—Claro que no, yo no soy como tú —siseó Miranda. —¡Por supuesto que usted no es como yo! ¡Jamás podría! —exclamó Valeria con suficiencia, dándole la vuelta a sus palabras—. Para empezar, yo estoy comportándome con toda la cortesía de una anfitriona, y usted se está comportando como una invitada ind
Le dio la espalda y se dirigió hacia Alan, que la recibió con los brazos abiertos y una mirada de fiera advertencia para Nick. El CEO de Bennet Design regresó junto a su pareja de esa noche, pero tal parecía que se hubiera tragado un tanque de gasolina y que se estuviera incendiando por dentro. Ten
Valeria lo vio también en cámara lenta. La forma en que Nick la miraba, buscaba aire y se tambaleaba. Tenía los ojos perdidos y se había puesto blanco como un papel. Lo que sí no había esperado era que se fuera de bruces contra el suelo. —Llama a una ambulancia —le orientó Alan mientras se acercaba
¡Y él la había lastimado! Se llevó las dos manos a la cabeza, sin importarle tirar de los sueros o lastimarse. Sentía que iba a explotar de la desesperación. ¡Valeria era la hija de Andrew Davies! ¡Jamás lo había engañado, siempre le había dicho la verdad! ¡Y él no había confiado en ella! ¡Él la h
Aquello no era un departamento, de repente se había convertido en un recordatorio cruel de todos los momentos que había pasado allí con Valeria y con Alice ¡Alice! Recordaba su carita en el hospital. Nada justificaba lo que le había hecho a Alice, y se merecía cada gesto de molestia y de desconfianz
—Me equivoqué —soltó de golpe mientras las lágrimas cristalizaban sus ojos—. Me equivoqué en todo, Valeria. Intentó acercarse a ella pero Valeria levantó las manos, manteniendo la distancia. —¡No me toques! —lo detuvo—. No tienes que decirme algo que ya sé. —¡Tú lo sabías pero yo no, y tengo que
Nick no supo exactamente cómo había llegado de la oficina de Valeria a su departamento, solo que apenas era consciente de que se movía. Todavía podía sentir los dedos de Valeria marcados contra su cara, pero no era lo peor que le había pasado. Lo peor era saber que él mismo había cavado su tumba y
—Pues la ceguera se puede curar, hermanito —advirtió Richard—. Solo tenemos que pensar en un buen plan. Elliot puso cara de asesino a sueldo, y se echó hacia adelante con los codos en las rodillas. —¿Qué tienes en mente? —preguntó. —¿Recuerdas a Steven Harris? —respondió su hermano. —¿El que sac