Peter estaba sentado en un mueble, diagonal izquierda de ella, que apenas podía notar que era de color beige; lugar ubicado en medio de la cama, la cual se encontraba frente a ella, siendo esa la parte derecha de la habitación, y de una mesa de trabajo hecha de bellísima madera con sillas, laptop y
Él se despegó de un níveo beso y mordió sus propios labios, contemplándola. Las costillas de la mujer podían verse gracias a su acelerada respiración. La miró a la cara, colocó sus manos en la pretina del pantalón blanco que ella cargaba puesto y no hizo nada hasta que ella asintió y la larga tela h
Algo acariciaba la nariz de Pilar, pero no parecía ser la única zona de su cuerpo donde ella sentía leves y pequeñas caricias. Olía extraño, pero nada mal. En su duermevela no lograba descifrar qué era. Peter, serio y emocionado por dentro, despierto desde hace más de una hora, volvió a acostarse p
Pilar le miró fijo, manteniendo la ecuanimidad. Sentía una enloquecida emoción en su interior, pero debía manejar las cosas con calma. —Escuché que mencionaste el Parnés —le dijo ella. Él asintió. —Mireya estuvo alojada en un hotel de Menidi, cerca del Parnés. Y no estaba sola. La enfermera pens
Ella asintió. Él continuó: —Las cosas no iban a suceder de ese modo. Si nosotros le dimos alguna sospecha a Tarsis o a la propia Mireya de habernos dado cuenta de una trampa, no era tan relevante para ellos, porque la situación en la que está ese imbécil es la de una soga al cuello. Pienso, de hech
—¡No vuelvas a decir algo así! —Ella hizo silencio, apretando sus labios en una fina línea—. ¿Hasta cuándo te vas a echar todos los baldes de agua hirviendo encima? ¿Cuándo vas a entender... no, a entender no, a comprender de verdad, de una buena vez que tu hermana es responsable de sus propios acto
Peter alzó a Pilar en brazos y se dirigió hacia el agua, ya estaba tibia y calmó toda la congoja casi de inmediato. Allí se quedaron, bajo la ducha un rato que pareció demasiado largo, dándose besos y caricias, besos y más besos, estaban enamorados y tenían mucho recorrido por delante, muchas cosas
Él exhaló y negó, pero no en respuesta, sino por su incredulidad y por no estar de acuerdo con toda la conversación. Alzó la cara, con sus brazos en jarras, como si elevara una rápida plegaria al cielo. Luego, enfrentó a su exesposa. —Esto solo se lo he contado a George por cuestiones legales: nos