Este capítulo es dedicado a Adriana Avalos Navarro, mi bella Adri, también eres una de mis antiguas lectoras que realmente considero parte de mis letras y mi recorrido. Me admiro al saber que a pesar del tiempo sigues apoyando mi trabajo, y me siento muy dichosa de contar con personas como tú. MIL GRACIAS.
Sofía. —Ella estaba algo desorientada cuando la metí en mi auto. La llevé al hospital con urgencia, y allí la atendieron. Sin embargo, cuando ella me miró por primera vez, vi angustia en sus ojos. Y conozco perfectamente el sentimiento, crecí viendo a mi madre en esa condición con Rafael… Apreté mi mandíbula recordando las palabras de la abuela. —No sé por qué me quedé todo el día en ese hospital con ella. Conectamos de alguna forma, y créeme, no era el tipo de mujer con la que solía salir. Es como si… —Es como si hubiese despertado tu instinto protector… —terminé por él, mientras Gael asintió lento. Saber estas cosas me generaban un nudo en el estómago. —Supe por Camila la condición de su familia. No estaban en la calle, pero no era la mejor. Tenían deudas, y en ese entonces me dijo que trabajaba en algunas casas con su madre limpiando. Apreté mi mandíbula. No sabía a ciencia cierta por qué me temblaba todo el cuerpo. Sabía algunas que me estaba contando, pero tenía tanto mied
Sofía. Tuve que tener un poco de voluntad, la abuela había dicho que ninguno quería tener hijos, pero quería escucharlo del mismo Gael.—¿Ustedes…? ¿Deseaban ese bebé?Me quedé observando su actitud. Primero apretó la mandíbula, pero luego, lo vi negar.—Ella no los quería, y yo… siempre estuve de acuerdo… a la larga nunca he tenido nada a fin con los niños… como hijo mayor vi muchas cosas con mi padre… así que, cree una aversión por los niños, y la niñez…Tuve que lamer mis labios porque estos se secaron.—Pero enterarme de ello… me hizo sentir miserable…—¿culpable? —su mirada negra se fijó en mis ojos, y asintió lentamente.—Mucho… —Afirmé tomando sus manos, y me atreví a apretarlas.—Tengo miedo… debo confesarlo… —Gael también apretó mis manos.—No conmigo… no a mi lado…Dudé mucho, y aunque mis labios temblaban, tuve que decirlo:—Hay algo que necesito decirte… —Gael frunció un poco el ceño.—Dime… yo… tengo miedo de ti… —sus ojos se abrieron impresionados, mientras su rostro se
Sofía. El aire en la sala pareció condensarse cuando Camila pronunció esas palabras. Los ojos de Gael se entrecerraron mientras sopesaba la situación, y yo me mantuve a su lado, sintiendo la tensión en el ambiente. Camila estaba desesperada por afirmar su posición, pero algo me decía que su confianza estaba empezando a tambalear. Gael se aclaró la garganta, manteniendo su mirada fija en su exesposa. Era obvio que estaba evaluando sus opciones y calculando cómo abordar la situación. —Camila… —Laura rompió el silencio levantándose definitivamente y tomó el brazo de su hija—. Por favor cariño, te lo explicaré… —No… ¿Qué puedes explicarme? ¿Qué mi esposo no pudo esperarme? Que no tuvo esperanzas y me enterró ese mismo día… Apreté mi boca. Ella sabía jugar muy bien. —¡Camila, ya basta! —la mujer tenía las lágrimas en las mejillas cuando Gael alzó la voz, y ella lo miró con evidente molestia. —Te diré una cosa… buscaré un abogado… nunca he firmado un papel, y el divorcio debe ser con
Gael. Fruncí el ceño cuando Sofí se movió un poco, y noté como de forma mecánica puso la mano en su vientre. No sabía qué hora era, pero ya era madrugada, y no podía dejar de mirarla. La noticia del bebé había hecho algo en mí. Había una sensación extraña, pero satisfactoria, y no podía esperar que ese bebé llegara el mundo, con el tipo de vida que llevaba ahora. Necesitaba arreglar todo a mi alrededor, por Sofí y por… mi hijo… Apreté la mandíbula, y recordé cómo su mirada vino a mí con miedo antes de confesarlo. Me sentí un poco canalla, y a la verdad ahora mismo quería abandonar todo esto, llevarme a Sofí, y comenzar una nueva vida. Pero sabía que una mujer como ella no merecía estragos del pasado. Y aunque me costara muchas cosas, como un hombre debía hacerle frente a todo lo que sabía, se avecinaba. Me levanté recostándome a su lado, y de forma suave puse la palma sobre la suya. Ella se estremeció un poco, y luego se giró para unir su cuerpo con el mío. La conexión que ten
