—Esta bien, los reyes dijeron que ellas nacieron para estar junto a mi, por toda la eternidad, que por eso es que brillan los dos medallones al mismo tiempo—dijo Dominik
—Nietas mias no me mientan ¿ustedes aman a Dominik?—preguntó Adrien
Las gemelas se sonrojaron y dijeron
—Si abuelito, nos dimos cuenta, por eso nos separamos de nuestros novios, Dominik no sabia nada se entero porque los reyes le dijeron.—dijo Alice
Adrien para sorpresa de los tres se carcajeo sonoramente diciendo
—Me lo imaginaba, deje esto al destino y parece que se cumplio lo que pensaba, Dominik por eso llegaste aquí a vivir conmigo estabas destinado a estar con ellas
—Adrien es cierto, me enamore de las dos, pero el destino es cruel, me quito a mi esposa e hijo y todavía me duele—dijo Dominik
—Te entiendo Dominik, claro que te entiendo, pero sabes muy bien que co
Se sentaron a cenar, conversaron y tenía que pasar, hacían reír a Alexander viendo cómo todos se lanzaban pedacitos de gelatina entre ellos, pero un pedacito fue a su dirección y se le pegó en la mejilla, todos se quedaron estáticos mirándolo pensando que se enojaría, pero paso otra cosa. —Jajajaja, así que son atrevidos, pues yo también—dijo Alexander Alexander se sumó al juego lanzando con su cucharilla pedacitos de gelatina a todos y riéndose, los sirvientes estaban con la boca abierta, jamás habían visto eso en el castillo jamás. Ya se hizo tarde y Alexander dijo a Dominik que vaya en el auto a dejarlas a su castillo. Iban en la parte de atrás los tres y Alice beso a Dominik primero y este le correspondió el beso, después lo hizo Dianne y paso igualmente un beso profundo entre los dos, llegaron y estaba parado Adrién esperándolas, salieron los tres y Adrién se dio cuenta de la pintura de labios en la boca de Dominik sonrió diciendo. —Hola, Dominik, veo que has venido ¡entreten
Alexander y Laila se fueron juntos, los padres fueron a reposar, pues al otro día deberían regresar a New York y Adrién fue a dormir, las gemelas estaban felices de todo. Dominik llego a su Castillo y bajo al calabozo donde estaba Carl —Asómate prisionero —dijo Dominik con voz autoritaria Carl salió de las sombras, había estado llorando —Le has faltado el respeto a una mujer decente que además es mi novia, la novia del Rey, así que deseo escucharte decirme ¿por qué le dijiste esa patanería? —Disculpe majestad, fue un momento de celos, ella era mi novia y… no quería creer lo que escuche de ser su novia suya. —Mmmm, estarás aquí encerrado una semana cuando salgas deberás ponerte al día con tus estudios, voy a pedir que te guarden todas las clases a algún compañero tuyo y a final del año deberás tener notas altas porque si no te castigare de la manera más cruel que existe, y tú no me conoces como soy de cruel. —Está bien majestad —dijo Carl muy arrepentido —Bien entonces, hasta ma
Los compañeros y amigos decían —¡Que envidia! —Es guapote el rey, suertudas. Las gemelas sonreían viendo a sus compañeros así Alexander había llamado a Dominik para hablar con Él —Papá, hola, ¡¿dónde estás?! —Hijo ven, estoy arriba del castillo—dijo Alexander Dominik subió y abrazo a su padre Alexander, que le devolvió el abrazo y se sentaron —Hijo ya se acerca la Luna Roja y es cuando debes pedirles matrimonio a tus novias —¡Sí, papá!, ya tengo todo listo, Laila, me ayudo ya, jeje—dijo Dominik —Ah, o sea que ya tienes ¡todo adelantado!—comento Alexander —Sí, papá las amo, ¡las amo mucho!—dijo el rey —Me encanta verte así feliz sonriendo —La estadía donde Adrién me llevo a tener la felicidad, papá, ¡gracias!—dijo Dominik Laila le había dicho a su hermano que cite a su padre, a Adrién, a los padres de las gemelas en la Preparatoria y que hable con el director para que lo deje utilizar el patio para la gran ceremonia de petición de mano en la Luna Roja y que lo iba a hacer
Siguieron la costumbre de ir a verlas y dejarlas en la Preparatoria y de llevarlas a pasear casi siempre las llevaba a lugares fríos, era para contenerse de hacer algo malo. Había dejado de ir a ver películas. Los vestidos de Novia se había encargado Laila, eran hermoso de color negro, perlas, y el ajuar era lindísimo. Dominik visito a solas a su hermana, le contó lo que paso y lo que hizo al regresar al castillo, ella lo miró atónita. —¡Quéeeee!, pero hermano van a ser tus esposas, deberías enseñarles cómo complacerte aunque sea oralmente, ¡ellas están enamoradas de ti!, por eso quieren hacer eso contigo—dijo Laila —¡Pero tengo miedo de excederme!, yo quiero su virginidad después de casarnos—dijo el Rey —Hermano, por favor, ¡estos son otros tiempos!, pero si deberías enseñarles el sexo oral, así te complaces y te descargas, tú debes complacerlas también, ¡tú sabes bien hacer eso! Dominik la miro pensativo,«sin embargo, no sería en el castillo de su abuelo, quiero respetarlo» —O
