El viernes sucedió en un parpadeo, cada uno de los Ward en su propio mundo, rumeando sus propios pensamientos.
En cambio, Jessica dedicó el viernes a consentirse; junto a Joaquín, se fueron a un spa para que les hicieran masajes. Su primo se burló de ella todo el tiempo, porque la tensión de sus hombros y cuello la mantuvieron adolorida desde el miércoles en la noche, así que sus gruñidos mientras la mujer masajeaba sus músculos parecían los de un animal molesto.
―Entonces vas a ir a un club con tus hermanos ―dijo él cuando estaban en la zona de pedicura, recibiendo un arreglo de pies a manos de dos rubias despampanantes.
―Vamos a ir ―corrigió ella― los dos. Tú irás conmigo ―le explicó.
―No puedes hacer planes sin consultarme ―le amonestó Joaquín―. No sabes si tengo algo que hacer esta noche.
―¿Tienes que hacer algo esta noc
Las puertas del elevador se abrieron a un pasillo tenuemente iluminado, una pareja pasó por su lado cuando Jessica se encaminó rumbo a su habitación. Recostado contra la puerta se encontraba Gregory, con las manos entre los bolsillos del pantalón, la cabeza inclinada hacia abajo, mirando de forma distraída un punto del suelo, como si en ese sitio se encontraran las respuestas de todos los problemas de su existencia.La latina se mordió el labio inferior admirando su estampa, era alto y atractivo, eso ya lo había notado desde la primera vez que lo vio en el avión; le gustaba que no fuese precisamente un hombre en extremo fornido, tenía un cuerpo formado, gracias a la genética que a otra cosa, más no demostraba ser un fanático del fitness o los deportes, y eso estaba muy bien para ella, porque Jessica apreciaba más la inteligencia que el físico.Luego tenía esos ojos
No recordaba la última vez que había amanecido en una cama abrazada por un hombre; los dos eran un enredo de piernas y brazos, Jessica estaba de costado y Greg se encontraba justo detrás de ella, muy cerca, con su brazo por encima del cuerpo curvilíneo, aferrándola como si temiera que se fuese a escapar mientras él dormía.Sonrió ante la situación, era lindo volver a sentirse querida. En cierto modo, podía pasar su vida sin el cariño de una pareja como tal; sin embargo, era innegable que el interés del rubio a su espalda despertaba en ella un poco de añoranza de volver a tener una relación amorosa.El detalle principal de eso era que ―exceptuando con su último novio―, era complicado mantener una relación con Jessica Medina cuando ella solo pasaba en su ciudad tres meses al año. Al principio, como con toda relación, decían que no hab&iacut
William Ward apretó la mano de su esposa mientras eran recibidos en la oficina de su abogado ―y cuñado― George Combs. Holly y él habían tenido una larga conversación antes de llegar a ese punto, el hijo mayor de ambos tenía razón, no valía la pena tratar de verificar si Jessica Medina era su hija o no. A su esposa no le importaba y no le reprochaba nada sobre eso; por el contrario, en cierto modo estaba contenta porque Will siempre quiso tener más hijos ―dos niñas, de hecho― para equilibrar la balanza de testosterona de los Ward; sin embargo, después de los gemelos, no tuvieron suerte y no hubo más embarazos para ellos.Casi habían discutido. Holly no hallaba el modo de hacerle entender que no había rencores, que comprendía a cabalidad que él hubiese estado con otras mujeres durante los años que estuvieron divorciados, puesto que ella misma tuvo una pareja co
