—¡¿Pero cómo se te ocurrió, papá?! —exclamó Nahia furiosa—. ¡Si él va, yo no voy! —¡Déjame que te explique algo, señorita! —Nahia apretó los dientes cuando escuchó la voz severa y molesta de su padre—. ¡"Él" salvó a tu cuñada, a tus sobrinos, y a cuatro bebés, y le quitó para siempre una amenaza de
—¡Dios, me siento tan estúpida! —murmuró ella cubriéndose el rostro con las manos. —Créeme, yo más. Si solo te hubiera dicho... —Aaron se acercó a ella con lentitud y tiró de una de sus manos para acercarla a él—. Pero Nahia tienes que creer en mí. —Levantó su barbilla y la hizo mirarlo mientras lo
Viajar a Ucrania no era el problema, Nahia estaba divirtiéndose en grande, pero Aaron sabía que no la tendría nada fácil cuando aquellas dos leonas se juntaran. Para empezar, la tranquila y amable bienvenida que le había prometido su padre en la mansión Orlenko, ya era una fiesta en toda regla. —M
—Niña... creo que eres peor de lo que todas aquí pensamos —murmuró Nina poniéndose una bolsa de hielo sobre la cabeza—. Bienvenida a la familia... y no bebo más contigo. —Gracias mami suegri... te agradezco la cortesía... pero la idea de no beber más... está genial... Conocer realmente a los Orlen
—¡Sí! ¡Por supuesto que sí! —exclamó Nahia con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Por supuesto que quiero casarme contigo, amor! ¡Claro que quiero! Aaron la levantó por la cintura y le hizo una pirueta para acabar besándola con fascinación. —Te amo, Nahia —dijo apoyando su frente en la suya—. Te amo m
—Creo que voy a viajar a Ucrania pasado mañana, nena —le dijo Aaron viendo su calendario de trabajo—. ¿Vas a venir conmigo? —No puedo, cielo, yo tengo que enfrentar a mis propios monstruos —sonrió ella—, pero en cuanto llegues a la casa de tus padres me hablas, los ponemos a todos en videollamada y
Nahia estaba desesperada. Jamás en toda su vida se había sentido de aquella manera y estaba segura de que no había nada que pudiera hacerla sentir mejor. Solo encontrar a Aaron con vida. Llegaron a Eslovaquia poco después y Caleb ya había organizado todo para que los esperara, unas camionetas todot
—Es posible que haya que operarlo. Quizás si llegamos a tiempo pueda salvar la mano... —¡Olvídese de la mano! Me refiero al resto de él, su vida, ¿se va a salvar? Los paramédicos se miraron y trataron de sonreírle, infundiéndole fuerzas. —Sí, eso esperamos, de verdad. Las dos horas que tardaron