—Si les voy a ir enseñando, las amo y quiero que sientan mi amor a plenitud no solo sentimental, sino físico, las amo. —Nosotros también, ¡te amamos! Dominik había puesto una alarma para que los despierte para tener tiempo de bañarse y ponerse la poción para que desaparezca cualquier olor físico. Las abrazo a las dos y del cansancio se quedaron dormidos así desnudos. Pasaron dos horas y sonó la alarma, se despertaron, se levantaron, se bañaron juntos, jugando y riendo, se pusieron la poción y se vistieron, con magia limpia el desorden de la casita, salieron y el lugar era hermoso. —Vámonos un momento a la montaña para regresar fríos, ¡por si acaso! —¡Es verdad, vamos!—dijeron las gemelas Al llegar a la montaña se tiraron bolas de nieve riéndose, regresaron al castillo Wallacer, estaban todo blancos de la nieve. Adrién los miro que se sacudían la nieve y eran puras risas, ellas le tiraban la nieve a Dominik —¡Ya párenle!, hace rato me dieron duro con las bolas de nieve —¡Tú em
Las gemelas iguales estaban cansadas, pero no tanto por la juventud de ellas y su fortaleza, fueron a cenar algo, tomaron sus copas de sangre y se fueron a dormir, pero por si acaso dejaron prendido el TV y el reproductor y les valió porque más tarde su abuelo entro y vio el TV prendido y dijo en su mente que como siempre se quedaron dormidas viendo películas. Ya eran las 5 y 30 se despertó Laila y se levantó del sofá bostezando, vio a su hermano dormido profundamente, roncaba quedamente, se sonrió, lo dejo dormido y bajo al comedor, volvió a traer más copas grandes de sangre y las puso encima de una mesita de noche que tenía ahí. Lo miraba, estaba tranquilo, que lejos estaban aquellos días en que lloraba a su esposa desconsoladamente, ahora estaba feliz. Vio que su hermano se movió para darse la vuelta, pero igual estaba dormido, espero una hora más y ya lo llamo. —Dominik ya son las 6 y 30 de la tarde, ¡despierta!—dijo Laila Abrió los ojos muy despacio, bostezo largo, se estiró
Se fueron su padre y hermana, se bañó, se puso su pijama, espero un momento más vio la hora y se fue en una bruma escarlata y apareció en el cuarto de las chicas que ya tenían todo listo. —¡Hola, mis amores! —¡Dominik!, pensamos que no venías —¡Qué va!, dije que venía y mi palabra es ¡válida!—dijo Dominik Se acomodaron en la alfombra, se besaron un momento y empezó la película, lo que no sabían era que Adrién había dejado un hechizo ahí para ver que hacían solos. Pero solamente se besaban y las chicas se recostaban en el pecho de su amado nada más, cuando termino la película, Alice dijo que la que seguía era de comedia y la querían ver. Dominik acepto y se quedó a sabiendas de que cuando es su hora de dormir se podía quedar dormido ahí Se reían viendo la película, pero paso lo que tenía que pasar, le venció el sueño y se durmió en la alfombra con una gemela a cada lado de su cuerpo, ellas lo abrazaban, le abrieron un botón del pijama y le besaron su pecho, sonrieron pícaramente
Dominik se quedó parado ahí mirándolos sonriendo, se le acercó una amiga de las gemelas —Perdone majestad y ¡¿las gemelas?! —Ah, mi hermana se las llevo para probarse el vestido de novia—dijo el Rey —Ah, ¡con razón! No se fueron con usted—Lo dijo soltando una risita Mariana —No sé por qué siguen con esa odiosa tradición, ¡yo quería verlas vestidas así!—dijo el Rey —Majestad más que una tradición es cuestión de ¡superstición romántica! —Sí, ¡es cierto!, ¿niña ya te vas a tu casa?—dijo el Rey —Si majestad, tengo que ir a pie hasta allá—dijo Mariana, la mejor amiga de las gemelas —Si quieres, ¡te dejo en tu casa! —dijo Dominik —¡¿En verdad?! Me da vergüenza —¡Nada de vergüenza!, dime donde es y te dejo—dijo el Rey Mariana le dio la dirección, Dominik la visualizo, la abrazo y se hizo bruma escarlata, asomo en la pequeña salita de la casa, sus padres que estaban sentados ahí al ver esa inmensa bruma se asustaron y gritaron, cuando se dieron cuenta de que era el Rey. —¡Su majest