Jessica se calzó las únicas zapatillas bajitas que podía ponerse con esa falda, puesto que se había despojado de los tacones y no pensaba montarse en esos aparatos de tortura una vez más.
Irónicamente, las bailarinas que usaba eran esas que él le había obsequiado cuando lo conoció como Rick, porque del resto, en su guardarropa solo quedaban dos pares de zapatos deportivos con los que solía ir al gimnasio de los hoteles donde se hospedaba para hacer algo de ejercicio ―al menos dos o tres días a la semana―. Durante el descenso se preguntó los motivos para que Frederick Ward hubiese llegado hasta su hotel, más a una hora tan tardía; barajó diversas razones pero ninguna le parecía ideal… o correcta, menos cuando su última conversación, esa misma mañana, había sido tan desagradable.
Las puertas se abrieron al vestíbulo y s
La noticia sobre el obsequio de las flores de Jessica se volvió un chisme que recorrió la oficina bastante rápido; Stan aseguraba a todos los Wards ―incluidos su papá y tío―, que esas rosas habían sido enviadas por Allen, porque durante el almuerzo en el que se aparecieron, el otro socio se mostraba “demasiado interesado” en ella. Y el tono empleado por el hermano pequeño estaba cargado de reprobación evidente.Fred se mantenía en silencio, no iba a decirle a ninguno de ellos que de hecho fue él quien hizo el mentado regalo, en especial, cuando veía la expresión adusta de su primo, que parecía en serio cabreado por eso.El resto de ese día Jessica, Joaquín y Linda estuvieron encerrados en su oficina, armando una propuesta para la mesa directiva; lo que redujo a cero la interacción de los inversionistas latinos dentro de la compañía.
―Ella tiene razón ―reflexionó Sean una vez entraron a la oficina de Stan, se encontraba jugando con la pelota anti estrés de su gemelo. Allí se habían congregado todos los Wards más jóvenes tras la cruda reunión.―Ese no es el punto ―replicó Bruce, quien observaba la calle por la ventana.El despacho de Stan quedaba dentro de un amplio salón donde trabajaba con su equipo de diseño civil, este constaba de varias mesas de dibujo, una pantalla plana de enormes dimensiones, un plotter para planos y los escritorios de los empleados ubicados de manera estratégica para aprovechar la luz natural.Desde su oficina personal, él podía supervisar el trabajo con facilidad, aunque era un espacio que siempre se mantenía abierto porque consideraba que lo mejor era crear una relación lineal con sus subordinados. En realidad, ese espacio se usaba para almacenar papeler&
El viernes sucedió en un parpadeo, cada uno de los Ward en su propio mundo, rumeando sus propios pensamientos.En cambio, Jessica dedicó el viernes a consentirse; junto a Joaquín, se fueron a un spa para que les hicieran masajes. Su primo se burló de ella todo el tiempo, porque la tensión de sus hombros y cuello la mantuvieron adolorida desde el miércoles en la noche, así que sus gruñidos mientras la mujer masajeaba sus músculos parecían los de un animal molesto.―Entonces vas a ir a un club con tus hermanos ―dijo él cuando estaban en la zona de pedicura, recibiendo un arreglo de pies a manos de dos rubias despampanantes.―Vamos a ir ―corrigió ella― los dos. Tú irás conmigo ―le explicó.―No puedes hacer planes sin consultarme ―le amonestó Joaquín―. No sabes si tengo algo que hacer esta noche.―¿Tienes que hacer algo esta noc
Las puertas del elevador se abrieron a un pasillo tenuemente iluminado, una pareja pasó por su lado cuando Jessica se encaminó rumbo a su habitación. Recostado contra la puerta se encontraba Gregory, con las manos entre los bolsillos del pantalón, la cabeza inclinada hacia abajo, mirando de forma distraída un punto del suelo, como si en ese sitio se encontraran las respuestas de todos los problemas de su existencia.La latina se mordió el labio inferior admirando su estampa, era alto y atractivo, eso ya lo había notado desde la primera vez que lo vio en el avión; le gustaba que no fuese precisamente un hombre en extremo fornido, tenía un cuerpo formado, gracias a la genética que a otra cosa, más no demostraba ser un fanático del fitness o los deportes, y eso estaba muy bien para ella, porque Jessica apreciaba más la inteligencia que el físico.Luego tenía esos ojos
