—Creí que no…estabas aquí en Londres, Carl —Maylene recompone su postura con calma, y acepta responderle a Carl por cortesía, lo que lleva a que el hombre frente a sus ojos sonría y le señale la puerta del edificio.—Mejor entremos. Hace mucho frío para que las niñas estén afuera —ofrece Carl haciendo una seña para que dos de sus guardaespaldas se detengan—, yo me encargo.Claire divisa el rostro de complicidad de Maylene y entre labios le dice “Lo siento” con expresión temerosa. Maylene le devuelve la respuesta. “Está bien.”Hannah y Hayley son los nombres de sus dos niñas. Y ambas están en sus brazos porque se niegan a apartarse de su madre así venga el mismo presidente. Carl lo entiende, aunque decepcionado, y acaricia la mejilla de Hayley quien luego de un momento se esconde en el cuello de su madre con timidez. ¿Será que su hija estará pensando en la misma persona? Fue Hayley a quien Declan cargó, y…¿Cómo fue posible que su pequeña haya corrido hasta él de forma apresurada? Rec
—Por Dios —Maylene jadea, y retrocede para dirigirse directo a la puerta del departamento. Sus ojos están tan abiertos que mientras corre hacia las escaleras el viento comienza a arder en sus ojos, y casi se tropieza de tanto desespero por alcanzar la planta baja del edificio. Maylene se apresura lo más que puede hacia la entrada de ésta zona privada, y su cabello largo se mueve debido al viento arrasador a altas horas de la zona. Ha sido un error salir tener un abrigo, apresurandose a que el frío se intercale en su t-shirt blanca.Sin embargo, no se detiene, y por la razón de verse cerca de la entrada de la estación de vigilancia, Maylene se acerca a la reja para tratar de buscar lo que vio desde el balcón. Simples carros pasando en la calle con normalidad, nada extraño y ni un destello dorado al igual que hace unos minutos.—¿Señorita?Maylene se voltea de inmediato hacia la voz.Se encuentra a un señor canoso con el uniforme de la vigilancia. Y todo su rostro es un mar de confus
Maylene se queda en silencio unos segundos. Luego, con toda el rostro bañado en desconcierto se gira hacia Carl. Sus ojos son el reflejo de una sorpresa herida, una sorpresa que advierte sólo de un dolor inexplicable. Pestañea una y otra vez para quitar la nublosidad de los ojos. Las palabras de Carl se repiten una y otra vez para que la imagen de su ex-esposo sea ensombrecida, más que antes. Jamás hubiese imaginado que sería capaz de oír, siquiera una vez, algo tan repulsivo como lo es esa clase de traición. Mil imágenes de Declan supuran su mente, despedazan el último recuerdo favorable que tenía de él: cuando le dijo que haría todo lo posible por poner Noval Fuel a sus pies porque compraría la empresa por completo para que fuese la directora general de la organización. “Quiero darte el mundo entero, amor. Quiero dartelo todo, quiero darte todo de mí.”Ni siquiera las palabras; son los recuerdos que vienen para azotar brutalmente el juicio de Maylene de lleno sin piedad.—¿Ah sí
Lo mismo que piensa Claire lo piensa Maylene. Del porqué Carl no aparece en el departamento. Debe tener motivos y como él lo dijo, no puede quedarse oculta toda la vida. Lo que la lleva a tener alarma por todos lados, pero aún así Maylene, con su gorro bajo su cabello rubio y una bufanda, toma un taxi a la dirección que le indicó Carl por el télefono. La noche ya cae en Londres, y su frío provoca que le pique la nariz, por lo que ya está roja cuando amablemente le agradece al taxi antes de bajar. Maylene tuvo que acostumbrarse a usar taxi y no un carro propio ni chóferes. El choque con éste mundo la perjudicó un poco, y la tomó de sorpresa, sin saber qué hacer porque nadie le había enseñado a vivir de ésta forma. Mirando el edificio de varios pisos, con cristales negros debido a la noche, Maylene suspira el aire gélido de Londres antes de moverse hacia la recepción. Sin embargo, no falta mucho para que comience a ver las cosas extrañas, como por ejemplo, el enorme lugar con dos
