capitulo 28

Dana se sentó en la silla de su nueva oficina, sintiendo la suavidad del cuero bajo su cuerpo. Era un espacio elegante, decorado con un estilo moderno y minimalista, pero aun así, había algo intimidante en él. Miró a su alrededor, tratando de absorber la magnitud de su nueva realidad. Había llegado a un punto crucial en su vida, y sabía que debía aprovecharlo al máximo.

Con determinación, tomó el teléfono y marcó el número de Eduardo, su amigo íntimo y confidente. Necesitaba hablar con alguien que la entendiera, alguien que conociera su historia. Cuando la llamada se conectó, la voz de Eduardo resonó al otro lado.

—¡Dana! —exclamó, su tono lleno de energía. —¿Eres tú? ¡Qué sorpresa!

—Hola, Eduardo. Soy yo —respondió Dana, sintiendo un alivio al oír su voz familiar. —Necesito hablar contigo.

—Claro, ¿qué pasa? —preguntó él, su tono de inmediato más serio.

—Es sobre Felipe. Las cosas han cambiado mucho desde la boda. No sé cómo manejarlo —dijo Dana,

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