William Ward apretó la mano de su esposa mientras eran recibidos en la oficina de su abogado ―y cuñado― George Combs. Holly y él habían tenido una larga conversación antes de llegar a ese punto, el hijo mayor de ambos tenía razón, no valía la pena tratar de verificar si Jessica Medina era su hija o no. A su esposa no le importaba y no le reprochaba nada sobre eso; por el contrario, en cierto modo estaba contenta porque Will siempre quiso tener más hijos ―dos niñas, de hecho― para equilibrar la balanza de testosterona de los Ward; sin embargo, después de los gemelos, no tuvieron suerte y no hubo más embarazos para ellos.
Casi habían discutido. Holly no hallaba el modo de hacerle entender que no había rencores, que comprendía a cabalidad que él hubiese estado con otras mujeres durante los años que estuvieron divorciados, puesto que ella misma tuvo una pareja co
Frederick primero sintió el peso de la mano de Gregory en su hombro y luego el impacto del pecho de su primo contra la espalda. Era la clase de juego rudo que todos los Ward llevaban; los gestos de cariño no eran abrazos o apretones de manos, sino que siempre contenían un poquito de rudeza. Eso no era lo nuevo, lo que sí, fue la solicitud que hizo el rubio:―Primo, necesito tu ayuda.Tradicionalmente los Ward se reunían un domingo al mes para una comida familiar, no había excusas, eso incluía a los abuelos Ward que vivían en una mansión a las afueras de San Francisco y la futura señora Ward, Amy, la prometida de Bruce.En esa ocasión le tocó recibir al clan al gemelo Wallace y su esposa Emily. La pintoresca vivienda tenía una grandiosa vista al puente y la bahía desde casi todas sus ventanas. Ese domingo soleado decidieron hacer el almuerzo en la terraza, donde se s
Jessica y Joaquín Medina no habían pasado los últimos quince años de su vida juntos sin haber establecido profundos lazos de amistad, cariño y amor incondicional; de hecho, la razón por la cual bromeaban sobre ser siameses se debía a que todos sostenían que los dos mantenían un canal de comunicación telepático, como si hubiesen compartido el mismo cerebro desde el mismo momento de su concepción.Nada más alejado de la realidad; no obstante, Jessi y Quín habían compartido una profunda relación desde el principio de sus vidas, con apenas una diferencia de un año de edad, y luego de que William abandonara a Carla en estado, el padre de Joaquín decidió que su hermana menor viviera con ellos, básicamente, los dos primos Medina crecieron como hermanos.Eso, y la tragedia que los había golpeado al mismo tiempo, los hicieron invenci
―Gregory Einarson Ward, nunca has estado tan nervioso en toda tu vida ―le dijo a su reflejo en el espejo, mientras revisaba si el afeitado había quedado bien y se pasaba la toalla húmeda para quitar el excedente de espuma de afeitar.Esa mañana de jueves le informó por teléfono a su secretaria que no iba a estar para nadie, y si alguien preguntaba, así fuera de su familia, debía decir que no sabía nada sobre dónde estaba; lo cual era verdad, puesto que no le dijo hacia dónde se dirigía ni con quién. Después de las recomendaciones de su primo, Greg se abocó en cuerpo y alma para esa cita desde el mismo domingo, la idea de Fred había sido más que magnifica, y tan simple que casi quiso patearse a sí mismo por no habérsele ocurrido a él en primer lugar.Al fin y al cabo, ese era su elemento natural.Así que ese jueves en la ma&n
Jessica nunca había recibido una declaración de amor tan hermosa en toda su vida, y eso que estuvo saliendo con un músico.Suspiró ante sus palabras, también por la forma en que su pulgar acariciaba la mejilla. Gregory la miraba con una avidez llena de esperanza, una que de cierto modo hacía eco en sus propios deseos; ella hubiese pedido eso a una estrella fugaz, tener un instante más con él.Sin embargo, la razón por la cual había accedido a salir con el Vikingo en esa maravillosa cita se debía precisamente a que tomó una decisión definitiva; pondría distancia entre ella y los Ward; no solo era el rubio de bellísimos ojos azules que la miraba con tanta ternura, era también el moreno en tierra firme que se encontraba confundido por culpa de ella, era el torbellino de emociones que descomponían su estómago al ver a sus medio hermanos, era la duda
Joaquín y William se pusieron de pie cuando Jessica entró al restaurante del hotel y se encaminó en dirección a la mesa. La latina frunció el ceño al ver a su padre biológico, este la observó con una mezcla de tristeza y confusión en los ojos, como si al encontrarse con ella, las emociones que había tratado de contener se desbordaran.―Estás bronceada ―fue el saludo de Will. Jessica hizo más notoria su expresión.―Ayer viajé a la playa, a casa de unos amigos ―respondió con frialdad―. Acabo de regresar de Santa Mónica.Joaquín tomó el espaldar de una silla, y la sostuvo para ella, conteniendo la risa por la obvia mentira que soltó; él sabía con quién había estado y gracias a sus habilidades de persuasión consiguió que Frederick le dijera en dónde. Jessica se sentó frente a Will
El viernes en la noche continuaron las visitas inesperadas. Jessica recibió un mensaje de texto, seguido por una llamada desde la recepción de su hotel, informándole de un caballero que la estaba buscando. Le anunció al recepcionista que bajaría en unos minutos, Leon Allen estaba abajo y si pensaba que lo iba a invitar a subir era más estúpido de lo que ella se había imaginado.No bajó de inmediato, revisó su atuendo para comprobar que este no daba una idea errada. Satisfecha con lo que vio, lo único que tuvo que hacer fue cambiarse la camisa por algo más formal, una que gritaba negocios por todos lados; ponerse unos zapatos de tacón y algo de labial, de un tono pálido. Durante todo el trayecto en el ascensor se preguntó qué querría ese hombre, ella había dejado muy en claro que no tenía ningún interés más allá del pr
Como siempre que pasaba más de una semana en un lugar, terminaba con más ropa y zapatos de los que había empacado. Tras seleccionar lo que se iba a llevar, Jessica optó por donar lo que no cabía en su maleta, al fin y al cabo, adquirir vestuario nuevo no era difícil, pero hacer feliz a alguna chica al obsequiarle una buena blusa o un vestido, podía hacer la diferencia en su día, llenándolo de esa vibra positiva que hacía que todo se viera de mejor color.Ya lo había visto, como con la chica del hotel de París, que una vez que regresó para una conferencia de economía, ella estuvo esperando que volviera alguna vez; cuando supo que estaba en la ciudad y en el mismo hotel ―los humanos son animales de costumbres― le contó que con esa ropa había ido a una entrevista de trabajo para un mejor puesto, y se sentía tan confiada y elegante, que consiguió un empleo
Casi tres meses pasaron desde la partida de Jessica.Después de llegar a Boston se quedó tres semanas allí antes de viajar a Japón. Dos de esas tres semanas las compartió con Joaquín, que tal y como dijo, regresó siete días después, dándole todas las noticias relacionadas a Gregory Ward; unas que no necesitaba, porque el Vikingo insistía en llamarla. En una de las tantas llamadas que ella no respondía, pero en las que él dejaba largos mensajes en el buzón de voz, amenazó con ir a su ciudad un fin de semana, alegando que estando frente a ella no podría ignorarlo.Ella no supo si lo hizo o no, porque dejó de responder los mensajes y revisar el buzón de voz cuando dejaba mensaje tras llamarla. Tampoco hablaba con Fred, aunque eso fue un acuerdo mutuo, no pautado de forma consciente. Jessica se limitaba a continuar con su vida y trataba el tema Ward