4. Decepción

El desespero, el dolor, la sorpresa sobrepasan los límites en el rostro de Maylene cuando Amy es quien apaga el televisor de golpe. 

Son sus manos las que tiemblan sin parar, el horror que vuelve aún peor todas las emociones restringidas solamente en su mente, sin escapatoria de su cabeza que se ha quedado en blanco. Paralizada, Maylene observa la pantalla en negro sin lograr moverse en aquel sitio, totalmente ajena a lo que tiene que procesar para lograr dar siquiera un único paso hacia atrás.

—¡Maylene! —el grito de Amy llena los escombros de éste salón, saliendo hacia ella para tomarla entre sus brazos porque Maylene ha pérdido las fuerzas cayendo al suelo—, ¡Maylene! Escúchame, Maylene.

—Papá —lo que pronuncia Maylene es un jadeo de una voz rota, con ojos abiertos apenas entendiendo lo que significa oír algo como eso—, papá…

—¡Maylene, tienes que salir de aquí! Estoy segura que Shanoon te buscará por todo Londres para hacerte la vida imposible, necesitas irte. ¡Dios, jamás creí que esto pasaría! Lo lamento tanto…—Amy balbucea. No tiene idea de cómo podrá consolar a una hija que ha perdido a su padre. No hay palabras que se comparen con algo igual. Logra sostener a Maylene con todas sus fuerzas pese a tener seis meses de embarazo—, ¡Maylene, respondeme!

—¿Cómo es posible…? Yo lo vi ésta mañana, Amy —Maylene sencillamente no logra entender. Poco a poco se va dando cuenta que ésta agonía es una realidad. Son sus lágrimas.

Grita:

—¿¡Cómo es posible?! ¡Papá! —Maylene trata de levantarse haciendo espasmos con las manos para que Amy la deje salir—, ¡Debo ir con mi papá! ¡Él no puede estar muerto!

—Lo lamento tanto, Maylene —Amy trata de abrazarla con fuerza. Nadie más que ella y sus hermanos conocen ese sentimiento de perder a un ser querido—, lo lamento mucho.

—No puedo creerlo, no es verdad, Amy. ¡No es verdad! ¡Shannon está mintiendo, yo lo sé! —logra zafarse de los brazos de Amy y corre hacia la puerta—, necesito buscar a mis hermanos. ¡Esto no puede ser verdad! ¡No puedo creerlo! ¡No lo es!

—¡Maylene espera! —Amy logra detenerla con rapidez. El miedo surge en esos ojos tan parecidos a los de Declan Morgan, y es ver algo que en estos momentos no existe, es una tortura. Ver a Amy luego de estar muriéndose en el dolor, es peor de lo que Maylene imaginó. Y en como Amy observa a Maylene con ansiedad—, no puedo dejarte ir. ¿Acaso no escuchaste lo que dijo esa mujer? ¡Están buscándote para llevarte a juicio!

—¡No voy a darme por vencida! Yo no fui la persona que hizo todo esto. ¡Alguien se está haciendo pasar por mí y no permitiré que sigan haciendo esto en mi nombre! quien quiera que sea. Esto no puede estar pasándome a mí, no puede estar pasándome a mí…—Maylene se lleva las manos a la cabeza, y los mechones de su cabello rubio se adhieren al sudor de su frente. Sus ojos cristalinos son una bomba de tiempo porque en cualquier momento explotará en lágrimas sólo por la impotencia—, no voy a quedarme aquí.

—¡Estás esperando un hijo! —Amy finalmente expresa al borde de la preocupación—, ¡Tienes un hijo en tu vientre! No puedes tomar estrés, angustias. ¿Qué pasará si no logras ganar ese juicio? ¿Tendrás a tu hijo en prisión, Maylene? ¡Piensa las cosas!

—Pensar las cosas…—repite Maylene totalmente ajena a la tranquilidad. En su mente sólo existe pesar y decepción—, estoy perdiendo todo en mi vida, Amy. Mi familia, mi esposo, mi dinero, mi reputación. Perdí a mi padre…¿Sabes lo que significa…? —Maylene no evita sollozar—, mi padre murió creyendo que yo le hice daño. ¿¡Yo, Amy?! ¿¡Cómo podría hacerle daño a mi propio padre?! Me están destruyendo por completo y sobretodo…Declan.

Amy cierra los ojos con pesar.

—Declan Morgan me ha dejado sola —Maylene no puede poner en palabras lo que ahora está sintiendo. No existen en estos momentos unas palabras para dejar en claro lo que siente por Declan Morgan: simplemente odio. Un odio que atormenta—, necesito arreglar esto. Tengo que ver a mi padre, Amy. ¡Tengo que verlo!