No recordaba la última vez que había amanecido en una cama abrazada por un hombre; los dos eran un enredo de piernas y brazos, Jessica estaba de costado y Greg se encontraba justo detrás de ella, muy cerca, con su brazo por encima del cuerpo curvilíneo, aferrándola como si temiera que se fuese a escapar mientras él dormía.Sonrió ante la situación, era lindo volver a sentirse querida. En cierto modo, podía pasar su vida sin el cariño de una pareja como tal; sin embargo, era innegable que el interés del rubio a su espalda despertaba en ella un poco de añoranza de volver a tener una relación amorosa.El detalle principal de eso era que ―exceptuando con su último novio―, era complicado mantener una relación con Jessica Medina cuando ella solo pasaba en su ciudad tres meses al año. Al principio, como con toda relación, decían que no hab&iacut
William Ward apretó la mano de su esposa mientras eran recibidos en la oficina de su abogado ―y cuñado― George Combs. Holly y él habían tenido una larga conversación antes de llegar a ese punto, el hijo mayor de ambos tenía razón, no valía la pena tratar de verificar si Jessica Medina era su hija o no. A su esposa no le importaba y no le reprochaba nada sobre eso; por el contrario, en cierto modo estaba contenta porque Will siempre quiso tener más hijos ―dos niñas, de hecho― para equilibrar la balanza de testosterona de los Ward; sin embargo, después de los gemelos, no tuvieron suerte y no hubo más embarazos para ellos.Casi habían discutido. Holly no hallaba el modo de hacerle entender que no había rencores, que comprendía a cabalidad que él hubiese estado con otras mujeres durante los años que estuvieron divorciados, puesto que ella misma tuvo una pareja co
Frederick primero sintió el peso de la mano de Gregory en su hombro y luego el impacto del pecho de su primo contra la espalda. Era la clase de juego rudo que todos los Ward llevaban; los gestos de cariño no eran abrazos o apretones de manos, sino que siempre contenían un poquito de rudeza. Eso no era lo nuevo, lo que sí, fue la solicitud que hizo el rubio:―Primo, necesito tu ayuda.Tradicionalmente los Ward se reunían un domingo al mes para una comida familiar, no había excusas, eso incluía a los abuelos Ward que vivían en una mansión a las afueras de San Francisco y la futura señora Ward, Amy, la prometida de Bruce.En esa ocasión le tocó recibir al clan al gemelo Wallace y su esposa Emily. La pintoresca vivienda tenía una grandiosa vista al puente y la bahía desde casi todas sus ventanas. Ese domingo soleado decidieron hacer el almuerzo en la terraza, donde se s
Jessica y Joaquín Medina no habían pasado los últimos quince años de su vida juntos sin haber establecido profundos lazos de amistad, cariño y amor incondicional; de hecho, la razón por la cual bromeaban sobre ser siameses se debía a que todos sostenían que los dos mantenían un canal de comunicación telepático, como si hubiesen compartido el mismo cerebro desde el mismo momento de su concepción.Nada más alejado de la realidad; no obstante, Jessi y Quín habían compartido una profunda relación desde el principio de sus vidas, con apenas una diferencia de un año de edad, y luego de que William abandonara a Carla en estado, el padre de Joaquín decidió que su hermana menor viviera con ellos, básicamente, los dos primos Medina crecieron como hermanos.Eso, y la tragedia que los había golpeado al mismo tiempo, los hicieron invenci