Gael. Mi mente estaba en un torbellino mientras observaba a Diego Slim alejarse de la habitación de Sofía. Por supuesto que su apellido me ubicaba, era un hombre millonario y con poder en México y en el mundo, pero nada me importaba menos, y ahora no podía entender cómo, de entre todas las personas, se había topado con Sofía. Y además, la había atropellado. Una sensación de ira mezclada con preocupación me invadió, y mi mirada regresó a ella, que me apretaba la mano como si fuera su ancla. —¿Cómo estás? ¿Qué te hicieron? —Gael, por favor, cálmate… esto ni siquiera es necesario… —susurró Sofía, tratando de tranquilizarme. —¿Cómo puedo calmarme cuando ese tipo está aquí y acaba de atropellarte? —mi voz sonó ronca por la tensión. Me acerqué a su cama, sintiendo cómo la frustración hacía latir mi corazón con fuerza. Sofía soltó un suspiro y apartó la mirada por un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. —Gael, fue un accidente, y ese hombre ha estado siendo muy
Sofía. Me moví en la cama, y de nuevo sentí cómo un pinchazo volvió a mi vientre. La habitación estaba oscura, y aunque hace unas horas Gael estaba a mi lado, ahora mismo no podía verlo. Traté de sentarme un poco y toqué mi vientre solo con el pensamiento de que en algún momento tendría que hablar con Gael sobre el bebé. Sin embargo, quería esperar, necesitaba que él me hablara del asunto. Era indispensable saber sobre qué estaba pisando. De un momento a otro la puerta se abrió, y una enfermera entró. —Buenos días… ¿Cómo amanece? —asentí con una sonrisa, y cuando ella abrió las cortinas, me di cuenta de que incluso era demasiado tarde. —Mucho mejor… yo… he tenido algo de dolor de vientre… —ella se acercó para tomar mi brazo y quitarme la aguja que habían puesto ayer. —Es primeriza… el dolor de vientre es común, siempre y cuando no sea fuerte… ¿Ha parado el sangrado? —Si… —Perfecto… Ya dieron la orden de salida, por cierto… el señor allá afuera está agilizando todo… —tomé un s
Sofía. —Ella estaba algo desorientada cuando la metí en mi auto. La llevé al hospital con urgencia, y allí la atendieron. Sin embargo, cuando ella me miró por primera vez, vi angustia en sus ojos. Y conozco perfectamente el sentimiento, crecí viendo a mi madre en esa condición con Rafael… Apreté mi mandíbula recordando las palabras de la abuela. —No sé por qué me quedé todo el día en ese hospital con ella. Conectamos de alguna forma, y créeme, no era el tipo de mujer con la que solía salir. Es como si… —Es como si hubiese despertado tu instinto protector… —terminé por él, mientras Gael asintió lento. Saber estas cosas me generaban un nudo en el estómago. —Supe por Camila la condición de su familia. No estaban en la calle, pero no era la mejor. Tenían deudas, y en ese entonces me dijo que trabajaba en algunas casas con su madre limpiando. Apreté mi mandíbula. No sabía a ciencia cierta por qué me temblaba todo el cuerpo. Sabía algunas que me estaba contando, pero tenía tanto mied
Sofía. Tuve que tener un poco de voluntad, la abuela había dicho que ninguno quería tener hijos, pero quería escucharlo del mismo Gael.—¿Ustedes…? ¿Deseaban ese bebé?Me quedé observando su actitud. Primero apretó la mandíbula, pero luego, lo vi negar.—Ella no los quería, y yo… siempre estuve de acuerdo… a la larga nunca he tenido nada a fin con los niños… como hijo mayor vi muchas cosas con mi padre… así que, cree una aversión por los niños, y la niñez…Tuve que lamer mis labios porque estos se secaron.—Pero enterarme de ello… me hizo sentir miserable…—¿culpable? —su mirada negra se fijó en mis ojos, y asintió lentamente.—Mucho… —Afirmé tomando sus manos, y me atreví a apretarlas.—Tengo miedo… debo confesarlo… —Gael también apretó mis manos.—No conmigo… no a mi lado…Dudé mucho, y aunque mis labios temblaban, tuve que decirlo:—Hay algo que necesito decirte… —Gael frunció un poco el ceño.—Dime… yo… tengo miedo de ti… —sus ojos se abrieron impresionados, mientras su rostro se
