Capítulo 14

En las primeras horas de la madrugada, Freya sintió una incómoda inquietud. Su cuerpo empezó a sudar. En ese momento se inclinó abruptamente, abriendo los ojos de par en par.

—No puede ser —murmuró con la preocupación palpable en su voz. Su loba había liberado prematuramente el celo. Con rapidez, se liberó de la sábana que la cubría y se dirigió al closet en busca de su maletín. Lo abrió con urgencia, extrayendo de él un collar que se lo colocó alrededor de su cuello para evitar que ese lobo la marcara.

Freya extrajo también una caja de inhibidores. Volvió a colocar el maletín en su sitio y se dirigió hacia la cama. Con cuidado, colocó las pastillas sobre la mesa de noche, consciente de que en cualquier momento debía tomarlas. Planeaba usarla cuando su celo alcanzará su punto máximo, para mitigar la intensidad de su instinto lobuno.

Después de asegurarse de tener todo listo, Freya se recostó nuevamente en la cama, esforzándose por mantener la calma. Cerró los ojos y se sumergió en un
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