—Cómo conquistar a una tóxica en un solo paso —rio, entusiasmado porque Maddi llegaría esa misma noche. Dejó notificado en la recepción que su novia llegaría en la madrugada, porque el vuelo demoraba solo una hora, y apenas Maddi bajó en el hangar privado de aquel aeropuerto ya una limusina del hot
James se tensó, era inevitable ante la sola imagen de Sabrina al otro lado de la habitación. Si era honesto no había esperado que ella estuviera allí, ni siquiera había tenido una noticia suya después del juicio y la destrucción de uno de sus autos. —No tengo idea —contestó con honestidad mientras
Dos segundos después la modelo le hacía una señal a Beatrice y ella se apresuraba a llegar junto a su objetivo. —¡James! Cariño, no he podido verte en toda la noche —murmuró ella mientras lo veía agarrar una copa de champaña que le ofrecía un camarero. James la había visto hablar con Sabrina así q
Maddi sentía el cuerpo rígido, un regusto amargo en la boca y ganas de golpear a alguien. Vio a Beatrice Westerfield levantarse de encima de James y se fijó en que él todavía tenía el pantalón puesto, el cinturón había desaparecido y la bragueta estaba abierta pero al menos todavía no había nada fue
Le cerró el pantalón y encontró su cinturón en el suelo, poniéndoselo de nuevo con cuidado. —Suélllltame, perrrra, que estoy comprrrrrr... commmmm.... ¡comprometido! —gruñó él tratando de desembarazarse de sus manos y Maddi rio. —A buena hora te acuerdas, ricitos —murmuró con tristeza y sacó una t
James sentía como si una aplanadora le hubiera pasado por encima. Abrió los ojos despacio y miró al techo, sin ubicarse muy bien todavía en dónde estaba. Sintió el calor de un cuerpo a su lado, una mujer dormía sobre su pecho y James sonrió con suavidad al reconocer la curva de aquel trasero pequeño
—No, le rompí la nariz con una enciclopedia —replicó Maddi y James se aguantó la carcajada dos segundos antes de soltarla. —¿En serio? —Te lo juro. Ahora mismo debe estar en su cuarto, con su nariz escayolada, o en alguna clínica haciendo los arreglos para su rinoplastia —sentenció Maddi—. Pero de
—Te lo prometo —susurró ella—, te quiero para siempre, mi amor. Maddi lo abrazó fuerte, mientras sus cuerpos se movían en perfecta armonía y poco después ambos alcanzaban el clímax. James sonrió cuando la vio quedarse dormida de nuevo. Ella era su tierra prometida, el lugar al que siempre regresar