Decidida Maylene abre la puerta del la habitación. —¡Una enfermera! Al instante observa a la misma enfermera que estaba cuando entró a ver a su hija y que permitió que Carl entrara. La enfermera no entiende la expresión eufórica de Maylene por lo que se acerca a paso rápido con la carpeta en man
Maylene mira el suelo como si buscara una respuesta. Siente lo mismo, de pronto, que siente con Hayley. —Hannah —mueve el teléfono hacia su oreja tratando de que el susto que la vuelve a dejar sin aire no se apodere de ella. Sus dedos marcan a la casa de Declan con una rapidez inhumana. Desde an
Maylene se endereza, sin alejarse de la camilla. Mira a su hija con atención pero en el fondo conoce que las consecuencias de sus actos ha llegado, y la traición de Carl ha sobrepasado los límites. —Maylene, te creo —Claire rodea la camilla para ponerse al otro lado—, esa mujer está destrozando tu
El cielo azul próximo a la mañana comienza a aparecer con las luces del sol en el horizonte. El carro no se detiene en la colina rumbo a la montaña, un condado fuera de Londres. Hoy la ciudad no está en tempestad y la llovizna de la pasada noche dejó rastros de su aparición en el camino todavía moja
Sin embargo, parece tener efecto en él porque cuando cree que su brutal agarre lo dejará sin aire, Kieran se aleja.No tiene mucha opción de tomar aire porque el tiempo se acaba, y quizás ella aparezca en cualquier momento.Carl tose, y comienza a arreglarse la corbata cuando se fija en el intimidan
Kieran la mira como si estuviese buscando algún índice de alguna broma. No consigue nada. Y con las manos de ella en su rostro también es difícil pensar. Su confusión gana a la molestia, y mantiene su mirada clavada en los verdes que se entrometen en ese planteamiento de asesinarla aquí y ahora.—¿M
—¿No las has visto antes?—Nunca.Claire pregunta y Maylene responde. Siguen en la habitación, y la pequeña Hayley sigue durmiendo. Sus pestañas rubias es lo único que Maylene observa, sentada a su lado y con los codos en las rodillas, fija en su hija. Mantiene una expresión consternada, pero intent
—Esto no puede ser cierto —es lo que suelta Sam y no sabe si le está creyendo—, ¿Una mujer con tu mismo rostro?—Es difícil de creer pero yo le creo a Maylene —Claire se cruza de brazos—, es escalofriante, pero —Claire la observa—, dile.Maylene carraspea.—La mujer que estaba con Carl ese día que a