Los días han transcurrido velozmente. Ya mañana será mi cumpleaños, no he visto al Maestro tanto como quisiera. Por el contrario he tenido muchas visitas; un hombre muy elegante llamado Roman, se ha encargado del cuidado de mi piel y mi cabello, además de mis manos, ahora tengo hermosas uñas que parecen sacadas de revista. También ha venido la señorita Liliana, ella es una mujer tan refinada que después de una semana junto a ella, aún sigo sintiéndome intimidada; ella se ha encargado de mostrarme la mejor manera de vestir, como caminar de forma que balanceo mi cuerpo en un lento vaivén, me ha mostrado las posturas correctas para sentarme, cómo debo pararme, la posición que deben tener mis manos, cómo debo moverlas al hablar, me ha ayudado a ser más delicada y femenina. Y por si todo eso fuese poco, también ha venido la señora Mercedes, una mujer regia y muy disciplinada, me ha enseñado un montón de normas sociales, reglas de etiqueta como ella les llama; cómo debo tomas la copa, cual cubierto usar para cada ocasión y cada comida. Nunca hubiese imaginado que el tenedor de la pasta no es el mismo que debe usarse para las ensaladas, ni que la cuchara de sopa no es la misma que se usa para el postre, ni que las copas de vino son distintas a las de agua y a las de Champagne, que el vaso de whisky no se usa para servir martinis y como esa, muchas otras normas más.
La verdad es que me he sentido abrumada con todo lo que he tenido que estudiar, además de un profesor que me ayuda a mejorar mi lectura, mi escritura, y además estudio tres idiomas. Siento que es más de lo que puedo manejar. En ocasiones cuando voy a la cama, los dolores de cabeza amenazan con impedirme el sueño. Sueño que solo logró conciliar con alguna pastilla y un té para dormir.
Lo peor de todo es que después de una semana de estudios intensivos, no logro alcanzar la perfección que busco. El Maestro, me ha dicho que es imposible que lo haga perfecto todavía. Solo llevo una semana estudiando, y debo confesar que aunque sus palabras me causaron un poco de alivio, no pudo evitar del todo la tristeza de mi alma. Quería ser perfecta.
Me voy a la cama pensando en que mañana será mi cumpleaños número diecisiete, y con un dolor de cabeza calándome en lo más profundo. Ingiero la pastilla y me acuesto ansiosa por el día de mañana.
Los rayos del sol entran a través de mi ventana, parpadeó lentamente, para luego abrir los ojos de lleno. La habitación está hermosamente iluminada por la claridad matutina. Me levanto y entró inmediatamente al cuarto de baño. Me ducho, lavo mis dientes, seco mi cuerpo y mi cabello. Esparzo crema hidratante en toda mi piel.
Roman, me ha dicho que esa debe ser mi rutina matutina y también la nocturna, así mantengo mi piel hidratada, suave y tersa al contacto.
Estoy ansiosa por el día de hoy, salgo de la habitación y me detengo sorprendida.
-¡Felices diecisiete!- el Maestro se encuentra de pie junto a la cama, sobre esta ha colocado muchas cajas de regalo. Los diferentes colores en los papeles, brillan alegres, todos son de distintos tamaños.
-Maestro. . . muchas gracias. No debió molestarse- me siento un poco incomoda ya que mi cuerpo solo está cubierto por una toalla de baño y mi cabello cae con delicadeza sobre los hombros.
-Nada de molestias, es un día especial pequeña. No siempre se cumplen diecisiete.
-Gracias- le sonrió.
-Te dejaré para que te vistas- me recorre con la mirada y un escalofrió pasea por mi espina dorsal- te esperaré en el desayunador. Espero disfrutes de los obsequios.
-Así será- respondo segura. El Maestro tiene un gusto exquisito. Dudo que pueda equivocarse otorgando un obsequio.
Lo veo marcharse y respiro un poco aliviada.