Sofía. El aire en la sala pareció condensarse cuando Camila pronunció esas palabras. Los ojos de Gael se entrecerraron mientras sopesaba la situación, y yo me mantuve a su lado, sintiendo la tensión en el ambiente. Camila estaba desesperada por afirmar su posición, pero algo me decía que su confianza estaba empezando a tambalear. Gael se aclaró la garganta, manteniendo su mirada fija en su exesposa. Era obvio que estaba evaluando sus opciones y calculando cómo abordar la situación. —Camila… —Laura rompió el silencio levantándose definitivamente y tomó el brazo de su hija—. Por favor cariño, te lo explicaré… —No… ¿Qué puedes explicarme? ¿Qué mi esposo no pudo esperarme? Que no tuvo esperanzas y me enterró ese mismo día… Apreté mi boca. Ella sabía jugar muy bien. —¡Camila, ya basta! —la mujer tenía las lágrimas en las mejillas cuando Gael alzó la voz, y ella lo miró con evidente molestia. —Te diré una cosa… buscaré un abogado… nunca he firmado un papel, y el divorcio debe ser con
Gael. Fruncí el ceño cuando Sofí se movió un poco, y noté como de forma mecánica puso la mano en su vientre. No sabía qué hora era, pero ya era madrugada, y no podía dejar de mirarla. La noticia del bebé había hecho algo en mí. Había una sensación extraña, pero satisfactoria, y no podía esperar que ese bebé llegara el mundo, con el tipo de vida que llevaba ahora. Necesitaba arreglar todo a mi alrededor, por Sofí y por… mi hijo… Apreté la mandíbula, y recordé cómo su mirada vino a mí con miedo antes de confesarlo. Me sentí un poco canalla, y a la verdad ahora mismo quería abandonar todo esto, llevarme a Sofí, y comenzar una nueva vida. Pero sabía que una mujer como ella no merecía estragos del pasado. Y aunque me costara muchas cosas, como un hombre debía hacerle frente a todo lo que sabía, se avecinaba. Me levanté recostándome a su lado, y de forma suave puse la palma sobre la suya. Ella se estremeció un poco, y luego se giró para unir su cuerpo con el mío. La conexión que ten
Gael. —¿Cuál es tu condición?—Primero quiero saber algo…—¿no estás pidiendo mucho?—No… se supone que esto que está pasando, es realmente una pesadilla… tú no estás en mi barrera para despertar, y ver a tu esposa casada con otro…Me reí de nuevo, y negué.—Camila… —mi rostro se puso duro—. Dejé de creer en ti desde hace mucho.—¿Entonces por qué estás aquí?—Porque me dirás por primera vez la verdad… porque sabes que no hay escapatoria, porque este es tu verdadero rostro… y porque si no lo haces…—Gael… te dije que lo contaría todo…—Entonces estás perdiendo el tiempo… ¿Cuáles son tus condiciones? ¿Quieres dinero? —a ella le tembló la boca.—Te amo… quiero que lo sepas, siempre te he amado y que nunca quise hacerte daño…—Camila…—Gael… no miento… quizás no hice lo mejor…—Bien… me iré… —Traté de levantarme, pero ella se apresuró a adelantarse.—Tu madre se enteró de todo… —y pasé un trago muy grueso, mientras sentí revueltas las entrañas.—¿Qué es todo?—Ella supo de mí… fue a don
Sofia. —Es un niño… —el corazón me latió en la garganta y algo en mí se estremeció como nunca. No me dio tiempo de ver las expresiones de Gael, ahora mismo tenía una mezcla de emociones que me invadían con fuerza. Entre el latido que se escuchaba en esa máquina, y las imágenes de mi bebé de cuatro meses, me tenían al borde del llanto, y el descontrol. —¿Todo está bien? —escuché la pregunta de Gael hacia el médico que le sonrió y asintió. —Todo perfecto… está formado… aunque se vea pequeño… este reposo la ayudó mucho, y aquí tenemos un bebé sano… ¡Felicidades! Limpié mis lágrimas con una sonrisa, y luego miré a Gael que pasaba los tragos. El médico nos dio una lista de instrucciones y complementos que debía seguir tomando, y cuando estuvimos en el auto, solo pude sentir los brazos de Gael alrededor de mi cuerpo. —Mi abuela va a sufrir un infarto… como el que acabo de tener allí dentro… —enrollé mis brazos en él, besé su cuello y sonreí. Habíamos pasado un mes difícil. Lo que me