—No haré que lo hagas. Esto es demasiado para ti y para el niño. ¡No puedes acercarte así vulnerable hacia ellos! Los Dodson…son las últimas personas en ésta tierra que te ayudarán…y si el señor Joshua…Dios, Maylene. Tienes que calmarte porque todo saldrá peor…

—¡No lo haré! Iré de inmediato, enfrentaré a esa mujer. ¡Tengo que estar presente para mi papá…! —Maylene se detiene de golpe en la puerta.

Pasan dos segundos para que Amy observe como Maylene suelta un quejido llevándose las manos hacia su vientre. 

—¿Qué sucede? ¡¿Maylene?! —Amy logra tomar la mano de Maylene, quien aprieta fuerte todavía quejándose, como si algo la estuviera devorando por dentro, arqueandose hacia adelante sin dejar de tocar su vientre, apretándolo hacia adentro tanto que Amy teme que se lastime.

—¿¡Qué sucede Maylene?!

—Me duele, Amy. Me duele demasiado —balbucea Maylene jadeando sin aire—, es una puntada, me duele…

—Dios —los ojos de Amy están perplejos por el temor de no ser de gran ayuda debido a su embarazo avanzado. No hay nadie en el pasillo para que la ayude a llevar a Maylene hacia el coche. Estos dolores no son normales—, ¡Ayuda por favor! Tranquila Maylene, iremos al doctor de inmediato…

Maylene suelta otro jadeo que suena más a un quejido lloroso que pone a Amy mucho más impaciente que antes.

—¡Ayuda por Dios…!

Amy divisa en la esquina las escaleras del edificio a cierto hombre en gorra que lleva una mochila a sus espaldas. Una vez oye los gritos de Amy y a la mujer en aquel sitio que a la distancia se observa tan vulnerable sale corriendo hacia ambas.

—¡Gracias a Dios! Gracias, muchas gracias. Ella es mi cuñada pero no sé que sucede, está embarazada y necesito llevarla al auto. 

Maylene no oye las palabras que intercambia Amy con el nuevo hombre, y lo que sigue después es un escenario borroso ya que no se siente pisando el suelo como creyó que estaría. La puntada como un cuchillo clavándole el pecho de forma tan aguda nubla su mente. 

—¡En éste carro! —es la voz de Amy que apenas oye, solamente reconociendo el tono de su voz.

—Parece inconsciente, hay que llevarla de inmediato al hospital. ¿Tiene esposo?

—¡Lo tiene! —Amy expresa con determinación—, lo llamaré pero debemos marcharnos ahora.

—No —ambos, tanto Amy como el hombre desconocido oyen el hilo de voz que sale de Maylene, y toma el brazo de Amy con fuerza—, no llames a Declan, no quiero que lo llames. No quiero que venga.

—Pero Maylene-

—Por favor…—Maylene pide en un jadeo doloroso—, no quiero verlo. No deseo verlo ahora, por favor, Amy. No dejes que se entere de nada de lo que hemos hablado aquí, no quiero…que note que estoy embarazada. Por favor…

—¿Cómo puedes pedirme algo así? —dentro del auto en la parte de atrás Amy toma su mano—, ¡Maylene no puedo hacer esto!

—Llegaremos en quince minutos al hospital más cercano —el extraño hombre ha tomado las llaves de Amy para encender el auto.

—No quiero ir al hospital. Llamaré a mi doctor privado —Maylene traga saliva. Sus labios ya están pálidos, secos y rotos. Aún con la mano de Amy alrededor de la suya aún siente la fatiga apoderándose de todo su cuerpo—, lo pensé mejor…yo…no dejaré que nadie se entere que estoy embarazada…no puedo arriesgarme…a perder a mi hijo…

—¡Maylene! —Amy abre los ojos—, ¿¡Qué piensas hacer?!

Maylene aprieta ojos y labios tragándose el dolor que surge desde las entrañas de perderlo todo, por ver cómo su vida se cae a pedazos mientras toda la esperanza se pudre con cada segundo que pasa.

Pero su hijo no será parte de éste horror, y no lo llevará a la ruina como lo están haciendo con ella.

—Desaparecer —los ojos de Maylene se llenan de lágrimas pero no las deja salir. Y si lo hace es por el hecho de sentirse tan decepcionada y adolorida por la traición—, no volveré nunca más a Londres.

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Diecinueve meses después.