-¿Por qué me obsequia tantas cosas el Maestro?, ¿No ha sido suficiente con todo lo que ya me ha dado?- me pregunto en voz alta. Recuerdo una de sus lecciones y enderezó mi cuerpo completamente- No seas tonta Susana. Regla número Cuatro; Una seductora nunca se abruma por los presentes. Los acepta, sonríe agradecida y los disfruta, porque sabe que es merecedora de ellos.
<<Goza tus regalos, Susana Mitchell>>
En aquellos envoltorios había de todo; vestidos, joyas, zapatos, perfumes. Todo aquello con lo que nunca soñó. Jamás pensó disfrutar de prendas tan exquisitas. Dentro de una caja había un hermoso bolso azul eléctrico, sonrío feliz.
Aquel bolso me había encantado cuando lo vi por primera vez en aquella lujosa tienda. No me había atrevido a pedírselo al Maestro, porque consideré que el precio era demasiado elevado, pero evidentemente el Maestro reparó en cuánto lo deseaba.
La puerta de mi habitación se abre y me sobresaltó, me giro para ver de quién se trata.
<<Gloria>>
Esta mujer me cae realmente mal, me desagrada todo de ella. No logramos congeniar para nada. Siento que me ataca todo el tiempo, es por ello que me veo en la necesidad de estar en guardia todo el tiempo.
Bien. Me dije recordando la lección del Maestro. Si Gloria no me tolera es su asunto. La que debe preocuparse es ella, no yo.
Enderezo mi espalda y la miro fijamente.
-¿Qué se te ofrece?- Ella me mira con reproche- Estoy cansada de decirte que no entres a mi habitación sin llamar.
-Ya se cree con derechos en esta casa- me exhortó indignada. Cuadro mis hombros dispuesta a no dejarme intimidar.
-No sobre la casa, pero sí sobre esta habitación. Así que si deseas entrar, llama primero.
-No recibo ordenes suyas.
-Quizás deba quejarme con el Maestro- le amenacé.
-A ver muchachita- su tono despectivo me enfurece, me recuerda al maldito hombre del restaurant- no me das miedo, y quiero que lo tengas presente. Y segundo. . .¿ A qué se debe lo de Maestro?
-Si quieres saberlo pregúntaselo tú misma- respondo encogiéndome de hombros- no tengo intenciones de darte explicaciones- le dedico una mirada de superioridad. Esa que tanto he estudiado y perfeccionado.
-Eres una pequeña arribista. ¿Crees que no he notado todas las atenciones que tiene el señor Kaplam para contigo?
-¿Y eso te incumbe?, no eres su mujer, solo una empleada más- la veo tensar su mandíbula y sé que le ha dolido lo que le he dicho- ahora márchate.
-Yo. . .- me mira enfurecida.
-Ah, para desayunar, solo se me antoja; jugo de naranja, cereal y algo de yogurt, eso sí. . .que sea yogurt griego Gloria. Hoy es mi cumpleaños y solo comeré lo mejor- le sonrió y la veo tensar su espalda y marcharse agitando la puerta.
No es nada fácil actuar así, creyéndome superior. Pero para eso me educa el Maestro, para ser superior a todas, para s er una dama y aunque tenga a penas diecisiete años, debo comportarme como lo que él espera; una aprendiz de seductora, segura de sí misma.
Me visto con un hermoso vestido Azul rey, un cinturón negro y unos tacones negros, no muy alto. Aun no aprendo a caminar con ellos, así que decido usar calzado que me ayude a verme bien, pero que no me arroje al suelo a primera de cambios. Dejo mi cabello suelto, aplicó mascara de pestaña, rubor y brillo labial. La señorita Liliana, me ha mostrado que en la sencillez matutina está el éxito.
Al llegar al desayunador, el Maestro me espera, se pone en pie para recibirme y yo le sonrío.
-Te vez hermosa, Susana.
-Gracias, Maestro- Sacó la silla, y me indicó que me sentará, era muy caballeroso, ese era un gran gesto.
Gloria apareció, junto a una chica que se disponía a servir el desayuno.
-¿Se le ofrece algo más, señor?
