—Te juro por Dios que ella estará bien —Declan toma su rostro. Sus dos manos acarician las mejillas que acoplan las lágrimas de Maylene—, necesitamos esperar, está en buenas manos.—Mi bebé —como si su corazón no pudiese comprender la desesperación que está sintiendo Maylene no controla sus lágrimas
Maylene se pasa las dos manos por el rostro cuando Declan no se sienta a su lado. Al abrir los ojos, Declan toma su tobillo sin ejercer tanta presión. Le coloca un primer zapato. Dios, se había olvidado que salió en pijamas y descalza de la casa.—Tendrás un resfriado con todo éste frío —Declan colo
Declan sostiene con fuerza la cintura de Maylene, y parece que ha quedado en un estado de shock porque no responde o no procesa lo que el doctor acaba de decir.—¿Es grave? —es él quien pregunta al doctor. Maylene se tapa la boca con una mano, con los ojos abiertos.—Entiendo que esto puede sonar al
—¿Síndrome? —Maylene se descubre el rostro, confundida en el dolor—, ¿Cómo que síndrome? Hayley es una niña sana…ninguno en nuestra familia sufre de esa enfermedad.—Debes saber que a ésta edad los niños se enferman más. No voy a dejar que nada le falte a tu hija, Maylene. Y estaremos los dos al pen
—Lo estoy, ya estoy mejor —le responde Maylene, tomando su cintura—, necesito estar fuerte para mi bebé —y mira hacia su lado—, ah, Claire—Maylene se abalanza hacia su amiga. Ambas se abrazan con fuerza—, mi bebé está allá adentro… —y no puede reprimir un sollozo.—Pero ya están atendiéndola y ya tu
— ¿Quieres comer algo en específico? —Claire acaricia la espalda de Maylene acompañada de un ligero y pequeño tono de voz. Durante todo el día no ha recibido noticias de la pequeña, y aunque le hayan dicho que su pequeña está estable, no ha dejado de sentir miedo. Sus lágrimas salen solas, siente e
—Mi amor —solloza Maylene, acercándose hacia su niña—, mi vida —su bebé tiene los ojos cerrados y es lo mismo que sentir un disparo al corazón, una ráfaga de un tornado, ahogarse en el mar, caminar descalza por el fuego. Pese a sus ojos nublados por las lágrimas, observa a la enfermera—, ¿Cómo sigue
—Quiero que te vayas —no espera ni un segundo más en advertirle con severidad, no quiere ni desea continuar con esto—, ahora vete. ¿Quién te dejó entrar?—Me iré porque sólo quería ver a la niña —Carl se mete las manos en los bolsillos—, y no quería que nadie nos interrumpiera. Te voy a refrescar la