Maddi se puso pálida cuando lo vio señalar su vientre. —¿Te volviste loco? ¡No puedes...! —¡Sí, sí puedo! ¡Claro que puedo! Porque por si se te olvidó, bonita, declaraste que ese hijo era mío en un juzgado, bajo juramento —escupió y Maddi se puso lívida—. ¡Eso, exactamente! Estuve revisando los vi
James era un hombre de pocas palabras, pero cuando hablaba, todos lo escuchaban. Tenía un aire de fuerza y confianza tranquilas que pocas personas podían igualar, y bajo su comportamiento amable y gentil se escondía la mente despiadadamente calculadora de un rey. Mientras James miraba a Martin, con
James tomó sus manos y la ayudó a sentarse en una de las banquetas frente a la isla de la cocina. —Tienes que entender algo, no soy la clase de hombre que permite que venga un cabrón como él a amenazar a mi mujer. Él fue a buscarte, Maddi, a intimidarte... —dijo y ella desvió la mirada—. ¿Qué clase
James sentía como si de repente le hubieran quitado hasta el último aliento de vida. Se apoyó en la pared que tenía detrás y trató de respirar pero parecía imposible. —¿Cómo...? ¿Cómo puede ser...? ¿Qué hicim...? —No hicieron anda mal, señor King, si eso era lo que iba a preguntar —le aseguró el m
Nuevos exámenes se hicieron, sin embargo la doctora Márquez solo pudo confirmar lo mismo que los demás médicos. —Lo siento mucho, Maddi, pero no hay nada que podamos hacer. Ella miró a James y sollozó amargamente, atormentada por la culpa y la pena. —Por favor, Maddi... acepta la operación, te lo
No comía, no dormía, no hablaba. Faltaba poco para que se hiciera encima, pero como no le pasaba nada por la boca eso también era difícil. James estaba volviéndose loco mientras intentaba que Maddi reaccionara, pero simplemente no lo conseguía. La doctora terminó recetándole algunas pastillas para
—Todos escapamos de algo, hermanito, es la ley de la vida. Solo que diferencia de Sophi que es una loca, y tú que jamás escuchas razones... yo decidí ser la madura de la familia y retirarme a tiempo. —¡Entonces sí dejaste a alguien en Boston! —replicó James y ella le dio un sopapo en la nuca. —¿Qu
Maddi asintió en silencio y durante un largo rato permanecieron allí, abrazados mientras intentaban soportar aquel dolor sordo que parecía hacer eco en el otro. Finalmente dos días después Nahia logró que Maddi se vistiera con ropa de calle y la llevara a ver universidades. Los días que siguieron f