—Embert no me inspira algo negativo, al contrario, pero he visto muchas cosas en esta profesión y si tienes algo que decir, yo podré ayudarte... —¿Qué? ¡No! ¿Por qué lo dices? ¿Por qué llegas a esa conclusión? ¿Por no haberle contado que estaba encinta de un hijo suyo?—quiso ella saber—. No soy víc
Él suspiró. Colocó sus manos en jarras y miró a su alrededor, a nada en específico, antes de volver a mirarla. —Pilar, me has gustado desde que te conocí. —Ella detuvo su respiración, un solo segundo nada más—. Tú para mí, eres... —pasó las manos por su cara y se acercó a ella— eres la mujer más va
Peter estaba sentado en un mueble, diagonal izquierda de ella, que apenas podía notar que era de color beige; lugar ubicado en medio de la cama, la cual se encontraba frente a ella, siendo esa la parte derecha de la habitación, y de una mesa de trabajo hecha de bellísima madera con sillas, laptop y
Él se despegó de un níveo beso y mordió sus propios labios, contemplándola. Las costillas de la mujer podían verse gracias a su acelerada respiración. La miró a la cara, colocó sus manos en la pretina del pantalón blanco que ella cargaba puesto y no hizo nada hasta que ella asintió y la larga tela h
Algo acariciaba la nariz de Pilar, pero no parecía ser la única zona de su cuerpo donde ella sentía leves y pequeñas caricias. Olía extraño, pero nada mal. En su duermevela no lograba descifrar qué era. Peter, serio y emocionado por dentro, despierto desde hace más de una hora, volvió a acostarse p
Pilar le miró fijo, manteniendo la ecuanimidad. Sentía una enloquecida emoción en su interior, pero debía manejar las cosas con calma. —Escuché que mencionaste el Parnés —le dijo ella. Él asintió. —Mireya estuvo alojada en un hotel de Menidi, cerca del Parnés. Y no estaba sola. La enfermera pens
Ella asintió. Él continuó: —Las cosas no iban a suceder de ese modo. Si nosotros le dimos alguna sospecha a Tarsis o a la propia Mireya de habernos dado cuenta de una trampa, no era tan relevante para ellos, porque la situación en la que está ese imbécil es la de una soga al cuello. Pienso, de hech
—¡No vuelvas a decir algo así! —Ella hizo silencio, apretando sus labios en una fina línea—. ¿Hasta cuándo te vas a echar todos los baldes de agua hirviendo encima? ¿Cuándo vas a entender... no, a entender no, a comprender de verdad, de una buena vez que tu hermana es responsable de sus propios acto