Es primavera en Londres, por lo tanto el sol está a las afueras de la oficina de la empresa “Horizon Petroleum Corp.”

El cielo está eclipsado por un lienzo tan azul y nítido que logra ser el centro de atención en una ciudad siempre fría y nublada. 

Hay una mirada que se centra en el tránsito de la ciudad sentado en su oficina mientras las ventanas de cristales le entregan la vista excepcional de una ciudad donde le llueven miles de recuerdos amargos y un pasado que quiere olvidar con recelo. 

Ese pasado no existe.

—Señor Morgan —la vista es interrumpida con el llamado hacia la puerta de su oficina. Por cortesía se levanta y se abotona su chaqueta de traje negro mientras el hombre con canas y bastante barba entra al lugar—, buenos días, señor Morgan. ¿Me necesita? —conoce lo bastante bien a Fred como para decir que está un tanto incómodo.

—Fred, buenos días. Toma asiento, por favor —le otorga el permiso y Freddy jala la silla—, quiero que me ayudes con un poco de seguridad. Busca más hombres porque Amy y su hijo necesitan más protección. Pronto habrá una reunión en el Sprinter y no confío en los hombres de antes. Reemplazalos.

—Como ordene, señor Morgan —Freddy es un hombre de cincuenta años jefe de seguridad de su familia.

Los Morgan Hoover son una familia bastante influyente en Londres y en estos meses sus ganancias en la compañía “Horizon Petroleum Corp,” ha aumentado porque es una de las cientos de compañías que mueven al país, por lo que la vista en una familia millonaria como la suya se ha hecho notar en el mundo criminal. Un primo suyo está desaparecido desde hace un par de días y toda la familia está en vela. Sus padres también lo están y temen que algo suceda con sus hijos y su nieto. Además, no sólo se trata de proteger sino de mantener a raya a los enemigos de los Morgan Hoover, en especial a los Dodson, a quienes han intentado evitar a toda costa desde que….Maylene Dodson desapareció de Londres y del país de la noche a la mañana.

Le amarga la vida tan sólo pensar en eso. 

Declan Morgan en especial tiene a varios magnates que no toleran su presencia como él la de ellos, uno de ellos el propio dueño de la cadena de automóviles más prestigiosas del país, Marvin Pitts, y que también se ha estado embarcando en el mundo del petróleo queriendo desplazar a “Horizon Petroleum Corp,” hacia el segundo puesto de las empresas petroleras más importantes de toda Inglaterra y Europa. 

No permitirá una cosa como esa, y mucho menos que padre e hijo intervengan con sus planes: expandir el negocio a través de la exploración de nuevos yacimientos y adquirir la empresa de Marvin Pitts y hacer suya la famosa e imparable Nova Fuel, la empresa de su ex-esposa desaparecida.

Declan alza la mirada para darle a Fred  lo que quiere que tenga la nueva estructura de seguridad cuando lo ve frunciendo demasiado el ceño. Hasta lo ve levantarse luego de recibir el informe dejando a Declan con confusión.

—¿Qué sucede? —no se espera en preguntar, echándose hacia atrás de la silla—, estás extraño, Fred.

Y en realidad lo está. Fred es un hombre serio la mayoría de las veces, pero es claro que algo le sucede y Declan no estará contento si no le dice lo que pasa.

—No es nada, señor Morgan. Me retiro.

—Alto —Declan ordena con seriedad. Fred vuelve a mirarlo con un suspiro—, aún no hemos terminando. ¿Por qué quieres marcharte? —Declan alza una ceja con desdén—, ¿Sucede algo?

Fred tarda cinco segundos en responder.

—No sucede nada, señor.

—Mientes —Declan lo interrumpe parpadeando con lentitud—, habla, Fred. 

Fred aguanta la respiración observando a su jefe en la espera. Y ya no tiene salida. 

Ni siquiera sabe cómo comenzar.

—Vi a la señorita Maylene Dodson en el aeropuerto de la ciudad hace veinte minutos.

Declan se queda en silencio. 

Lentamente se levanta de su silla sin dejar de ver a Fred con conmoción.

—¿Qué has dicho?

—No sólo fue eso lo que vi, señor Morgan —Fred mueve el informe resignado a contar.

Más de un año sin saber absolutamente de Maylene Dodson para que el fantasma de su pasado llegue a desmoronar su vida tranquila. Con molestia y sorpresa escucha las palabras de Fred para que todo cambie por completo.

—No estaba sola, señor —Fred finalmente dice—, Su ex-esposa lleva en sus brazos a dos niñas pequeñas. Ambas son…gemelas. 

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