Ahora es tu turno

"¡Maldita sea, qué caliente!" pensó Ulrich.

Por lo visto, Pryo disfrutaba tanto de dar órdenes como él. Solo pensar en eso encendió aún más a Ulrich, y, en un acto completamente irracional, la empujó contra la pared, bajando su camisón, dejando al descubierto esos pequeños y redondos pechos tan deliciosos. Pryo, o mejor dicho Phoenix, no llevaba nada debajo del camisón, y por un momento, Ulrich pensó que se correría solo con mirarla. Ella le agarró el cabello con fuerza y ordenó:

"¡Demuéstramelo…!"

Ulrich no quería parecer sumiso, pero hizo lo que ella pedía. Capturó con su boca uno de esos pezones rosados que imploraban ser chupados y lo mamó con fuerza, gimiendo contra su piel mientras ella le pedía:

"Muerde, muérdeme..."

El rey mordió y tiró de los pezones de Phoenix con los dientes. Ella soltó un grito que parecía un gemido de placer. Pryo empezó a masajear el miembro de Ulrich, quien se excitaba más con cada minuto, hasta que la volteó, apretando sus pechos y muslos, mientras pa
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