-No Gloria, estoy bien así.
-A mi si se me ofrece algo- el Maestro me miró con una media sonrisa y Gloria tensó su mandíbula.
-¿Qué se le ofrece señorita Mitchell?- mi nuevo nombre sonaba realmente bien. El Maestro fue muy gentil al permitirme escogerlo.
-Deseo una ensalada de frutas.
-Bien- se marchaba cuándo mi voz la interrumpió.
-No te vayas, Gloria- ella se giró y volvió junto a la mesa- Maestro, no quisiera incomodar o dar más molestias de las que ya ocasiono.
-No molestas, Susana.
-Gracias- le sonrío- Maestro, la señora Gloria no comprende que debe llamar a mi habitación antes de entrar. Le he hecho la observación, pero me ha recriminado el hecho de que no tengo autoridad alguna en esta casa- miro al Maestro a los ojos, bajo las pestañas en forma delicada y luego vuelvo a mirarle. La señorita Liliana me ha dicho que es un gesto muy coqueto que nunca falla. El Maestro me sonríe- Yo quería pedirle, que usted le solicitara a Gloria que respete mi espacio.
-Señor. . .- comenzó ella.
-La señorita Mitchell, no requiere nada de otro mundo Gloria, sólo desea que su privacidad sea reverenciada- el Maestro la mira severamente- Nada imposible de cumplir, ¿ o sí, Gloria?
-No señor- ella me mira molesta, pero desvía su mirada rápidamente.
-Muy bien, espero que sea un problema solucionado. No quiero escuchar más sobre el asunto. La señorita Mitchell es mi invitada y como tal debe ser tratada.
-Sí, señor.
-Gracias Maestro, ahora si puedes retírate Gloria- ella giró sobre sus talones y se perdió en dirección a la cocina.
-Cada día te tolera menos- me dice el Maestro medio Riendo.
-Ese es su problema, no el mío- digo firme mientras ingiero mi jugo de naranjas.
-Muy bien, Susana- me alaba- eres una aprendiz magnifica. Ahora conversemos sobre lo que haremos hoy- lo miro sorprendida.
-¿No irá usted a la oficina, Maestro?
-Hoy no, me he tomado el día libre. Además le he dicho a tu equipo que hoy no recibirás clases, así que hoy compartiremos solo tú y yo- mi corazón dio un salto, pero lo disimulo. Aunque le dedico una sonrisa satisfecha- La pasaremos genial.
Como siempre el Maestro cumplió con su promesa. Todo el día lo dedicamos a pasear, almorzamos en un elegante restaurant, me llevó a conocer hermosos lugares. Me compró rosas y chocolates. Me sentí tan mimada, como nunca antes lo había sido.
Al llegar a la casa, ésta se encontraba con la iluminación a medias. Los de seguridad hacían su ronda. Seguramente el servicio se había marchado hacía ya mucho.
El Maestro me acompañó hasta mi habitación, cuando coloqué la mano sobre la perilla de la puerta para abrirla, él me detuvo, su cálida mano cubrió la mía. Me giré para toparme con su fija mirada. Coloca sus manos en mi cintura y me gira completamente.
-¿Qué sucede, Maestro?
-Nada Susana, no sucede nada.
Siento que me empuja suavemente y quedo completamente recargada contra la puerta de mi habitación, me rodea la cintura con más firmeza y se acerca más a mí, puedo sentir que su cuerpo me oprime contra la puerta, me siento abatida y desconcertada.
Mi corazón se acelera violentamente, mis nervios amenazan con explotar, siento los latidos de mi corazón en mis oídos, mis manos tiemblan y mi cuerpo se estremece, desconozco todas estas sensaciones que me sacuden.
-Yo. . . – intento decir, pero no alcanzo a protestar nada, pues mi sorpresa es mayor al sentir que los firmes labios del Maestro, entran en contacto con los míos.
