Nick pasó saliva y se mordió los labios antes de preguntar. —¿Por qué? —Porque me hace sentir poderosa… me hace sentir fuerte en un mundo que me dejó desamparada demasiado pronto… No tengo padre, no tengo madre, cuidar de Alice apenas me permite mantener un trabajo y ni siquiera puedo darle todo l
Valeria dejó a Alice en su pupitre en la escuela y besó su cabeza antes de irse, ganándose una sonrisa de su parte. Se acomodó el cabello y salió a tomar un taxi, tal y como lo había previsto. Por suerte iba con tiempo.El señor Davies le había indicado un restaurante en el que se verían a las nueve
Valeria bajó la mirada con tristeza.—No se preocupe, lo entiendo. Mamá era una mujer muy especial, todos los que la conocían sintieron mucho su pérdida. —¿Cómo… cómo pasó? —Un accidente en el coche. Se durmió al volante… venía demasiado cansada después de dos turnos de trabajo en el hospital —mur
Valeria sonrió con los ojos cristalizados. Había ido a aquel desayuno buscando un par de contratos y había salido con la certeza de que ahora tenía una mano que la ayudara.—Gracias… —murmuró.Andrew la ayudó a levantarse, pagó la cuenta y juntos se dirigieron hacia su coche para ir a la empresa. Él
Nick se aguantó las ganas de golpear a Andrew Davies en pleno rostro, pero acababan de firmar los contratos más importantes de la compañía en varios años, así que se detuvo. —No estoy muy seguro de que dejaré ir a Valeria —respondió Nick. —Bueno, eso no depende enteramente de ti, veremos lo que pa
Los días que siguieron fueron agotadores, pero Nick apenas si los sentía. Después de las primeras cuatro horas los dos estaban que no cabían en sí de la incomodidad. Finalmente él se quitó el saco y se aflojó la corbata y le hizo una señal a Valeria, que se quitó los tacones de aguja con un gemido d
Nick miró alrededor. El departamento no tenía ni una mota de polvo, y se aseguró de que la señora que acostumbraba a limpiar usara productos sin olor. Se dio un baño antes de salir y no se echó nada de perfume. Sacó ese día la camioneta, que estaba bien limpia y se dirigió hacia el departamento de
—Aquí están todos los juegos y estas cuatro son las consolas —le dijo Nick, sacando varios libros pequeños de un armario. —¿Me vas a enseñar a jugar? —preguntó Alice, subiéndose a uno de los sillones. —¿Estás loca? Claro que no —dijo Nick—. No quiero avergonzarme. Además en un par de horas termina