Maylene quiere vomitar. Empieza a dolerle la cabeza, tanto, que necesita sostenerse de la pared. Necesita vomitar. Necesita tomar aire antes de que alguien note lo mismo que ella y resulte en una catástrofe. Necesita salir de aquí.Maylene tira de la puerta de la salida para armarse de valor, huyendo de ésta pesadilla a donde tiene que despertar.¿Es real? ¿Qué cosa es real ahora?No es nada, ni nadie.Conforme baja las escaleras no trae nada en sus manos salvo el temblor. Un susto inexplicable, una anomalía en su respiración donde le cuesta mantener su mente en el camino. La puerta de salida da a la misma recepción atestada de gente, y gira el rostro para tomar la otra entrada del edificio sin desear que nadie la vea.Empuja con fuerza la puerta de vidrio y toma aire con vigor mientras sus manos tratan de ayudarla a tomar aire. Sale a la calle contraria donde se divisa a la gente caminando con normalidad al igual que los carros lo hacen al conducir.—¿Qué está pasando? ¿Estoy loc
¿Qué se supone que está haciendo ahora que sus labios se mueven al compás de su ex-esposo? Un calor abrasador sube por su cuerpo ante la furia del beso, quemando y despedazándose entre ambos. Un beso mortal que arroja recuerdos del pasado para hacerle daño. Y aún así no puede apartarse porque reconoce esos labios con sabor a fuego, reconoce ese sentimiento que le produce el tan sólo tocar a Declan y que éste se apodere de ella como muchas veces en el pasado.De pronto el beso la debilita, y la lleva a la tentación. Sigue enojada, pero no tiene nada que ver sus besos cuando se trata de Declan Morgan; nada de él es suave o tierno. Es rudo, provocando sensaciones de cosquilleos en la parte baja de su vientre. Declan la empuja más hacia la pared del callejón dejándola sin aire, tanto por el agarre como por el beso bestial. Su cintura es prisionera por las manos de Declan que la aprietan mucho más hacia él, dejándola sin escape.Maylene se deja llevar por el beso que la atonta un momento,
No hay lugar donde Maylene pueda meter la cabeza. Sin palabras, se da cuenta que por muy alto que sea Carl, Declan lo sobrepasa con creces, y mientras lo siente detrás de su espalda, sensaciones de cosquilleo rozan su espina dorsal bajando hasta muslos.Una confrontación que ha durado años y que se volvió difícil de contener. No estaba en sus planes que Declan apareciera de ésta forma. Incluso creyó que ya estaba lo bastante lejos de aquí porque sus esperanzas de que al menos tuviera la decencia de escucharla se esfumaron tal cual lo hicieron aquella vez lo vio por última vez luego de su divorcio.No.Declan está aquí, junto a ella. Toma su cintura, la aprieta hacia él y rodea la muñeca de Carl apartándola de un tirón lejos de su codo. Rodea, dejándola sin habla, su cintura con una sola mano.—¿Qué carajos? —Carl comienza observando con los ojos furtivos los ojos de la fiera que tiene detrás de ella. Sus orejas están rojas, claramente enojado—, ¿Qué mierda haces aquí? ¡Suelta a Maylen
El camino es silencioso en todo el trayecto. El interior de la camioneta tiene el olor a Declan: una fragancia masculina fuerte, pero que no pica, sino que hechiza y la envuelve. Si hubiese sabido que terminaría en su auto y en sus brazos en una sola noche lo más probable es que tuviera una conversación seria consigo misma, ¿acaso perdió la cabeza? Lo más probable es que así sea. Declan maneja en silencio. Y Maylene, abrazándose a sí misma, siente la horrible tensión entre ambos. Ni una palabra, o una mirada, pero si alguno se atreve a decir algo…este carro explotará; con ellos adentro. Es mejor mantener la distancia. Esas palabras de Declan no sabe como interpretarlas, ¿No se supone que la odia? ¿O es que es muy orgulloso para decir lo contrario? No existe hombre más orgulloso en la tierra que su exmarido, pero la única persona que lo sobrepasa en orgullo es ella misma. Debe estar loca cuando quiso más de éste hombre cuando destruía su boca. Lo mira de reojo, y lo que observa es u