El firme contacto de sus labios me deja completamente inmóvil, no sé cómo reaccionar ante esta acción del Maestro, supongo que una seductora lo besaría y exigiría un beso más profundo, pero la verdad es que no sabía cómo reaccionar. Nunca antes me han besado.En el internado, alguna de las chicas más grandes se besaban a escondidas con los chicos en las habitaciones y los pasillos, pero la verdad es que yo siempre fui retraída, la niña rara de todo el internado, a la que golpeaban, el centro de la burla y los maltratos, más de un niño intentó besarme, pero yo lograba huir.Ahora que los labios del Maestro están sobre los míos, es imposible huir, sus manos están aferradas con fuerza a mi cintura, su cuerpo me oprime contra la puerta. No hay escapatoria alguna.Siento como introduce mi labio inferior en su boca, lo succiona suavemente y esto genera un extraño calor en mi cuerpo, aun me encuentro inmóvil , estoy pasmada por la sorpresa.El Maes
Kaplam. . .Llegué a mi habitación, luego de haber cerrado la puerta, me recargué sobre ella, dejando escapar el aire que hasta el momento contenía. Ya en lo secreto de mi habitación me permito perder el control, a solas y sin testigos.Mi pecho baja y sube con velocidad, y mi respiración se oye descoordinada. Susana sin duda alguna es una hermosa jovencita, aunque ella no sea consciente de eso, es sumamente hermosa, su cuerpo aunque un poco delgado posee las curvas necesarias, tiene gracia al caminar, es plenamente sensual sin intensión de serlo y es una excelente alumna. Sus besos han encendido el deseo en mi piel, he tenido que contenerme para no tomarla allí mismo y es que aún no está preparada para eso. La unión física es algo imposible en éste momento, pero la verdad es que aunque me cueste admitirlo estoy jugando un juego bastante peligroso, enseñar a seducir a alguien que ya es sensual en sí misma a temprana edad, puede traer resultados perturbab
Ha sido un día largo y agotador. Tuve que esforzarme mucho en mis clases del día de hoy acentuando cada gesto de mi mano al hablar, caminando con pasos lentos y seductores haciendo que mis caderas se bamboleen con gracia. Esta noche es mi primera gran prueba. Debo esforzarme en agradar a todos, ser coqueta y atrevida si parecer una ofrecida, ser delicada y hermosa. No sé cuál es el propósito del Maestro, pero sea cual sea voy a lograrlo.He pasado todo el día pensando en los besos del Maestro, no sé qué me ocurre, pero no puedo olvidarlos. Anoche tuve muchos sueños en donde el Maestro me besaba nuevamente, quiero más besos de esos. No es que sienta nada por el Maestro, eso está claro. Es. . . es solo que deseo practicar y perfeccionar la técnica. Debo saber besar como ninguna otra.Salgo de la tina envuelta en delicadas fragancias. Seco mi cuerpo y lo cubro con la tuya, prendo el secador y seco mi cabello dándole volumen, eso logra acentuar mi rostro. Sonrió al esp
Por un momento llegué a pensar que me rechazaría, se quedó estático sin mover si quiera un músculo, mientras yo le provocaba con mis labios. Sus manos se estrecharon más en mi cintura, sonrió con mis labios pegado a los suyos y supe de inmediato que se había recuperado de la sorpresa.Sus labios se movían sensuales contra los míos, siento la temperatura subir, me abruma la intensidad del beso y todo lo que produce en mí. Su boca abandona la mía y estoy a punto de gemir de frustración al resentir el calor que de ellos emana, pero me percato de que su mano sube hasta la parte posterior de mi cabeza, se aferra a ella con fuerza y tira de mi cabello un poco hacia atrás, mi cuello queda totalmente expuesto. Comienza a dejar suaves y húmedos besos a lo largo de mi cuello, un fuerte escalofrío me recorre la espina dorsal, me siento arder y mi respiración se agita.Su boca es sencillamente deliciosa, El Maestro, sabe besar de una manera que logra que me estremezca. Su leng
