La mirada de Maylene refleja una mezcla de asombro y petrificación. Su boca es incapaz de articular palabra alguna. Sus manos que antes estaban en su rostro paralizado, ahora descansan inmóviles a sus costados. Su rostro pinta una expresión de incredulidad, como si no pudiera creer lo que sus oídos acababan de captar.¿Qué? ¿Qué es lo que escuchó?¿Acaso Declan está…? ¿Qué está pasando?Pero a la misma oportunidad que tiene de entrometerse dentro de sus propios pensamientos el mundo se alinea de nuevo con los hermanos Morgan en su confrontación, sacándola del pasmo cuando Kieran ruge gravemente enojado.—¿¡No aceptas que te fueron infiel, idiota?! ¡Acepta que tu mujer se acostó con otro y déjanos en paz! ¿O no te acuerdas que también la viste? ¿También te volviste loco como ella que dice que nunca estuvo ahí? Es producto de su arrepentimiento y tú también estás a la par que ella. Maylene te engañó —Kieran alza el pecho tomando aire para seguir hablando mientras Declan sigue apretándol
Sintiendo la primera desesperación cuando abre los ojos y lo único que ve es un gran espejo dentro de un cuarto, Maylene, desesperada y sin acostumbrarse alrededor, busca por todas partes a sus hijas.¿Dónde está? ¿Dónde están sus hijas?¿Qué fue lo que sucedió? ¡¿Qué fue lo que pasó?!Lo único que trajo su regreso a Londres fue la desgracia. Pero ninguna se compara con la de tener a sus hijas lejos.Maylene se levanta de la cama. No es un sitio oscuro o una especie de mazmorra. Es un cuarto lujoso donde guinda un candelabro. Con persianas rojas en la ventana a su izquierda…un piso de alfombra del mismo color.Su atención cae en la puerta. Exasperada, corre hacia la puerta para abrirla. Está encerrada, y con los puños intenta abatirla incluyendo patadas que hacen un estruendo gigante.—¿¡Dónde están mis hijas!? ¡Denme a mis hijas! ¡Saquénme de aquí!—grita con la desesperación de tener a sus hijas lejos. No puede pensar con lucidez debido a que su mente está nublada del temor, ese lati
La sensación desigual quiebra por un instante cómo mantenerse en la balanza de la vida y la muerte.Su hombro arde, o al menos donde cree que viene el dolor. De pronto el ardor se marcha y la nueva emoción es tan arrasadora que lo saca de donde quiera que está y el dolor arrasa su mente. Lentamente, se van acercando las voces y los gritos que nacen desde la euforia a la cual no pertenece, al menos, todavía no. No hasta que sus ojos se abren lánguidamente sintiendo la presión en lo que es la parte de su pectoral derecho y clavícula.Hay varias personas borrosas en su visión, pero la melena fuego a donde para su vista es lo único que puede reconocer dentro de ésta debilidad que acarrea su mente.Incluso cuando, gradualmente, comienzan a llegar los recuerdos, la presión en la herida, el azote rígido que lo pone en la cuerda floja como es la inconciencia a donde está a nada de volver a caer, su mente se nubla en el último pensamiento que tuvo antes de que la bala hubiese hecho su efecto.