Frederick primero sintió el peso de la mano de Gregory en su hombro y luego el impacto del pecho de su primo contra la espalda. Era la clase de juego rudo que todos los Ward llevaban; los gestos de cariño no eran abrazos o apretones de manos, sino que siempre contenían un poquito de rudeza. Eso no era lo nuevo, lo que sí, fue la solicitud que hizo el rubio:―Primo, necesito tu ayuda.Tradicionalmente los Ward se reunían un domingo al mes para una comida familiar, no había excusas, eso incluía a los abuelos Ward que vivían en una mansión a las afueras de San Francisco y la futura señora Ward, Amy, la prometida de Bruce.En esa ocasión le tocó recibir al clan al gemelo Wallace y su esposa Emily. La pintoresca vivienda tenía una grandiosa vista al puente y la bahía desde casi todas sus ventanas. Ese domingo soleado decidieron hacer el almuerzo en la terraza, donde se s
Jessica y Joaquín Medina no habían pasado los últimos quince años de su vida juntos sin haber establecido profundos lazos de amistad, cariño y amor incondicional; de hecho, la razón por la cual bromeaban sobre ser siameses se debía a que todos sostenían que los dos mantenían un canal de comunicación telepático, como si hubiesen compartido el mismo cerebro desde el mismo momento de su concepción.Nada más alejado de la realidad; no obstante, Jessi y Quín habían compartido una profunda relación desde el principio de sus vidas, con apenas una diferencia de un año de edad, y luego de que William abandonara a Carla en estado, el padre de Joaquín decidió que su hermana menor viviera con ellos, básicamente, los dos primos Medina crecieron como hermanos.Eso, y la tragedia que los había golpeado al mismo tiempo, los hicieron invenci
―Gregory Einarson Ward, nunca has estado tan nervioso en toda tu vida ―le dijo a su reflejo en el espejo, mientras revisaba si el afeitado había quedado bien y se pasaba la toalla húmeda para quitar el excedente de espuma de afeitar.Esa mañana de jueves le informó por teléfono a su secretaria que no iba a estar para nadie, y si alguien preguntaba, así fuera de su familia, debía decir que no sabía nada sobre dónde estaba; lo cual era verdad, puesto que no le dijo hacia dónde se dirigía ni con quién. Después de las recomendaciones de su primo, Greg se abocó en cuerpo y alma para esa cita desde el mismo domingo, la idea de Fred había sido más que magnifica, y tan simple que casi quiso patearse a sí mismo por no habérsele ocurrido a él en primer lugar.Al fin y al cabo, ese era su elemento natural.Así que ese jueves en la ma&n
Jessica nunca había recibido una declaración de amor tan hermosa en toda su vida, y eso que estuvo saliendo con un músico.Suspiró ante sus palabras, también por la forma en que su pulgar acariciaba la mejilla. Gregory la miraba con una avidez llena de esperanza, una que de cierto modo hacía eco en sus propios deseos; ella hubiese pedido eso a una estrella fugaz, tener un instante más con él.Sin embargo, la razón por la cual había accedido a salir con el Vikingo en esa maravillosa cita se debía precisamente a que tomó una decisión definitiva; pondría distancia entre ella y los Ward; no solo era el rubio de bellísimos ojos azules que la miraba con tanta ternura, era también el moreno en tierra firme que se encontraba confundido por culpa de ella, era el torbellino de emociones que descomponían su estómago al ver a sus medio hermanos, era la duda
Joaquín y William se pusieron de pie cuando Jessica entró al restaurante del hotel y se encaminó en dirección a la mesa. La latina frunció el ceño al ver a su padre biológico, este la observó con una mezcla de tristeza y confusión en los ojos, como si al encontrarse con ella, las emociones que había tratado de contener se desbordaran.―Estás bronceada ―fue el saludo de Will. Jessica hizo más notoria su expresión.―Ayer viajé a la playa, a casa de unos amigos ―respondió con frialdad―. Acabo de regresar de Santa Mónica.Joaquín tomó el espaldar de una silla, y la sostuvo para ella, conteniendo la risa por la obvia mentira que soltó; él sabía con quién había estado y gracias a sus habilidades de persuasión consiguió que Frederick le dijera en dónde. Jessica se sentó frente a Will