Me desperezo estirando a plenitud mi cuerpo sobre la suavidad de las sabanas de seda. Anoche no pude dormir muy bien. ¿Acaso alguien podría después de lo que viví?, Me levanto directamente al cuarto de baño, en donde duro aproximadamente veinte minutos. Cuando estoy lista con un delicado vestido color fucsia, me siento en la cama, no sé si bajar a desayunar o quedarme en la habitación, no sé si podré soportar ver al Maestro, siento que la vergüenza no me lo permitirá.Decido alejar la cobardía y bajar, en algún momento debo enfrentarlo. Cuando abro la puerta de la habitación, Gloria estuvo a punto de golpear mi cara con sus nudillos.-Buen día Gloria, ¿qué se te ofrece?- le digo con mi voz seca.-En el recibidor está el joven Martín, dice que desea verla.-¿Martín?- pregunto cómo tonta.-El mismo- responde ella fría.-Bien- digo y sin más me encaminó al lugar. Cuando llego, efectivamente Martín me espera con una amplia sonrisa en
Me quedó junto a la escalera de la entrada, observando como Susana, se sube al auto de Martín, y desaparecen a un rumbo que yo desconozco. Siento tanta frustración que no sé cómo manejarla.Sé perfectamente lo que quiero hacer de ella, sé muy bien en quién la quiero convertir, sé que debe codearse con jóvenes y que debe poner en práctica lo que le enseño, sé que estar solamente conmigo no le hace bien, puede terminar albergando estúpidos sentimientos que no debe tener y a los cuales yo no estoy dispuesto a enfrentarme.Yo soy el cazador, y nunca me convierto en presa, es imposible que terminé envuelto en mi propia trampa. Seducir es una arte maravilloso, mi Maestra me mostró todo que puedes conseguir a través de la seducción, es un arma poderosa, pero debes saber usarla bien, pues es un arma de doble filo y terminar convirtiéndose en tu perdición. Obviamente no es mi caso, jamás he estado enamorado, ni pienso estarlo.Pero, es imposible ignorar la frustración que m
Han transcurrido un año y seis largos meses, estoy próxima a cumplir mis diecinueve, me he sentido un poco frustrada porque pese a mis intentos de seducción, no he logrado hacer ceder al Maestro.Ha faltado a su promesa, sigo sin pasar al siguiente nivel.Por otro lado, Martín, es cada vez más atento conmigo, me llena de regalos, no hay día en el que no me llame y sus mensajes no se hagan presente. He conocido muchos chicos, atractivos y lo más importante. . . muy ricos, de buena cuna y con excelente educación.Martín y yo tenemos una extraña relación, no faltan los besos y las caricias, de hecho ha intentado intimar en un par de ocasiones, pero siempre se lo he negado, estoy decidida a que el Maestro, sea el primero.He crecido mucho en este año y medio, mi cuerpo antes era bonito y con inocentes curvas, ahora es un cuerpo juvenil lleno de curvas exuberantes, mi piel es tersa y muy bien cuidada, mi cabello es el anhelo de cualquier mujer, mi seno
Siento que mi corazón se acelera, creo que podría desmayarme a causa de la felicidad que recorre mi cuerpo. Pero, como es de esperar, no lo demuestro. Lo miro fijamente mientras sonrió y muerdo mi labio inferior.-¿Acaso dudas, Susana?- me pregunta con voz ronca.-¿De tenerte en mi cama?- le pregunto sonriendo- no Maestro, llevo al menos un año y medio esperándolo, ya estoy preparada para esto.- lo veo fruncir el ceño y al parecer no le han gustado mis palabras.-¿Ya estás preparada?- me taladra con la mirada- ¿ y quién te ha preparado, Martín?- su voz está cargada de ironía- si es así, te aseguro que puedo enseñarte muchas cosas que él no te ha mostrado- Sonrió y oprimo mis senos con su pecho, le doy un pequeño mordisco al lóbulo de su oreja y después lo succiono, me siento satisfecha cuándo lo escucho suspirar.-No se equivoque Maestro, no he ascendido al segundo nivel- lo siento relajarse un poco- y todo porque me he dedicado, como niña buena, vale a