En una batalla contra el tiempo Maylene divisa los ojos peculiares de Shannon para perder los estribos, y sobre todo, debido al sonido que viene desde el otro lado del salón para torturarla: el llanto de sus bebés.—¡Voy a matarte! —grita Maylene con lágrimas en los ojos—, ¿¡Qué le están haciendo a mis hijas?! ¡Voy a matarte!—Tus nenas están bien: están con una mucama, descuida. Las verás dentro de poco —Shannon rodea el escritorio otra vez y toma asiento. Cuando está arreglada hace un movimiento con la mano para que acerque, pero Maylene no lo hace.Dentro de poco, Maylene siente en su cintura un ligero empujón que la sobresalta. Se remueve de inmediato, eufóric.—¡Quítame las manos de encima! —lanza arañazos a la mano de Kieran sobre su cintura—, traidor hijo de perra.—Esa boca no está en condición de lanzar penurias —Kieran toma su mandíbula acorralándola para que se detenga—, no me hagas hacer algo que no quiero.—Eres un desgraciado —escupe Maylene—, ya veo porque tu familia te
Quizás sea un milagro del cielo o simple suerte cuando, luego de correr, Maylene divisa un pasillo abierto. Lo primero que ve en éste pasillo abierto es que mientras más corre se acerca a una especie de patio, así que se anda con cuidado cuando divisa que, en efecto, lo que parece ser la entrada a éste lugar, que ya divisa como una propiedad privada, se alza frente a sus ojos.—¿Mami? ¿A dónde vamos, mami? —es Hannah quien pregunta.—Nos vamos de aquí, bebé —responde Maylene, mirando a todas partes.Dios, ¿Qué es lo que hará? Son sólo segundos para que la persigan o la vean. ¡Debe aprovechar la soledad! Miran hacia su izquierda, un nuevo pasillo. Están en un porche, así que arriba hay un techo inclinado que termina en la esquina con el pasillo. Y más allá del pasillo, árboles.Maylene traga saliva antes de correr sosteniendo a sus hijas con fuerza.Aunque escucha un par de voces, éstas se desvanecen con la adrenalina. Salta la pequeña altura del muro tocando la grama verde pidiéndole
Primero toma a Hannah y luego a Hayley para ponerlas en la cera.—¿Por qué se tardaron tanto en llevarlo a la clínica?Un par de hombres, con ropa de escolta, aparecen tras Maylene mientras las niñas se colocan frente a ella una vez empiezan a caminar.—No había tiempo y la señorita Amy trajo a todo su equipo. El señor Declan tiene todos los equipos necesarios en su hogar pero cuando se desplomó lo único que tocó fue llevarlo a la clínica de la señorita Amy —Fenton la protege mientras la desesperación comienza a hundirla cada vez más.Las niñas siguen caminando pero Maylene siente algo que mueve su estómago para mal con cada paso. Se trata de la clínica principal de la ciudad. Cuando suben los tres pisos teniendo a cada gemela en brazos, Fenton la guía hacia la sala privada donde, por más que pudiese negarlo, sus piernas comienzan a flaquear, y ésta necesidad de retroceder nuevamente la acobarda, pero saber que dentro de la sala está Declan luchando por su vida comienza a meterla en u
Amy tenía razón. Un par de familiares de los Morgan Hoover que ya conoce por su antiguo matrimonio aparecen en la sala. Una de ellas una gran amiga, amiga de la familia. Colette Murphy. Unos prefieren no ser imprudentes en preguntar algo y agradece que sea así, pero aunque no la ven a ella, sus gemelas llaman la atención de cualquiera. Es más, de todo el mundo.Escucha comentarios sólo de admiración y de sorpresa por ver la belleza de sus niñas, lo cual responde con una sonrisa. Hannah es muy extrovertida y con su hermoso cabello rubio demuestra que sacó su lado hechizante. Hayley no suelta la mano de su hermana pero es más recatada, aunque también sonríe hacia las personas haciendo que los familiares de Morgan, en su mayoría mujeres, las observen encantadas.Maylene sólo puede desviar la mirada.¿Es muy obvio el parecido con…cierto hombre dentro de estos cuartos?Indudablemente. Tapar el sol con un dedo es imposible, y aunque las gemelas se parecen de pies a cabeza a ella, una cierta
—Yo quiero...reconquistarte…Y éstas palabras mueven el piso bajo sus pies. Es como si lo escuchara, de pronto, bajos las aguas del mar. Sus ojos están completamente desorbitados cuando éste hombre ha dicho la última frase que esperó que diría. Empieza a sudar frío, sin duda. Su cuerpo, tensado de pies a cabeza, se pone rígido como una piedra. Pero sus ojos se llevan el completo protagonismo. Sencillamente, ha quedado estupefacta en cada rincón de su cuerpo—¿Estás loco?El aire no existe en los pulmones de Maylene. Y tampoco cree que se estabilice mientras ve al último hombre en la tierra que pensó que diría esto de pie frente a ella. Todo lo que tenía que ver con el fuerte amor que alguna vez los dos se profetizaron lo enterraron desde que se miraron con furia luego de su divorcio.—¿Perdiste la cabeza? —vuelve a decir Maylene dando un paso hacia atrás. Está incrédula, y parpadea para que no se les ocurra a sus ojos dejar salir las lágrimas de impotencia—. Después de todo…¿Vienes a