Capítulo 0138
Las manos de Mireya quedaron temblorosas al finalizar la llamada. No eran los nervios, era la rabia.

Lanzó el teléfono sobre la mesa redonda de plástico que se ubicaba en una esquina de la misma habitación a donde fue confinada, desde que el padre de su hijo huyó de la casona de Verna, llevándose c
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