Algo acariciaba la nariz de Pilar, pero no parecía ser la única zona de su cuerpo donde ella sentía leves y pequeñas caricias. Olía extraño, pero nada mal. En su duermevela no lograba descifrar qué era. Peter, serio y emocionado por dentro, despierto desde hace más de una hora, volvió a acostarse p
Pilar le miró fijo, manteniendo la ecuanimidad. Sentía una enloquecida emoción en su interior, pero debía manejar las cosas con calma. —Escuché que mencionaste el Parnés —le dijo ella. Él asintió. —Mireya estuvo alojada en un hotel de Menidi, cerca del Parnés. Y no estaba sola. La enfermera pens
Ella asintió. Él continuó: —Las cosas no iban a suceder de ese modo. Si nosotros le dimos alguna sospecha a Tarsis o a la propia Mireya de habernos dado cuenta de una trampa, no era tan relevante para ellos, porque la situación en la que está ese imbécil es la de una soga al cuello. Pienso, de hech
—¡No vuelvas a decir algo así! —Ella hizo silencio, apretando sus labios en una fina línea—. ¿Hasta cuándo te vas a echar todos los baldes de agua hirviendo encima? ¿Cuándo vas a entender... no, a entender no, a comprender de verdad, de una buena vez que tu hermana es responsable de sus propios acto
Peter alzó a Pilar en brazos y se dirigió hacia el agua, ya estaba tibia y calmó toda la congoja casi de inmediato. Allí se quedaron, bajo la ducha un rato que pareció demasiado largo, dándose besos y caricias, besos y más besos, estaban enamorados y tenían mucho recorrido por delante, muchas cosas
Él exhaló y negó, pero no en respuesta, sino por su incredulidad y por no estar de acuerdo con toda la conversación. Alzó la cara, con sus brazos en jarras, como si elevara una rápida plegaria al cielo. Luego, enfrentó a su exesposa. —Esto solo se lo he contado a George por cuestiones legales: nos
Se acercó a ella y la besó, mordiendo sus labios, generando picores de excitación en todo el cuerpo de la enfermera. —Peter, rayos, uff… —Miró hacia afuera, como si pudiesen verlos—. Tal vez podríamos decirle al mundo que estamos juntos de nuevo, pero no con esos besos. Él se echó a reír. —Tienes
El Boreas Stone House, una de las mejores posadas del pueblo griego de Chora, no sabía a quién estaban hospedando esa mañana y jamás podrían saberlo después de que Rita Corn les saludara amenamente, hablando inglés con fluidez y usando su mejor cara, una terriblemente emocionada por vivir nuevas ave