—Mi amor —solloza Maylene, acercándose hacia su niña—, mi vida —su bebé tiene los ojos cerrados y es lo mismo que sentir un disparo al corazón, una ráfaga de un tornado, ahogarse en el mar, caminar descalza por el fuego. Pese a sus ojos nublados por las lágrimas, observa a la enfermera—, ¿Cómo sigue
—Quiero que te vayas —no espera ni un segundo más en advertirle con severidad, no quiere ni desea continuar con esto—, ahora vete. ¿Quién te dejó entrar?—Me iré porque sólo quería ver a la niña —Carl se mete las manos en los bolsillos—, y no quería que nadie nos interrumpiera. Te voy a refrescar la
Maylene se mantiene serena, tomando una pequeña bocanada de aire. Luego observa a su hija otra vez, y no funciona quedarse sólo callada en la espera de la respuesta de Carl. Continúa:—Lo lamento por ti, Carl, y mucho. Esa mujer sólo te ilusionó haciéndose pasar por mí. Daría todo para que vieras co
—No sabes lo que estás diciendo —murmura Carl—, la gente cree que ya estás delirando, y si no puedes cuidar a tu hija, ¿Qué les espera a estas niñas? —señala con la cabeza la dirección de Hayley—, ellas merecen una familia estable. Una madre estable mentalmente.—Lárgate —Maylene escupe, y lanza gol
Decidida Maylene abre la puerta del la habitación. —¡Una enfermera! Al instante observa a la misma enfermera que estaba cuando entró a ver a su hija y que permitió que Carl entrara. La enfermera no entiende la expresión eufórica de Maylene por lo que se acerca a paso rápido con la carpeta en man
Maylene mira el suelo como si buscara una respuesta. Siente lo mismo, de pronto, que siente con Hayley. —Hannah —mueve el teléfono hacia su oreja tratando de que el susto que la vuelve a dejar sin aire no se apodere de ella. Sus dedos marcan a la casa de Declan con una rapidez inhumana. Desde an
Maylene se endereza, sin alejarse de la camilla. Mira a su hija con atención pero en el fondo conoce que las consecuencias de sus actos ha llegado, y la traición de Carl ha sobrepasado los límites. —Maylene, te creo —Claire rodea la camilla para ponerse al otro lado—, esa mujer está destrozando tu
El cielo azul próximo a la mañana comienza a aparecer con las luces del sol en el horizonte. El carro no se detiene en la colina rumbo a la montaña, un condado fuera de Londres. Hoy la ciudad no está en tempestad y la llovizna de la pasada noche dejó rastros de su aparición en el camino todavía moja