Gael. —¿Cuál es tu condición?—Primero quiero saber algo…—¿no estás pidiendo mucho?—No… se supone que esto que está pasando, es realmente una pesadilla… tú no estás en mi barrera para despertar, y ver a tu esposa casada con otro…Me reí de nuevo, y negué.—Camila… —mi rostro se puso duro—. Dejé de creer en ti desde hace mucho.—¿Entonces por qué estás aquí?—Porque me dirás por primera vez la verdad… porque sabes que no hay escapatoria, porque este es tu verdadero rostro… y porque si no lo haces…—Gael… te dije que lo contaría todo…—Entonces estás perdiendo el tiempo… ¿Cuáles son tus condiciones? ¿Quieres dinero? —a ella le tembló la boca.—Te amo… quiero que lo sepas, siempre te he amado y que nunca quise hacerte daño…—Camila…—Gael… no miento… quizás no hice lo mejor…—Bien… me iré… —Traté de levantarme, pero ella se apresuró a adelantarse.—Tu madre se enteró de todo… —y pasé un trago muy grueso, mientras sentí revueltas las entrañas.—¿Qué es todo?—Ella supo de mí… fue a don
Sofia. —Es un niño… —el corazón me latió en la garganta y algo en mí se estremeció como nunca. No me dio tiempo de ver las expresiones de Gael, ahora mismo tenía una mezcla de emociones que me invadían con fuerza. Entre el latido que se escuchaba en esa máquina, y las imágenes de mi bebé de cuatro meses, me tenían al borde del llanto, y el descontrol. —¿Todo está bien? —escuché la pregunta de Gael hacia el médico que le sonrió y asintió. —Todo perfecto… está formado… aunque se vea pequeño… este reposo la ayudó mucho, y aquí tenemos un bebé sano… ¡Felicidades! Limpié mis lágrimas con una sonrisa, y luego miré a Gael que pasaba los tragos. El médico nos dio una lista de instrucciones y complementos que debía seguir tomando, y cuando estuvimos en el auto, solo pude sentir los brazos de Gael alrededor de mi cuerpo. —Mi abuela va a sufrir un infarto… como el que acabo de tener allí dentro… —enrollé mis brazos en él, besé su cuello y sonreí. Habíamos pasado un mes difícil. Lo que me
Sofía. —Todo es bellísimo… —me giré para mostrarle un conjunto blanco preciosísimo a Helena, mientras ella tenía otros tres en su mano. Ya eran casi las cinco de la tarde. —Me quiero llevar la tienda… —sonreí, y era indescriptible explicar que la ropa incluso me hiciera sentir a mi bebé en los brazos. Hicimos las compras, y luego fuimos a una cafetería en el mismo centro comercial. La abuela me estaba comentando del lugar donde viviríamos en Estado Unidos, y como había unas tiendas específicas, cuando vi que su rostro se alzó ante la llegada de alguien. No sé por qué me estremecí al ver a esa mujer delante de nosotras, pero tomó una silla y se sentó como si fuese nuestra mejor amiga. —¿Qué haces aquí, Camila? —Miré detrás de su espalda cuando la abuela preguntó, los guardias se pusieron alertas, pero bajé la mirada a ella cuando me miró con detalle. Como si tratara de buscar algo. Luego llevó su mirada a las bolsas. —¿Ropa de bebé? —me puse tensa, pero no dije una sola palabra
Sofía. Había querido asistir a la citación de Gael junto a él, pero entendía que la tensión no era buena para mí en estos momentos, sin embargo, había dado vueltas a toda la mansión, y los nervios reposaban en mi estómago durante la espera. —Trata de tranquilizarte, cariño… Gael sabe llevar todo esto, y estoy convencida de que detrás de esa calma que muestra, hay un trabajo hecho… Levanté mi mirada a la abuela que bajaba las escaleras lentamente, y me senté en el sofá. —Hay muchas personas en su contra… —Confía… él es astuto… tanto que hace pensar que lo tienen prensado, y luego saca todo de sí… solo que la muerte de su madre lo afectó mucho, y quiere hacer las cosas perfectas, Sofí… Asentí de forma inmediata y volví a ver el reloj. Desde que él se había ido, ya había pasado seis horas, y mi teléfono seguía sin ninguna notificación. —¿Qué decidieron de irnos primero? —Helena se sentó en mi frente mientras apreté mis labios. La conversación de anoche había sido demasiado larga,