres. Hoy la ciudad no está en tempestad y la llovizna de la pasada noche dejó rastros de su aparición en el camino todavía moja
Sin embargo, parece tener efecto en él porque cuando cree que su brutal agarre lo dejará sin aire, Kieran se aleja.No tiene mucha opción de tomar aire porque el tiempo se acaba, y quizás ella aparezca en cualquier momento.Carl tose, y comienza a arreglarse la corbata cuando se fija en el intimidan
Kieran la mira como si estuviese buscando algún índice de alguna broma. No consigue nada. Y con las manos de ella en su rostro también es difícil pensar. Su confusión gana a la molestia, y mantiene su mirada clavada en los verdes que se entrometen en ese planteamiento de asesinarla aquí y ahora.—¿M
—¿No las has visto antes?—Nunca.Claire pregunta y Maylene responde. Siguen en la habitación, y la pequeña Hayley sigue durmiendo. Sus pestañas rubias es lo único que Maylene observa, sentada a su lado y con los codos en las rodillas, fija en su hija. Mantiene una expresión consternada, pero intent
—Esto no puede ser cierto —es lo que suelta Sam y no sabe si le está creyendo—, ¿Una mujer con tu mismo rostro?—Es difícil de creer pero yo le creo a Maylene —Claire se cruza de brazos—, es escalofriante, pero —Claire la observa—, dile.Maylene carraspea.—La mujer que estaba con Carl ese día que a
—¿No quieres dormir un rato? —Maylene le pregunta a Claire—, tampoco has dormido nada.—Parece que no me conoces —Claire se levanta cuando su teléfono suena—, duermo en dónde sea. Pero el café funciona muy bien —le sonríe—, saldré a contestar. De seguro es Jeannette porque le conté todo. O quizás es
El sonido de la tormenta silba sin compasión en sus oídos. Cada parte de su cuerpo se congela, muere, no reacciona, y cuando sus ojos se encuentran con los de Declan, el infierno estalla. Las manos comienzan a temblarles y no se ha percatado qué un baño de lágrimas comienza a acoplarse en sus ojos
La desilusión atrapa el dolor de Declan. Escupe las palabras mientras poco a poco todas sus fuerzas se desmoralizan con cada segundo. La respiración de los dos es entrecortada. —Son mías, Maylene —Declan baja la cabeza, destrozado. Lo puede ver en su voz, en sus manos que tiemblan, en el dolor de s