Los invito a conocer la historia de George y Lenis en EL PLAN DE LOS JEFES y la historia de Carla y Maximiliano en ATADA AL ENEMIGO. Mis otras novelas en esta plataforma: EL LABERINTO DE ARAGÓN y ENCUENTROS FURTIVOS. Hasta la próxima.
El agente de seguridad Peter Embert no durmió esa noche en su apartamento. Llegó a su lujoso piso bien temprano en la mañana con una carpeta en mano. Caminó directo a su habitación y encontró a su esposa dormida bajo las sábanas. Arrastró una silla y se sentó a esperar que despertara, pero más all
Pilar clavó su mirada en los documentos que definían el término de cinco años de matrimonio. Ella sentía toda la culpa, aunque no la tuviese, aunque fuese víctima de algo que no podía contar. Hace dos años las cosas en su vida se oscurecieron y aunque tenía las enormes ganas de relatarle todo a Pet
Pilar se enderezó, limpió su cara y poco a poco fue llenando una maleta con lo más necesario, derramando esas lágrimas acalladas que ya salían sin esfuerzo alguno. Se dirigió hacia su mesa de noche y abrió la gaveta. Miró desde allí la ecografía de su bebé, la que le enseñaría a Peter junto con el p
Pilar sintió una punzada en su vientre que la paralizó, aún estando en el suelo luego de que Peter cerrara la puerta. Era la primera vez que estaba embarazada, pero era enfermera y comprendía que esos dolores no eran normales, así que se preocupó. Miró la madera blanca de la entrada al apartamento
La camilla, trasladada por un personal médico, atravesaba las puertas de emergencia de la clínica a la que fue llevada Pilar. Peter también corría al lado de ellos. No hablaba, no interrumpía lo que decían entre sí los doctores, solo respondía preguntas, como la edad que tenía la paciente o alergia
Peter no estaba en sus cabales, o al menos así se sentía. Acababa de enterarse de la infidelidad de su esposa, quien ya había firmado el divorcio exprés que le pidió a su abogado redactar y añadiendo mas piedras a su corazón y su estómago, perdió a una hija o a un hijo el mismo día que se enteró de
Pilar vio un arma en el suelo junto a unas botas femeninas de escuadrón. Las había visto antes, en los pies de una de las empleadas de su exesposo. Dejando que la puerta se cerrara sola, fue dando lentos pasos siguiendo el rastro de las prendas abandonadas por doquier como trapos viejos: un par de j
Peter abrió sus ojos, se encontraba solo y no fue testigo del despertar de C.H, tampoco del momento en el que ella rodeó la cama y vio los regalos que Pilar le dejó con la cámara fotográfica. Tampoco se percató de su risa al leer lo que su exesposa escribió y mucho menos sintió cuando se fue. De ig